Hace ahora cuatro años se me ocurrió una entrada para este
blog que titulé “La relación autor-lector”. En ella hablaba de la nueva vía de
comunicación que las redes sociales abrían entre los escritores y los lectores,
una aproximación única que las nuevas tecnologías permitían. Algo que, hasta
ese momento, era impensable. Los autores nos encontrábamos que podíamos tener
de primera mano las impresiones que causaban nuestros escritos casi de manera
inmediata, mientras que los lectores podían hacernos preguntas y dejarnos sus
sensaciones. Eso suponía toda una revolución, una proximidad que nunca se había
dado y que, en estos cuatro años, se ha ido consolidando, de tal manera que
creo que apenas quedan escritores que no tengan una vía de contacto abierta con
sus lectores.
Al menos vivos.
Para esta ocasión conté con las palabras de varios autores
que se abrían paso en esos momentos y a los que tuve acceso precisamente por
esa facilidad que dan las redes. Entre ellos hay nombres que se han hecho un
hueco en el panorama literario actual, auténticos fenómenos de ventas, incluso
los hay con cientos de miles de fans. Otros, como es normal también, han ido
reconduciendo sus pasos, porque este es un camino muy duro y no todo el mundo
tiene la templanza de mantenerse. O quizá la calidad, de eso también se podría
hablar.
Hoy la reflexión, aunque pensé en principio volver a
contactar con algunos autores, la voy a hacer sola. La facilidad para hablar con
ellos sigue existiendo, las redes juegan un papel esencial, pero también hay
otros caminos que no podemos olvidar. Existen otras maneras de encontrarse con
los lectores, más de tú a tú, y es en esas en las que he empezado a notar cambios.
Lo primero que he detectado es que las presentaciones de
libros están empezando a quedarse obsoletas. Cada vez es más frecuente que un
autor se tome la molestia de hacerse cientos de kilómetros para un encuentro
con lectores y, llegado al lugar, sentado detrás de una mesa bien colocada, con
sus libros expuestos y un par de personas de apoyo para hablar sobre el libro,
al otro lado no haya más… de media docena de personas.
Con suerte.
Eso no es rentable. No lo es porque el acto queda frío,
porque los escritores, la mayoría, no vivimos de esto y cada encuentro con los
lectores nos cuesta tiempo y dinero. Demasiado esfuerzo para la escasa
compensación que supone, que no es más que conservar unas fotografías que
atestigüen que sucedió. Por eso no es raro encontrar a autores que expresan sus
reticencias a las presentaciones clásicas. Si contamos con que, desde casa,
sentados tras la pantalla del ordenador, podemos mantener una charla con el
lector mucho más enriquecedora, ¿para qué salir de nuestro confortable refugio?
¿Para vender… uno o dos libros? ¿Para firmarlos?
Sigue habiendo presentaciones, claro, pero cada vez me
encuentro con más autores a los que este método no les atrae en absoluto.
Sin embargo, he visto otras estrategias que, quizá por la
innovación que suponen, sí parecen encauzar el tema. Una de ellas es organizar
una ruta sobre el libro con la presencia del autor. Es cierto que no todas las
novelas se prestan a esto, pero las que sí lo hacen están obteniendo resultados
que merece la pena pensar en ellas. Mucho más enriquecedores que el sentarse
tras una mesa, porque quienes acuden a estos actos muchas veces llevan ya leída
la novela. Y siempre hay tiempo para una firma, tal y como sucede al final de
una presentación. Con respecto a esto tengo que decir que he tenido dos
experiencias. Estuve en Barcelona, haciendo dos rutas, la de La catedral del mar y la de La sombra del viento, sin los autores
presentes y en Toledo
con Eloy Moreno, siguiendo los pasos de Lo
que encontré bajo el sofá. Me encantaron ambas, pero sobre todo la segunda,
porque no solo vivías los escenarios de la novela, sino que podías preguntar al
autor sobre lo que quisieras en el mismo lugar donde transcurre la novela. Dejé
mis impresiones en una entrada
del blog. En esta, además, fui con personas que no habían leído el libro y a
las que también les gustó mucho. Algunas leyeron el libro después. Otras no
leen ni así, pero ese es otro tema.
Otra de las cosas que se están haciendo son charlas en un
ambiente mucho más íntimo. He tenido la oportunidad de acudir a una y la verdad
es que es infinitamente mejor que una presentación. Ahí se habla de un libro
leído previamente, se pregunta al autor mientras te tomas un café y el momento
se convierte en una experiencia literaria de las de recordar durante mucho
tiempo. Mirad si no la crónica del encuentro
con Mikel Alvira en el Hotel de las Letras en Madrid hablando de La novela de Rebeca. El autor convocó a
quienes quisieran ir por Twitter y la verdad es que estuvo genial. Fuimos muy
pocos, aunque estaba abierto para quienes quisieran, quizá porque es algo muy
nuevo y la gente no acababa de entender qué sería eso.
Con los blogueros también se están planteando encuentros muy
enriquecedores. El autor cuenta con impresiones de lectores de primera mano y
esto nos sirve para chequear las sensaciones que causa la novela casi al tiempo
de ser publicada. Todavía no he acudido a ninguna de estas, me he tenido que
conformar con leer las impresiones en distintos blogs, pero creo que es otra
manera para el autor de acercarse al lector que está en auge. Podéis ver una de
ellas en este enlace que he “robado”
del blog El búho entre libros, del encuentro con César Pérez Gellida en Madrid
con motivo del lanzamiento de Khimera.
¿Que el resultado de esto, la crónica en el blog no resulta demasiado objetiva?
Es algo que me sugieren desde un comentario de Facebook mientras comento que
estoy escribiendo esta entrada. Pues no sabría qué deciros con respecto a los
demás. En mi caso, desde luego que no me tomaría la molestia de escribir ni una
línea de algo que no me haya aportado algo positivo.
Este año al blog le faltarían, si hiciera eso, reseñas de al
menos treinta novelas que no me han dicho nada de nada. O me han dejado
sensaciones tan poco memorables que no merecen ni que me siente a escribir
sobre ellas. Pero ahí está cada uno, para tomar decisiones sobre lo que escribe
y lo que no, lo que apoya y lo que deja pasar. Si es que lo digo muchas veces,
pero creo que es cierto, los libros de los que no se habla, se mueren.
Pero sigo, no me quiero desviar, que me conozco.
La última que he visto es muy original, y aún está
pendiente. He visto anunciada en las redes una cata de vinos en una bodega con
Mikel Alvira. Otra manera, sin duda, de disfrutar la novela que se sale de lo
que conocíamos hasta ahora. Me pilla lejos, si no me plantearía ir para vivirlo
de primera mano. Ya sabéis que no sé estarme quieta.
Por supuesto, siguen haciéndose presentaciones clásicas y
las firmas en las Ferias de Libros, pero los cambios están ahí. La aproximación
entre lectores y autores sigue dando pasos. Se consolidan las redes como
elemento esencial, pero se abren otros caminos muy interesantes que no hay que
perder de vista.
¿Se te ocurre alguna más?