EL BURRO FLAUTISTA, TOMAS DE IRIARTE.
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«iOh!», dijo el borrico,
«¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala
la música asnal!»
Sin regla del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
Siempre me ha gustado esta fábula, sobre todo desde que hace
unos cuantos años, en el taller de Teatro del AMPA del colegio, mi hijo mayor
(muy pequeño entonces) se convirtió en el protagonista de la función de fin de
curso. Cada vez que la leo me acuerdo de lo que me sorprendió encima del
escenario (es tan tímido que no sé todavía cómo pudo moverse con tanta soltura
aquel día) y me acuerdo de que mi habitual torpeza costurera le jugó una mala
pasada y perdió la cola en mitad de la función…
Pero, por encima de todo, siempre me ha parecido una gran
historia que habla de la necesidad de formarse, en cualquier empresa que nos
embarquemos. Da igual si el aprendizaje es autónomo o guiado, tiene que existir
porque si no, puede pasarnos como al burro: seremos capaces hasta de crear una
obra maestra pero, ¿podremos repetir la hazaña? ¿Podremos volver a escribir algo interesante al menos?
En la escritura, básicamente el tema de este blog y por eso
me centro en él, hay reglas. Gramaticales, ortográficas, sintácticas… y cualquiera
que se enfrente al reto de escribir un libro debe tener un conocimiento de
ellas. No es necesario que sea profundo, pero sí lo suficiente como para
asegurarnos de que las cosas, como al burro, no nos suceden porque de pronto
"suena la flauta". Para escribir hay que leer primero, empaparse de
lo mucho bueno que hay disperso, pero también hay que leer lo no tan bueno,
porque de los errores, propios y ajenos, se aprende también.
Casi más, me atrevería a decir.
Me encuentro a menudo escritores que no paran de leer, para
los que esta actividad es casi tan importante como la propia creación
literaria, pero también observo que hay quienes dicen que el tiempo no les
llega para posar sus ojos sobre otras palabras que no sean las suyas y me hago
esta pregunta: ¿no será que la primera vez que escribieron algo interesante fue
por casualidad?
¿Habéis hecho algo en vuestra vida por pura casualidad?
Por casualidad abrí un blog :)
ResponderEliminarestoy contigo, creo que hay que leer lo bueno y no tan bueno, no entiendo que algunos escritores se planteen algo como no leer, la verdad.
Y la fábula de hoy me encanta. Besos
El burro pudo hacer que la flauta sonara por casualidad, pero jamás lograría sacar del instrumento una melodía que llegase al alma.
ResponderEliminarNo creo, por tanto, que se pueda escribir algo interesante de casualidad. No obstante, coincido en que leer es muy importante, porque te ayuda a adquirir la técnica para volcar el sentimiento en el papel. Pero antes que eso está el talento, la pasión por contar y la habilidad para emocionar al hacerlo. No por mucho leer se logrará escribir un buen libro.
Esta narración tan sencilla me gusta mucho, Marilú, porque encierra una gran lección, como no podía ser menos de algo que fue escrito en La Ilustración. Literariamente hablando no es el período que más me gusta, pero se salvan algunas joyas como esta.
ResponderEliminarBesos
Enrique, creo que no por mucho leer se acaba escribiendo, pero estoy segura de que para escribir, hace falta leer mucho.
ResponderEliminarPero hoy no estoy segura de nada. Ya has visto, ¿cómo me han llamado? Prejuiciosa y suficiente.
Casi nada.
Yo suelto a veces una sentencia, algo grosera, pero sobrada de expresividad: se caga lo que se come y se escribe lo que se lee. Es decir, la escritura es consecuencia de la lectura. Y si no se lee, cuanto se pueda e incluso lo malo, como tu dices, lo que se escriba carecerá del más mínimo interés. O que alguien diga un nombre, uno solo, de un escritor estimable que no gusta de la lectura...
ResponderEliminarMe quedo esa frase, Braulio, me ha encantado. Y es cierto lo que dices, a los grandes escritores les apasiona leer y tienen enormes bibliotecas. Alguno conozco que ya no sabe qué hacer con los libros.
ResponderEliminarUn beso
Creo que por casualidad he hecho demasiadas cosas... ;)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la fábula, nunca la había leído.
Besitos.
Una preciosa fábula con una gran enseñanza. Porque los escritores, como todos en su profesión, tienen que seguir formándose siempre. Y ¿cómo no hacerlo sin leer? Sí, hay que tener talento para hacerlo, pero si no sabe llevar bien ese talento, si no se aprovecha, si no se forma, nunca va a evolucionar, nunca va a mejorar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me ha gustado mucho la entrada. Por supuesto que hay que formarse para todo. Yo no escribo, sólo leo... y también cuanto más pasa por mi vista mejor lo hago.
ResponderEliminarCasualidades? si que hay, pero para ayudar en el comienzo, al final lo que vale es el cuidado y el esfuerzo y no la carambola
Besos
Yo me encontré con tu libro "La arena del reloj" por casualidad, leyendo una entrada por casualidad en un blog (el de Tatty, que todo hay que decirlo), y mira todo lo bueno que ha ocurrido desde entonces, entre otras cosas conocernos y comenzar una buena amistad. La casualidad ayuda, pero la curiosidad dirige. Magnífica entrada, Mayte, como todas las tuyas.
ResponderEliminarMuy buena reflexión Mayte, nunca me había parado a pensar en la fábula de esta manera. Biquiños!
ResponderEliminar