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miércoles, 4 de mayo de 2011

EL BOLÍGRAFO DE GEL VERDE. Eloy Moreno.

Hace tiempo que había oído (y leído) mucho sobre esta novela. Lo que encontraba, en cada eco que se producía en la red, era que se trataba de un autor que había decidido dar el paso de autoeditarse y, después de un tiempo, el cuento de hadas se había hecho realidad: una editorial se interesaba por la obra y en solo cuatro meses, nueve ediciones. En todas esas críticas, ni una sola vez, atisbé ni una palabra sobre el argumento de la novela que pudiera darme una pista de lo que iba. Ni me lo imaginé, porque el título desconcierta. Así que empecé a leer como deber empezarse todo libro: sin expectativas, sin prejuicios.

La novela, escrita en primera persona, narra un fragmento de la vida del protagonista, un hombre en plena crisis de los cuarenta, del que nunca sabemos el nombre que empieza reflexionando sobre caminos, aquellos que ha ido tomando y que, de alguna manera, le han conducido al lugar en el que se encuentra.... Le abruma haberse convertido en esa persona que se asoma cada mañana al otro lado del espejo, a la que a duras penas reconoce. Un día, un hecho absurdo, la desaparición de un bolígrafo verde de gel, lo cambia todo porque él convierte esa historia insignificante en importante.
Este libro me ha hecho pensar. Sin querer, de manera inconsciente, con el avance de la lectura vas haciendo paralelismos con tu propia experiencia. Me gustan las novelas como esta, que hurgan en las heridas, que las provocan incluso, las novelas peligrosas porque te hacen pararte a pensar en tu propia vida. (Ciorán)
Eloy Moreno distribuye el libro en cuatro partes, a las que titula por separado. La primera, Tesoro, es la más breve. El principio de su vida, de las circunstancias que sentaron las bases de la persona que es. La segunda, el bloque de la novela, se llama La Huida y está escrito a modo de diario. El personaje se deja arrastrar por los fantasmas que viven en su mente y construye una realidad que le da miedo, de la que planea escapar. No se para a pensar si es real o sólo es lo que quiere ver. A la tercera parte la ha llamado El despertar de la esperanza o la esperanza de despertar. Si de las otras partes he contado algo, de esta me niego. Descubridlo. A mí, personalmente, es la que más me ha gustado. Si con las otras era complicado abandonar el libro, en esta última parte del relato no he podido soltarlo. Es todo lo que voy a decir de este fragmento de la novela. La última parte, Ahora, es el epílogo, apenas dos páginas para cerrar el círculo.


MIS SENSACIONES

Siempre que abordo un libro me suelo quedar con lo que me aporta, más que con lo que cuenta. Reflexiono sobre lo que he aprendido de él o lo que me ha hecho disfrutar. Este libro, cuya prosa en muchos momentos es casi poesía, me lo pone difícil. Me ha gustado muchísimo. Las sensaciones que me deja son positivas, sacudidas a la conciencia, momentos de reflexión necesaria en esta sociedad tan acelerada, aunque no he podido empatizar demasiado con el protagonista. No sé si porque se trata de un personaje masculino, pudiera ser, aunque sospecho que se trata de otra cosa: mi vida es la antítesis de la suya.
El bolígrafo de gel verde me ha hecho pensar en el tiempo y en las decisiones. En la contraportada dice que si se quiere saber el argumento de la novela hay que mirarse la muñeca izquierda. Yo, con un esguince desde hace dos semanas y una muñequera por compañera, me miré la mano y quedé un tanto perpleja. Sonreí por lo estúpido del pensamiento. Hace años que no llevo reloj. Me oriento por el sol, por el ruido del patio, por el sonido de los cierres de las tiendas, por el timbre de la puerta, por la lavadora de la vecina... No llevo reloj, no sé cuándo me lo quité y lo abandoné. Después, una amiga polaca me dijo que en su tierra, si una persona no lleva reloj se dice que es feliz. Pues a lo mejor es cierto. A lo mejor ese gesto simple es lo que en mí ha ido marcando la diferencia, el abismo enorme que hay entre ese personaje atormentado y mi forma de enfrentarme al mundo.
Sabía desde el principio que iba a escribir sobre el libro así que tomé notas (con un boli verde, claramente). Al revisarlas me he dado cuenta de que no eran notas aprovechables para una reseña. Eran, más bien, reproches al protagonista, al recorrido que hace a finales de abril de 2002. Sinceramente, no era capaz de entenderle del todo. Al final, cuando llegué a las últimas páginas, me di cuenta de que, por otro camino, al final había llegado a la misma conclusión que yo, cuando hace ya unos años abandoné el mundo urbano para vivir entre pinos. Para Vivir, así, con mayúsculas.
Me ha hecho mucha gracia leer en los agradecimientos que su madre siempre lleva un libro suyo en el bolso para enseñarlo en cuanto puede... ¡Mi madre hace lo mismo! No sé si llevan genes de agente literario o es que el amor es el motor más poderoso. Para ellas dos, desde aquí, un beso enorme. Por creer en nosotros.
Mi recomendación: leedlo. No os vais a arrepentir.