lunes, 16 de febrero de 2015

CRÓNICA DE UN ENCUENTRO ROMÁNTICO #VRA


Febrero. San Valentín. Fin de semana. Amor por todas partes, mil historias inventadas que se mezclaban con las reales en un hotel lleno de románticas (y algunos románticos). El marco no podía ser más apropiado para lo que allí iba a suceder.

Este pasado fin de semana, en el Hotel Convención, en la Calle O´Donnell de Madrid, a dos patadas de la Puerta de Alcalá, se reunió lo más selecto de las plumas que escriben romántica en este país. Y no solo eso, también se dio cabida a lectores y lectoras del género, logrando una macro convención con 500 personas. Sí, habéis leído bien: 500. Quienes no vais a estas cosas quizá la cifra no os dice nada, pero yo que soy asidua de charlas con escritores os digo que 500 no es normal. Lo normal es una docena. Incluso si van seis alguna vez te puedes dar con un canto en los dientes. Cuarenta es una multitud, pero 500… eso es grande, grande.

No fui capaz de reconocer a una tercera parte. Tenemos la mala costumbre de no poner fotos nuestras en los perfiles de las redes, sino de nuestras novelas, y a veces, en el caso de que sean nuestras, engañan. Yo, por ejemplo, salgo sin gafas, pero esta vez no llevé lentillas y hubo a quien le costó mucho saber que era yo. Y luego está que en las fotos nos falta el cuerpo, son solo de la cara. ¿Será alta? ¿Bajita? ¿Tendrá dos piernas? 

Te asaltan muchas dudas.

El encuentro empezó el viernes. Muchos habían quedado en un café, Lury Margud que es una lianta  maravillosa y se las arregló para que se fueran reuniendo en algún lugar antes de ir a la presentación. Lo que parecía que sería un pequeño encuentro acabó siendo otra súper reunión de, por lo que me contaron, unas setenta personas. Imagino al camarero preguntándose qué había hecho él para merecer semejante castigo.

Imagino que pensó: ya lo tengo, es viernes 13.

Siguió con una presentación a cuatro bandas en la Fnac de Callao. Yo estaba allí desde mucho antes de la hora, porque no llegaba al café, antes incluso de que apareciera Regina Román, la primera que vino, pero empezó a llegar gente a la que quería saludar y al final no fui capaz de entrar del follón tan inmenso que se montó. También he visto presentaciones en Fnac menos multitudinarias.

Esperaba a mis chicas. Quería, por fin, abrazar a Mel Caran y a Yasnaia Altube, a quienes tenía, además, que dar en persona un regalito de un juego de Facebook, y creo que eso me frenó a la hora de buscar sitio sentada. Esperando, alguien abrió la puerta a mi lado, para salir a la calle. Un viento gélido, mezclado con una brisa achicharradora procedente del aire acondicionado del edificio me hicieron girar la cabeza y gritar un nombre: ¡Claudia! Por favor, casi me muero de la emoción cuando vi a Claudia, de La magia de los libros, llegada desde Chile, a la que tenía que dar un beso sí o sí. De pronto giré la cabeza, para ver quién la acompañaba y me encontré con… Mariel Ruggieri, una autora uruguaya que venía como ponente para el día siguiente. ¿Qué os digo de las dos? Pues que son encantadoras, que ahí estuvimos las tres rajando un poco y que al día siguiente, cuando nos volvimos a ver, fue como reencontrarte con viejas amigas (se entiende por el tiempo que hace que las conoces, of course, estamos estupendísimas todas). Con Claudia hubo foto que espero que me pase en cuando pueda, Mariel, como estaba mega ocupada, se me escapó, pero da lo mismo, creo que me quedo con lo cercana que es, con lo bien que me trató, con la conversación sobre el cambio de los enchufes entre España y América… vamos, una conversación normal para un encuentro de romántica. Para que hablen dos escritoras.

Al rato llegaron Mel, Yasnaia, Iris y Maca, y allí todo fueron abrazos, besos, presentaciones de las que muy bien no me enteré (Jose, que ya sé que te llamas Fran, pero para mí serás siempre Jose), de gente que he visto mil veces en las redes porque tenemos vínculos comunes. Alberto hizo fotos, Marcos puso la sonrisa que no le abandonó en todo el fin de semana y tuve que irme antes de tiempo porque tenía otra cita.

A Fnac se acercó Mercedes Gallego. Ella escribe novela negra, pero ahí estaba. Yo creo que en el fondo todos hacemos lo mismo. Con palabras, los personajes acaban muertos: los suyos de un disparo, una puñalada, con veneno… los nuestros (más metafóricamente), víctimas del amor que a veces es muy puñetero. Mercedes se adelantó hasta el café de Oriente, donde nos esperaban Pepa, Alicia, Gema, Begoña, Mari, María Loreto… con su club de lectura. Charlan sobre libros con la música de fondo de un piano. O más bien, dando voces por encima del volumen descomunal que tiene el instrumento. ¿No tendrá volumen? Porque los pianos, como los ambientadores, cuanto más sutiles, más gustan.

La noche acabó, hube de volver a casa por unas horas, antes de la maratón del sábado.

Empecé el sábado escribiendo. No sé estar un día sin hacerlo y aunque ahora no sean novelas, siempre caen palabras; en el blog, en un cuaderno, en las redes, en la primera servilleta que me encuentro…

 Toca madrugar para seguir el plan trazado para hoy, aunque el reloj ha vuelto a ser innecesario. Ulises ha soñado algo que ha provocado que se le escapase un ladrido dormido. Willy ha reclamado su salida al patio, maullando desde temprano, y mi reloj interno, alerta y descontrolado al notar en los pies el roce de unas sábanas extrañas, ha dicho basta.
Levántate.
El caso es que hace frío y la pereza me está haciendo cosquillas en la espalda. Quiere que cierre los ojos, me dé la vuelta y me duerma, pero recuerdo que, dos casas más adelante Meg Ferrero me esperará en un rato y le digo a este pecadillo que lo de revolverme el pelo lo deje para otro día.
Hoy hay cosas mejores que hacer.
Buenos días.

Con las pilas listas, el maquillaje en la mochila (que luego no usé por pereza de ir al coche a buscarlo), pusimos rumbo a Madrid. Habla que te habla, que mira que somos cotorras las dos, que las horas se nos encojen cuando estamos juntas. El viaje, sin sobresaltos. Llegamos a la primera, conseguimos aparcamiento en la puerta pero era zona verde (qué manía en las ciudades de ponérselo difícil a los de pueblo como nosotras) y como no estábamos seguras de qué significaba aquello, lo acabamos metiendo en un aparcamiento.

Primera odisea del día.

Porque, vamos a ver, entrar en un parking es fácil. Aprietas el botón, se levanta la barrera y entras. Aparcar, chupado, si no había ni media docena de coches a esas horas. Pero, ¿y salir? No me digáis que siguiendo los carteles porque fue exactamente lo que hicimos. Nos encontramos deambulando por pasillos solitarios donde los tacones (de Meg) resonaban de manera inquietante. Donde ni una sola puerta se abría. Donde los ascensores no funcionaban… Tuvimos que dar media vuelta, pero media vuelta cuando llevas doscientas no te lleva al principio. Pánico. ¿Hemos sido capaces de llegar desde Guadalajara en poco más de media hora y nos va a costar más salir de puto parking? Al final apareció la puerta por la que habíamos intentado salir. Ahí estaba el coche y la solución, la fácil, era intentar salir por el acceso de vehículos, pero vimos un señor con casco.

Nuestra salvación.

Le preguntamos cómo se salía de ahí y nos miró con media sonrisa encantadora que no supe si interpretar como “pobres, se han perdido” o “serán tontas, que se han perdido en un aparcamiento vacío”. En cualquier caso nos indicó la puerta y en la calle ya nos orientamos.

Recoger la acreditación costó un poco porque Meg conoce a todo el mundo!!!!!!!!! Al final me puse en una de las dos filas y esperé mientras ella iba repartiendo besos a diestro y siniestro, presentándome gente tan rápido que a mí me resultaba imposible procesar tantos nombres. A la pobre Tessa C. Martin le pregunté varias veces, y eso que se llama como yo!!

Una vez dentro, empezaron las charlas. Lo único que he encontrado mal es que duraban mucho y las pausas muy poco. Y me explico. En eventos como este, tan importante es escuchar a los ponentes como compartir con el resto de la gente que va unos minutos. Los diez entre charla y charla, quince a veces, eran muy pocos para poder establecer vínculos que son tan importantes como lo que te van a contar en las mesas. Sobre todo contando con que tenías ese tiempo para ir al servicio y éramos muchos. Haber acortado un poco las charlas y expandido los descansos, en mi opinión, y solo es eso, una opinión, hubiera dado más juego. Llegaba un momento en cada una en el que la sala se llenaba de murmullos de puro cansancio. La atención en alumnos de secundaria es solo posible mantenerla unos cincuenta minutos y nosotros, aunque más mayores, estábamos disfrutando cual adolescentes en jornadas culturales.

Como han sido muchas, las fotos os invito a visitarlas en mi perfil de Twitter, donde las fui colgando a medida que se producían, con algunas frases rescatadas de los ponentes. Todo el día estuve al lado de Sara Ventas, una persona maravillosa que me ha encantado conocer, de Pepa, de Qué locura de libros y detrás de Meg Ferrero y Tessa C. Martin. Detrás de mí, Pepa Fraile y Laura Nuño, con la que hablé poquito pero que me causó muy buena impresión.

El final del día fue apoteósico para mí. Durante la comida una chica se me acercó y me llamó por mi nombre. Mi confusión se fue desvaneciendo con la primera sílaba de su nombre: Carla Crespo!! Con las ganas que tenía de que nos viéramos. Ambas habíamos quedado con María Jeunet, aunque solo fuera para darle un beso y aquello parecía el juego del ratón y el gato porque no había manera, pero al final lo conseguí. ¡Encontré a María! Mentira, me encontró ella, con la ayuda de Lidia Herbada. A la que no encontramos fue a Carla. Nos pusimos a hablar fuera y charlando nos cerraron la puerta. Y en esto estábamos cuando apareció alguien a quien no conocía, pero que espero conocer, una barcelonesa de ojos azules que se llama Sandra Parejo y que ahora mismo está en el top de Amazon!!

¡Quién podía osar a desafiar a las guardianas para entrar!

Sara no entendía dónde me había metido, Meg tampoco y mientras, fuera, conocí a Lidia. En realidad ya nos habíamos visto pero creo que nos conocimos el sábado. Hija de mi corazón, lo que me pude reír contigo. Espero que se solucione el problema que tenías el otro día, pero nos dio para un buen rato de risas. Mientras esperábamos que María terminase de firmar algunos libros (es toda una estrella), fuimos vigilando a las guardianas y a la que se despistaron entramos en la sala. Como ya era tarde, nos sentamos donde pudimos, atrás, al lado de la Doctora Jomeini (Ana González Duque) y Lorraine Coco. En el rato del sorteo creo que no paramos de hablar, tanto que le tocó a Lidia un lote de libros y tuve que levantarle la mano porque no se había enterado de que era el suyo. Volvió triste y compungida por su mala suerte: ¡todos en inglés! A María, a Ana y a mí no nos tocó nada. Le dije a María que no se preocupe, que a ella le va a tocar ser súper ventas.

A la salida me esperaban Alberto, Juan Carlos y Maribel, con los que estuve reponiendo líquidos, charlando y relajándome después de un día agotador. Tenía muchas ganas de verlos, hacía tiempo que no compartíamos unos momentos y espero que otra vez encontremos la manera de sentarnos juntos, pero mucho más tiempo. Juan Carlos me regaló una de sus libretas, con la portada de Brianda, que he estrenado con teléfonos de autoras.

Volví al hotel y el fin de fiesta fue con Yasnaia, Maca, Iris, sus respectivos y Mel Caran. Una cenita rápida y volver, porque el día fue para vivirlo, no para contarlo. AGOTADOR.

Me quedo con muchas cosas, millones de emociones que le ponen un broche magnífico a estos dos años en los que he jugado a ser escritora. Le doy las gracias a Merche Diolch por lo que se lo ha currado, porque yo sé que no es fácil organizar eventos de este tipo, habrá estado a punto de volverse loca. Que sepas que has hecho algo grande, que has logrado que personas que comparten la misma pasión y que hacía tiempo que deseaban encontrarse, lo hicieran en un día algo más que especial.
Solo me queda desearos mucha suerte a todas con vuestros libros y vuestra aventura literaria.


 Ah, y pedir perdón por los nombres que no han acudido a mi cabeza mientras escribía, que son muchos. Hay muchos besos que se me han quedado perdidos, recuerdo de pronto a Ana Iturgaiz, a José de la Rosa, a Isabel Keats... 

EL MISTERIO VELÁZQUEZ DE ELIACER CANSINO




Sinopsis
:

He aquí las confesiones de Nicolás Pertusato, un muchacho al que el destino obligó a participar en unos sucesos extraordinarios y hasta hoy ignorados. Este joven que aparece retratado en Las Meninas evoca su vida, la lucha por mantener su dignidad a pesar de su particular condición física y, finalmente, su enigmática relación con el pintor Velázquezm que le llevará a acometer una difícil empresa.

Mis impresiones:

He elegido este libro de literatura juvenil porque sabía que con él no iba a fallar. Lo leí hace mucho tiempo y recuerdo que me encantó, así que, como se lo habían mandado leer a mi hijo para clase, aproveché para hacer una relectura, para saber si las sensaciones eran las mismas.

La lectura la he disfrutado casi como si fuera la primera vez, no solo por el tiempo que hacía desde la anterior, sino porque la historia de este curioso personaje, presente en uno de los cuadros más famosos de nuestra pintura, tiene el suficiente atractivo como para volver a ella.

Nos cuenta la vida de Nicolasillo Pertusato, un enano, de origen italiano que acaba sirviendo en la corte de Felipe IV. A su alrededor iremos conociendo a personajes reales de la época, como Maribárbola, y un misterioso personaje, Nerval, por el que Velázquez, el genial pintor, tendrá sensaciones ambivalentes.

No os voy a contar quién es, por supuesto.

A quienes tengáis niños a partir de doce años, os recomiendo esta novela, escrita en primera persona desde la perspectiva de Nicolás. Conocerán una época que, los que me conocéis, sabéis que me fascina: el Siglo de Oro español.

Cuarto libro para mi reto de 20.