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sábado, 5 de enero de 2013

DESCOMENTADOS

Esta noche vienen los Reyes Magos, pero a mí ayer me hicieron un regalo que agradezco: he sido "descomentada". Hace unas semanas me quejé a Amazon porque un individuo se dedicaba a dejar comentarios de cinco estrellas en cuanto libro pillaba en el top 100. El sujeto en cuestión no decía nada en concreto, sino que, sin ninguna sutileza, colaba el enlace de su propia novela en el comentario. Yo fui una de sus víctimas, a quien dejó cinco estrellas a cambio de que le sujetase, durante un tiempo que gracias a dios ha sido breve, su enlace.

A lo tonto, a lo tonto, el otro día lo vi en el top 100. Algo vetado para novelas con calidad, pero que éste ha conseguido con una estrategia de maketing éticamente reprobable.

Sin embargo, ciento y pico comentarios iguales cantaban mucho y ayer vi que en Su chico de alquiler tenía este mensaje: Sé el primero en escribir una opinión sobre este producto.

¡Me encantó!

 Prefiero, sinceramente, que no tenga ni un solo comentario, que si no se los merece, nadie diga absolutamente nada del libro antes que ser utilizada. Soy generosa normalmente pero no otra palabra que empieza por g y que no pondré hoy por ser el día que es, no sea que los Reyes me escuchen, o me lean, y ya sí que no me traigan lo que he pedido. Aunque con el trabajo que tienen hoy no sé si estarán para ponerse a leer blogs...

Y pasando a otra cosa, que me disperso... Quiero hablaros de ciclos. Detecto que los de mis novelas empiezan a agotarse. Supongo que cuando has vendido muchos ejemplares en los meses anteriores (no es que hayan sido una barbaridad, o cifras para celebrar una fiesta, pero han estado muchísimo mejor de lo que me hubiera atrevido a soñar), los libros empiezan un suave descenso hasta que se mueren. En este caso no es una muerte real, sino un hundimiento en los abismos de la lista que los sitúa en posiciones invisibles.

Es una sensación... rara. A veces me siento mal, porque me he esforzado en empujarlas, teniendo que morderme la lengua ante comentarios venenosos de quienes insisten en que la publicidad que hacemos los autores es cansina y contraproducente (pues siento decir que no, que cuando lo dejas es cuando decaen, que lo he probado) y a pesar del esfuerzo, a pesar de que he rozado con los dedos mi objetivo, no lo he llegado a conseguir del todo. Otras, me doy cuenta de que he logrado muchísimo. Con la ayuda de la gente de los blogs, sobre todo, que se implicaron en esos dos meses de verano en los que reseñaron los libros, siempre tendré que agradecérselo y no olvidarlo, porque no fue mérito mío solamente. Aunque en muchas ocasiones te llegues a sentir muy sola.

También me siento muy bien con los comentarios que tienen las novelas. Ni uno solo de los que hay los he pedido, no se me ha ocurrido jamás decirle a nadie que se vaya a Amazon y me ponga una opinión. No, porque si lo que quiero es saber qué opinan, si lo pido no sería real, ¿no creéis?

Ahora, con la novela que tengo terminada en fase de últimos retoques, toca tomar aire, pensar si estoy preparada para volver a meterme en este lío. El año pasado pagué mi precio en todo esto: veinte kilos. ¡Casi nada! He sido capaz de recuperar cuatro, pero sigo en una talla que cuando plancho la ropa mi cerebro se niega a creer que es la mía.

Esta vez tengo experiencia.

Espero que sirva de algo.