Con este título es probable pensar que en este post voy a
hablar de Realismo, esa corriente literaria de finales del XIX que retrató la
realidad en todos sus aspectos con una minuciosidad exhaustiva. Él es el autor español más prolífico de novelas de aquella época, ejemplo de constancia -y de libro de
literatura-; ella representa la corriente Naturalista, el final de esa etapa
donde se presta más atención a lo sórdido y donde el determinismo tiene, si
cabe, mucho más peso.
Emilia Pardo Bazán, coruñesa de nacimiento, fue la autora de
una de las obras clave de nuestra literatura, Los pazos de Ulloa (obra que
reseñé hace tiempo), donde retrata la vida de la Galicia rural de finales del
XIX. Novelista, ensayista, crítica literaria y periodista, fue esposa de José
Quiroga. Durante un tiempo, él fue nombrado diputado, lo que sacó a Emilia de su
tierra y la llevó a Madrid. El desencanto con la política de su esposo cambió
el rumbo de sus vidas y les condujo a viajar por Europa. Próxima a
ambientes literarios, Emilia Pardo Bazán empieza a publicar, pero no alcanzará
su madurez hasta que escriba Los Pazos de Ulloa, entre 1886 y 1887. En ese momento, separada ya de su marido, se
produce un acercamiento íntimo al otro personaje de esta entrada: Benito Pérez Galdós.
Galdós, natural de Las Palmas de Gran Canaria, fue
novelista, dramaturgo, cronista y político español. Terminó sus días amargado
por el hecho de que no le concedieran el Premio Nobel de Literatura y ciego
(hubo de dictar por ellos sus últimas novelas). Me encanta su rutina:
levantarse, escribir un rato y salir a pasear, a espiar conversaciones ajenas
con las que dotar de frescura y naturalidad a sus personajes. Reconozco que
siento mucha envidia por poder hacer esto, aplazado en mi caso para,
probablemente, nunca. Esa rutina le permitió escribir cada trimestre un volumen
de trescientas páginas. Curiosamente entre 1886 y 1887, los años de más intensidad de su relación con la Pardo Bazán, escribió una de sus
mejores obras, Fortunata y Jacinta.
Los nombres de Galdós y Pardo Bazán están unidos por su literatura, adscrita a la misma corriente, y por la relación personal que mantuvieron. Hay un libro, “Miquiño mío” en el que se
recoge la correspondencia que ambos se intercambiaron durante unos años. En 92 cartas
abarcan desde 1883 hasta 1915 y son todas de ella, ya que las de Galdós no se
han salvado (excepto una).
El tono de las cartas evoluciona. Desde una correspondencia
formal al principio, poco a poco los saludos se van haciendo más afectuosos y
es en ese momento, cuando la pareja vive una particular historia de amor, cuando ambos escriben
las obras antes mencionadas, casi lo mejor de su producción literaria. En 1890
su relación se enfría y el nacimiento de la hija de Galdós (con otra mujer) al año siguiente los
distancia. En principio siguen intercambiando correspondencia pero, poco a poco, las
cartas vuelven a un tono mucho más formal, como al principio.
Los fragmentos de cartas que he leído me han parecido de un cursi exagerado. Creo que nadie debería husmear en la correspondencia de otros, se nos caerían muchos mitos.
Los fragmentos de cartas que he leído me han parecido de un cursi exagerado. Creo que nadie debería husmear en la correspondencia de otros, se nos caerían muchos mitos.
La verdad es que después de tantos años estudiando literatura
de todo esto no me había enterado, pero creo que es interesante saber algo de
la vida de los autores porque siempre se refleja de alguna manera en su
literatura. Se me ha ocurrido indagar sobre más parejas de escritores y hay
muchas. Algunas que llegaron a buen puerto y otras que se quedaron en meros
intentos. Yo creo que tiene que ser un infierno una casa con dos escritores, con
todas las neuras que los –nos– caracterizan.
No sé, igual me equivoco y eso es el paraíso.
No me esperaba esta entrada, pero me ha encantado. Pérez Galdós es un escritor al que amo y odio casi a partes iguales. No me deja para nada indiferente y me ha resultado más humano después de leer tu entrada. Espero que nos traigas más de estas curiosas parejas.
ResponderEliminarBesos!
Las he encontrado que se quedaron en un deseo. Yo tampoco lo sabía, tropecé con ello por casualidad, pero investigaré, es interesante.
ResponderEliminar¡Besotes!
Muy curioso. No tenía ni idea.
ResponderEliminarPues no sabía nada de esta relación...Y mira que son dos escritores que me gustan.
ResponderEliminarCon tu última frase he recordado a una pareja de escritores que me gustan mucho, Almudena Grandes y Luis García Montero. Supongo que lo llevarán bien, porque ya llevan años.
Besotes!!!