Los que habéis leído la novela probablemente sabéis que arranca cuando Alicia, recién llegada a Toledo, decide realizar una ruta guiada para conocer la ciudad que la acogerá en las siguientes semanas. Ha llegado para hacer una suplencia en un instituto y piensa que estos días serán un simple paréntesis en su vida. Lo que no imagina es que la cambiarán para siempre.
Como en la novela, la ruta partió de noche. Acompañados por Eloy Moreno y por los guías de rutas de Toledo (Alberto con un grupo y Gudi con el otro) recorrimos los escenarios de la novela a la vez que nos contaban las leyendas de la ciudad de Toledo.
Fueron dos horas en los que hubo una invitada imprevista: la lluvia. Se presentó sin reserva y ahí estuvo, intermitente, dándonos algunas treguas. También nos libramos de ella cuando entramos en La Almunia de San Miguel, el pequeño hotel en el que se ambienta parte de la novela (me encantó el aljibe y ese túnel tapado con el botellero del que nos hablaron), o en el momento en el que pasábamos bajo los cobertizos toledanos.
A mí se me hizo corto, ni siquiera me cansé con tanta cuesta, y eso que hoy tengo unas estupendas agujetas toledanas.
Me dejo aquí las fotos, algunas, las que se han salvado porque tampoco es que fuera muy sensato sacar la cámara con la que estaba cayendo, y os invito a que hagáis la ruta. Con la entrada, además, nos dieron unas claves para descargarnos dos libros sobre Toledo.
Lo malo es que yo perdí la mía...
Como en la novela, la ruta partió de noche. Acompañados por Eloy Moreno y por los guías de rutas de Toledo (Alberto con un grupo y Gudi con el otro) recorrimos los escenarios de la novela a la vez que nos contaban las leyendas de la ciudad de Toledo.
Fueron dos horas en los que hubo una invitada imprevista: la lluvia. Se presentó sin reserva y ahí estuvo, intermitente, dándonos algunas treguas. También nos libramos de ella cuando entramos en La Almunia de San Miguel, el pequeño hotel en el que se ambienta parte de la novela (me encantó el aljibe y ese túnel tapado con el botellero del que nos hablaron), o en el momento en el que pasábamos bajo los cobertizos toledanos.
A mí se me hizo corto, ni siquiera me cansé con tanta cuesta, y eso que hoy tengo unas estupendas agujetas toledanas.
Me dejo aquí las fotos, algunas, las que se han salvado porque tampoco es que fuera muy sensato sacar la cámara con la que estaba cayendo, y os invito a que hagáis la ruta. Con la entrada, además, nos dieron unas claves para descargarnos dos libros sobre Toledo.
Lo malo es que yo perdí la mía...
Yo pienso hacer más rutas con ellos, en cuanto vuelva a Toledo.