Sin embargo, una simple llamada lo cambiaba todo. Le ofrecían otro trabajo, en el que viajar, algo impensable en su vida de supermercado, era uno de los alicientes, y que le reportaría un sueldo triplicado. Toda una tentación para Cristina.
Un caramelo en sus labios.
Pero…
Cristina tendría que ceder algo a cambio. Tendría que cambiar de casa, de ciudad y adaptarse a un nuevo entorno, repleto de personas a las que no conocía.
Daba miedo.
Ella siempre había sido una mujer tranquila a la que los cambios alteraban demasiado. Lo que en principio, en el primer instante de la oferta, iba a ser un sí rotundo, le fue generando dudas y angustias que quebrantaron su sueño y eliminaron su apetito.
La decisión la fue postergando.
Un día pensaba que sí, que era eso lo que ella realmente deseaba y se proponía devolver la llamada con una respuesta afirmativa. No obstante, a la mañana siguiente, una nube de dudas había desatado una tormenta nocturna y el sí inicial pasaba a un no tajante.
Un martes se cansó. No se puede vivir dudando. Cerró los ojos, respiró profundamente y se dijo que ya estaba bien, que ella se merecía algo mejor que pasar sus días al lado de la caja de un supermercado de mala muerte.
Dejó su trabajo.
Devolvió la llamada.
-Lo siento. Llega tarde. Ya hemos cubierto la vacante.
Lo que cuesta tomar decisiones trascendentales... pero la vida no espera. Lleva un ritmo que no tiene nada de humano. Hay que tener las ideas muy claras para decidir de manera rápida, y ello no te asegura que aciertes...
ResponderEliminarBuen microrrelato, Mayte.
Saludos!
La vida es una dicotomía continua que te obliga constantemente a elegir el rumbo por el que ir. Cuando se trata de menudencias no hay mucho problema en no acertar, pero en cuestiones trascendentales es muy difícil mantener el equilibrio entre tomar una decisión rápida y problablemente irracional, o tomarse demasiado tiempo para estar segura de que es lo que más nos conviene y perder por eso la oportunidad. Lo mires por donde lo mires, no deja de ser un riesgo, pero ahí precisamente es donde está la sal de la vida y la mayor fuente de aprendizaje, ¿no?, en la incapacidad de tenerlo todo controlado y dominado siempre. Digo yo... :)
ResponderEliminarCuántas historias parecidas habrán ocurrido. Esas oportunidades que se escapan... Y es que es difícil a veces tomar decisiones, aceptar tantos cambios. Hay que tener las cosas muy claras.
ResponderEliminarBesotes!!!
Quien dice un supermercado, dice cualquier otra circunstancia. La vida está llena de oportunidades que dejamos pasar, de elecciones que hacemos.
ResponderEliminarEquivocarse, como Cristina, está dentro del cálculo de probabilidades. Aunque, quién sabe, quizá ha abierto una puerta a algo más grande...
Las oportunidades llegan y llaman a la puerta, las dudas hacen que muchas veces las perdamos.
ResponderEliminarMe gustaría saber si la torturó mucho el "Y si..." a esta chica
Besos
La vida nos va enseñando que hay que arriesgarse. Hay que dejar una y otra vez nuestra zona de confort si queremos avanzar, pero a veces, solo nosotros sabemos cuanto nos cuesta.
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