lunes, 18 de agosto de 2014

VERANO DEL 14

Este verano ha sido un desastre.

Mi ordenador fundió a negro el 28 de junio. De pronto se apagó, dejándome a medias de una corrección, sin tiempo para hacer copias de seguridad, inválida sin la prolongación de mis dedos que son sus teclas.

Los primeros días le busqué un sustituto, pero me ha costado horrores acostumbrarme. No es él. No es su tacto, ni su calor, no es mi refugio sino un parche para no sentir tanto la ausencia. Es un trato para poder seguir escribiendo. Como cuando terminas una relación, por lo que sea, y te agarras a la primera mierda que se te cruza por el camino. Sin fijarte mucho en si viene con miles de defectos de fábrica. Es algo que sirve para tirar y te lo quedas. 

Hasta que dure.

Aunque luego te arrepientas.

Hasta que puedas permitirte algo mejor.

No he podido recoger algunas noticias en el blog. Resumiendo rápido, Detrás del cristal ya está a la venta en papel en Chile y Uruguay, ha sido unos días uno de los ebooks más vendidos en Goldenbook, ya acumula 74 comentarios, más del 50% de ellos de cinco estrellas (y sin pedir ni uno a nadie) y me han dejado también uno de una estrella, un señor que acaba la reseña diciendo que no se lo ha leído, que no me ha dolido ni la cuarta parte de lo que me dolían estas cosas antes (será que estoy madurando).


Hoy, 18 de agosto, además de ser el cumpleaños de mi primo César (si lo lees, que mira que me extrañaría, felicidades) puedo decir que he dado por finalizada del todo la escritura de una novela que empezó a gestarse en diciembre de 2011. De sopetón surgieron 38.000 palabras en las Navidades de ese año y seguí sumando hasta el fatídico julio de 2012, momento en el que todos mis proyectos se quedaron colgando de un hilo y a punto estuve de abandonarlo todo. 

Pero lo superé y continué con ella. 

En diciembre del año pasado solo me quedaba un capítulo para concluirla cuando tropecé de nuevo (esta vez con un dedo que no me dejaba escribir). Después se quedó atrapada en mi ordenador, pero había una copia con la que he seguido, aunque sé que se han perdido las últimas páginas que escribí antes del apagón.

He necesitado hasta ahora para terminarla.

Ya sé qué voy a hacer con ella. Tiene el destino absolutamente claro y espero que la suerte la acompañe porque le he puesto mucho trabajo. No puedo contar nada, pero os diré que este paso me hace ilusión, porque es un paso adelante, un nuevo escalón que abordo después de haberme sentado a meditar en el anterior durante meses.

Me ha costado, no creáis. Escribir con un ordenador que de pronto se llena de publicidad la pantalla porque sí, o que se cierran los programas de golpe no es cómodo, pero yo soy muy de adaptarme a las zancadillas de la vida, de sacar petróleo de un secarral si hace falta, y lo he logrado. Ha sido sin él, sin mi compañero de aventuras, echándole de menos porque no hemos podido compartir esto, pero qué se le va a hacer. Sigue ingresado en la UCI, intentando recuperar la luz.


Y yo sigo, andando aunque sea a oscuras.