jueves, 14 de junio de 2012

12 DE JUNIO DE 2012: LA ARENA DEL RELOJ

Llevo un día aplazando el momento de contar cómo fue mi encuentro con el club de lectura que me ha apadrinado, y no es porque no fuera absolutamente satisfactorio, sino porque no encuentro exactamente el enfoque. ¿Cómo os lo cuento? ¿Cómo una crónica? No creo que pueda dejar de lado la subjetividad al haber estado ocupando la silla central.
Con Eva Ortiz y la Concejala de Cultura.

Dándole vueltas he decidido decantarme por las sensaciones de ese día inolvidable. Los nervios estuvieron presentes, siempre me empeño en controlar todos los detalles de mi entorno, olvidándome a menudo que soy sólo un ser humano que llega hasta donde llega. Eso hace que me ponga más nerviosa de lo deseable hasta el circunstancias absurdas.

En un día como este, era lo normal.

Uno de mis miedos era que no viniera nadie. Me imaginé que haría un día fantástico y todo el mundo tendría ganas de irse de paseo, o que habría un cataclismo de pérdida de memoria colectiva y me encontraría allí sola, hablándole a las sillas vacías. Gracias a todos por hacer posible que mi imaginación diera un tremendo patinazo (la intuición me decía otra cosa, pero a esa le hago siempre menos caso, la mía es muy puñetera). Las sillas se llenaron, hizo falta bajar alguna más, e incluso he visto en una foto gente pequeña sentada en el suelo. Estuvieron mis madrinas, personas ajenas al club de lectura, amigos y familiares e incluso, sentados entre el público, algunos escritores con los que comparto pertenecer a esa generación que publica en Amazon, y que por ahí llaman Generación Kindle: Armando Rodera y Jaime Cortés. Además estaba otra escritora Koncha Morales, y también hubo blogueros que me quisieron acompañar. Ahí estaba Marga, que se vino nada más y nada menos que desde Mallorca para después contarlo de primera mano en su blog, y Alex, que aunque me dijo que no aguantaría todo el rato en la silla, al final no se movió del asiento. Me sentí arropada, porque incluso quienes por sus circunstancias personales o por la distancia no pudieron estar, me mandaron su cariño a través de mensajes que leí al terminar en mi teléfono. No faltaron los de los "chicos", los dos escritores que también han sido apadrinados por la Biblioteca, Emilio Casado y Óscar R. Arteaga.

Eva Ortiz me presentó y siguió la concejala de cultura, y cuando me dieron el turno de palabra... ¡es que estaba nerviosa! Les dije que mejor me fueran preguntando, que ya vería yo cómo contestaba. Creo que estuve bastante segura, salvo en un momento en el que me hicieron una pregunta que no entendí y en lugar de decir que no me había enterado, contesté lo primero que se me ocurrió. Respuesta Mayte. Claro, el lector no se quedó conforme y volvió a preguntarme, y yo... creo que tampoco le contesté, pero esta vez ni siquiera fui capaz de procesar la pregunta en condiciones, porque detrás de este señor había un amigo muerto de la risa (que me confesó después que tampoco entendió la pregunta) que me estaba distrayendo con su cara de circunstancias.

Hubo un momento muy emotivo para mí. La concejala tenía otro acto al que debía acudir, y dejó su silla. No tardó mucho en ser ocupada de nuevo. Mi prima Ana, mi hermana pequeña, se levantó y se sentó a mi lado, para hacerme unas preguntas. Tenerla conmigo siempre es un placer y constatar su fuerza, la energía positiva que siempre emana de ella es espectacular. Ana, no se te fue la pinza, me hiciste un regalo.
Ana se sentó a mi lado. De espaldas, Margalida y Jaime Cortés.


No sé el tiempo que estuvimos allí, no lo miré. Sé que se pasó volando, hablando de las sensaciones que provoca siempre en los lectores este libro que es La arena del reloj. Hablamos de lo que les parecía: un diario, una biografía, una novela, una entrevista... creo que no nos pusimos de acuerdo, creo sinceramente que no es ninguna de esas cosas y en realidad las engloba todas. Entre palabras, los minutos empezaron a acelerarse y, cuando dimos por terminado el encuentro, quise compartir con quienes me acompañaron unos dulces que hace maravillosamente mi amiga Paqui, la panadera de mi pueblo, la "abuela" de mis hijos aquí donde vivo. Mientras, quienes quisieron se pudieron llevar su ejemplar firmado de La arena del reloj y El medallón de la magia, y me llevé alguna regañina porque no tenía Su chico de alquiler. Prometo que, si hay una próxima, me llevo alguno.

Mis madrinas


¿Balance? Muy positivo. De esta charla y de las demás.Ojala no se quede aquí y más gente pueda vivir un día tan especial.
La noticia en el periódico local, aunque la de la foto no soy yo, son Emilio Casado y Eva Ortiz.