Una novela es una melodía que se compone despacio.
Hace falta que los primeros acordes empiecen a sonar dentro de ti, seleccionar el tempo, el ritmo, la voz de cada uno de los personajes... Necesitas elegir otra voz, la del narrador, una que empaste con ellos de modo que esta canción que estás construyendo suene lo más armónica posible. No hay que descuidar la estructura, decidir los cambios de giro y el final que deje a quien se anime a acercarse a tu creación con un buen sabor de boca.
Luego hay que sentarse y trasladar esa música al papel.
Puede que si tienes todo lo anterior claro esta parte fluya con facilidad y logres acabarla rápidamente, pero aún falta muchísimo trabajo y una buena dosis de paciencia.
Hay que olvidarse de ella un tiempo.
Aunque cueste.
Aunque sepas que echarás de menos a tus personajes.
Aunque te hayas acostumbrado tanto a ella que constantemente la tararees en tu mente.
Luego, cuando transcurra un tiempo, serás capaz de ver si en algún punto se desafina una nota, si hay algo que se puede mejorar o si, directamente, deberías devolverla a ti porque no ha superado el examen del reposo.
Mayte Esteban
Qué bonita comparación! Y qué bonito lo cuentas!
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Y qué sorpresa cuando al cabo de un tiempo vuelves a leerla y te sorprende a ti misma! Es una sensación estupenda. Besos
ResponderEliminarLo que más cuesta es olvidarla, por el miedo a que cuando la recuerdes no te guste. Biquiños!
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