Eso es lo que he estado haciendo esta tarde: escribir. Pertrechada con mis armas, el procesador de textos y un café (solo, con hielo) me he lanzado a contar una historia que tenía en mente desde hace varios días y hoy puedo decir que esta vez no la borro.
Llevo un tiempo en el que estoy escribiendo casi más que nunca, pero que por alguna extraña razón nada acababa guardado en un archivo. Siempre había un "pero", algo que no me convencía del todo y como exigente que soy, se convertía en nada. Sin arrugar un folio, ya estamos en otro tiempo, me recordaba a esos escritores que emborronaban papeles y rápidamente los tiraban a una papelera atestada de ellos, como material inservible, desesperándose por su torpeza. Pero hoy, no sé por qué, he encontrado la tranquilidad necesaria para decidir que, esta vez sí, me quedo con mis palabras.
No sé qué ha cambiado. El escenario es el mismo, estoy sentada en el rincón de siempre. El silencio de la habitación sólo lo interrumpe el continuo tic, tac del reloj de pared y el traqueteo de las teclas bajo mis dedos, pero estoy segura de que la magia flota en el ambiente. Esa magia que te invade de pronto cuando encuentras la palabra justa, la frase correcta que transmite las imágenes que están danzando en tu cerebro.
No sé si alguna vez habéis experimentado esa sensación, la de ser sólo meros instrumentos, la de que alguien gobierna vuestros pensamientos y los empuja ordenados para que se conviertan en una historia con sentido. Yo, sí. Muchas. Es una sensación que me llena por completo, que se apodera de mí como la más potente de las drogas y que me arrastra sin que yo sea capaz de oponer la más mínima resistencia. No lo intento, la verdad, me gusta.
Me completa.
En estas ocasiones pararía el tiempo, lo detendría para saborearlo con calma, como se saborea el beso de un amante, la caricia que has esperado siempre y que por fin llega cuando menos te lo esperas. Es extraño porque estás solo, aunque te sientas en la mejor de las compañías. A lo mejor es Caliope, que no tenía otra cosa que hacer esta tarde y se ha venido conmigo, a susurrarme palabras al oído, para que yo las ponga sobre el blanco de la pantalla del ordenador.
Y las guarde para siempre.
Enhorabuena.
ResponderEliminar¿Por qué será que te comprendo perfectamente...? Besito, Mayte.
ResponderEliminarTe comprendo perfectamente, y ese momento, en el que las palabras toman el control de tu cuerpo es cuando, verdaderamente, salen a la luz las maravillosas historias.
ResponderEliminarSoy de la opinión de que los libros se escriben solos y nosotros somos meras maquinas que transcriben las bellas palabras de las musas.
Besitos y aprovecha el tirón.
Y cuántas veces conversando con una misma surgen unas palabras, unos conceptos, unos mensajes o unas historias con un brillo especial, que por falta de papel y lápiz en ese momento quedan flotando, y cuando al cabo de unas horas las vamos a plasmar resulta imposible porque han perdido la magia.
ResponderEliminarSí que hay que aprovechar el tirón.
Saludos
La inspiración viene y va, así es ella. Aprovéchala mientras puedas. Biquiños!
ResponderEliminarYo no soy escritora... nunca podría causar la magia que tú logras, pero esa sensación si que la he experimentado... Cuando mis manos manipulan los instrumentos de laboratorio que necesito y una reacción o un experimento parece conducirse sólo... y no importa cuantas veces siguiendo la misma metodología no me haya salido. En ese momento todo se confabula para tener un buen resultado...
ResponderEliminary nunca cambiaría nada por eso... Ni los 1000 fracasos antes de un éxito...
Un beso!!!
Encontrasrte tu momento ^^
ResponderEliminarMuy bonita la entrada.
Un beso!
Me ha encantado la entrada! me alegro que hayas tenido un rato de inspiración adecuada! y que al fin hayas escrito algo que realmente te ha llenado!
ResponderEliminarBesotes!
Preciosa reflexión.
ResponderEliminarCreo que nos pasa a todos. Y curiosamente he leído muy poco, por no decir nada, sobre ello. Me refiero desde la perspectiva científica. Es lo que en deporte se llama "momento de forma". No me refiero solo al aspecto físico. Cuando juego al ajedrez, hay días que parece que las piezas se mueven solas y otros en los que no veo absolutamente nada y pierdo una partida tras otra. Hay que aprovechar esa "magia" y me alegro de que lo hayas hecho.
ResponderEliminarPero como esos momentos son escasos, yo no suelo tirar nada de lo que escribo. Aunque no me guste lo guardo ahí, indefinidamente, porque igual un día la magia también les llega a ellos. Al fin y al cabo, también son nuestros hijos...
¡Sigue así, Mayte! Me alegra saber que la escritura sigue en ti día tras día, y que de nuevo has topado con una historia que quieres contar. Sobre las otras ideas que al final quedan en nada, guárdalas, no las dejes pasar. Mételas en su carpeta, que quizás el tiempo, muy caprichoso, te haga volver a ellas con una mirada distinta con las que sentir la necesidad de continuarlas.
ResponderEliminar¡Besos!
Preciosa entrada. Tienen que ser momentos mágicos cuando la inspiración viene y te da tantas historias.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Besotes!!!
Ahora que veo tu forma de escribir me apetece mucho leer alguna de tus novelas.
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