lunes, 18 de enero de 2016

EL VIEJO COCINERO O CÉCILE Y LAS ESTRELLAS DE FERNANDO G. MANCHA



Sinopsis:

Cécile es una joven estudiante de 14 años, demasiado madura para su edad. Marcel es un viejo cocinero de 82, profundamente abatido tras la reciente muerte de su esposa Juliette, por la que sentía un amor muy profundo. Cuando Cécile y Marcel se conocen, algo mágico surge, un nosequé que dará un impulso tremendo a sus respectivas existencias.

Mis impresiones:

Un pequeño gran libro.

Ese es el resumen breve que puedo hacer, en cuatro palabras, de la historia que esconde esta pequeña novela que no llega a las doscientas páginas, y cuya lectura no puedo dejar de recomendar.

Llegué a ella a través de una de esas promociones gratis que se hacen en Amazon, después de leer que una bloguera en la que confío dijo que la había leído y le había gustado muchísimo. Ni me lo pensé, la descargué y se quedó en mi kindle esperando su turno. Se lo saltó. En cuanto hube terminado el anterior la vi ahí, la primera de la lista -porque había sido la última descargada- y se me ocurrió empezar a leerla. Enseguida descubrí en ella un tono que me gustaba y decidí que las listas de espera de libros no están hechas nada más que para saltárselas. Hace mucho que lo tengo claro, que es mejor leer cuando te apetece algo porque se disfruta mil veces más, y así ha sido.

La historia está narrada a modo de diario. Gabrielle, la profesora de Cécile, le sugiere que escriba en un diario de almohada todo lo que le va ocurriendo. Ella hace poco que ha llegado a vivir a Bretaña, procedente del sur de Francia, y no tiene demasiados amigos. Célice es una niña muy madura de 14 años, que ama profundamente a su madre, Anne, y también a su padre, que murió cuando ella apenas tenía cuatro años en un accidente de tráfico.

Cécile te encandila. Es despierta, educada y siempre sonríe. Habla en su diario de la lluvia, las estrellas, sus cuatro amigos del parque -unos árboles bajo los que se cobija de vez en cuando-, de su instituto nuevo, de sus compañeros a los que empieza a conocer. Estamos en 1995 y Cécile dibuja y escribe mientras observa la lluvia a través de los cristales de su ventana. Pronto, unos extraños ruidos procedentes del piso de al lado, el quinto izquierda, llamarán su atención y ella, inquieta como es, no parará hasta descubrir que en esa casa, que al principio pensó que estaba deshabitada, vive un hombre de 82 años, Marcel, un viejo cocinero, solitario y triste, al que le cambiará la vida con la llegada a ella de esa niña que se empieza a preocupar por él.

No hay nada que no me haya encantado en este libro, salvo el pequeño detalle de la madurez de Cécile. No me refiero a su manera de comportarse, sino a las lecturas que ha hecho a lo largo de su vida y la impronta que han dejado en ella. Como lectora que soy desde niña, me cuesta mucho pensar que alguien de su edad se haya acercado a determinados autores y los haya comprendido, pero esa licencia literaria, al final, acaba dándote igual porque te enamoras de la bondad y la ternura que desprende el personaje.

En definitiva, El viejo cocinero o Cécile y las estrellas ha sido una lectura maravillosa, que recomiendo a quienes quieran acercarse a una escritura muy poética, llena de colores y luz en sus palabras. Tiene un encanto especial, ha sabido atrapar la belleza de lo cotidiano, la elegancia de lo sencillo. Te transmite paz y alegría y eso es pura magia.

Está en Amazon, por menos de un euro en digital y también en papel.

Por cierto, esto es un apunte mío, una percepción absolutamente subjetiva que no sé si a alguna persona más le pasará, pero me recordaba a las sensaciones que me invaden cuando leo un libro de Mónica Gutierrez, Serendipia para quienes nos movemos en los blogs. Ya me diréis, si alguno de vosotros habéis leído a ambos, si también os pasa.