domingo, 22 de abril de 2012

EL HIJO DEL HERRADOR, DE RICARDO A. FERNÁNDEZ


Siempre me gusta contar los caminos por los que los libros acaban cayendo en mis manos. Este no es un blog de reseñas al uso, es mi blog y, como tal, quiero que conserve recuerdos que son míos, las vivencias que han rodeado la lectura igual que recuerdo el argumento o a los personajes de cada novela. El hijo del herrador se vino a casa conmigo tras visitar el mercadillo medieval que organizaron en Cantalejo (Segovia). Entre los puestos de artesanía, productos alimenticios, tabernas que recreaban la esencia medieval y el recinto donde se organizaban luchas entre caballeros, a mí, como no podía ser de otra manera, me llamó la atención uno en el que, expuestos encima de la mesa, había un montón de libros. Tras ellos estaba su autor y acabé allí, hablando un buen rato con alguien con quien comparto mi principal afición: escribir.

Me perdí, claro. Mientras el juglar entretenía a la multitud yo me entretenía en una charla amena y acabé con un ejemplar de esta novela entre mis manos y la promesa de leérmela en cuanto encontrase un momento. Cumplí mi promesa y tengo que decir que la cumplí encantada, porque el libro me ha gustado mucho.

Sinopsis:


La Hispania medieval sirve como escenario a esta historia de conflictos personales que se engarzan hábilmente con los de Estado. La sociedad segoviana aparece retratada como un microcosmos en el que los odios y venganzas entre vecinos, las intrigas para alcanzar el poder local y las desgracias personales son espejo de lo que sucede en los distintos reinos.
Los caprichos del destino llevan al humilde hijo de un herrador de Segovia a conocer de cerca los vaivenes de la política de los distintos reinos peninsulares. Un buen día recibe el encargo de servir al Obispo de Osma y esto marcará para siempre su existencia...






Mi opinión:

Ricardo Fernández divide esta novela de 600 páginas en siete capítulos. Durante todos ellos irá desgranando la vida de un personaje peculiar, Diego López, el hijo de un humilde herrador de Segovia y entrelazados iremos conociendo acontecimientos clave de la historia de nuestro país.

El primer escenario que conocemos es la pequeña ciudad de Segovia, donde los padres de Diego, mucho antes de su nacimiento, hacen frente al asedio sufrido a manos de los leoneses. Las decisiones de Julián López, el padre de Diego, alimentan la enemistad con un personaje, Enrique Gil, que tras traicionar a su pueblo acabará convirtiéndose en el político más importante de la ciudad. En esta parte el relato se mueve en la tercera persona, con un narrador externo, ya que es el mismo Diego quien nos cuenta la historia y todavía no ha nacido. Será en la segunda parte cuando aparezca y entonces sea él quien, progresivamente, vaya brindándonos su voz y nos muestre, de primera mano, cómo vivió acontecimientos como la derrota de Castilla en la batalla de Alarcos. Será un hecho clave porque Diego, en su huida tras perder la batalla, salvará la vida de un clérigo que se acabará convirtiendo en el Obispo de Osma y reclamará sus servicios. A su lado, Diego López entrará en contacto con los musulmanes, conocerá a su primer amor, Shamina, con la que le separa la enemistad de sus pueblos y la religión y purgará sus pecados haciendo el Camino de Santiago. Éste, personalmente, ha sido el capítulo que más he disfrutado. A su regreso, Rodrigo Jiménez de Rada, el obispo, ya convertido en Arzobispo de Toledo, le encargará la tarea de hacerse cargo del infante Fernando, heredero del trono de Castilla. Tras un principio un tanto accidentado se ganará su confianza aunque finalmente las cosas no acabarán como más le hubiera gustado a Diego. Éste se enamora de nuevo de una dama de compañía de la hija del rey, Irene. El libro acaba con la victoria Castellana sobre los musulmanes en 1212.

El hijo del herrador es una novela que sorprende nada más empezar. La razón es el uso del lenguaje. Desde el principio, Ricardo elige utilizar un vocabulario y giros en las expresiones que recojan el sabor medieval del que quiere impregnar toda la historia. Lo explica al principio para que nadie se lleve a engaño y aunque pudiera parecer que eso entorpecerá la lectura, a mí no me ha pasado. Enseguida te acostumbras a ese ritmo diferente que le da a la narración. Creo, de hecho, que es su propia marca de escritura.

Me ha parecido una novela amena, muy bien documentada, y en la que, sin esfuerzo, nos vamos empapando del modo de vida de nuestros antepasados y conocemos los hechos que nos han conducido hasta nuestro presente.

El blog de la novela es este y, de momento, me parece que sólo está en papel, ya va por la tercera edición. Si vais a algún mercadillo medieval, fijaos bien, a lo mejor está por ahí Ricardo, con esta o con su segunda novela Lágrimas por Qurtuba. Mañana mismo estará firmando ejemplares en Córdoba, protagonista de ésta su última novela, en la librería El lapicero. Una excelente manera de celebrar el día del libro.