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martes, 4 de abril de 2017

PROS Y CONTRAS

Hace unos días, regalé la primera novela que publiqué en Amazon en marzo de 2012, en aquellos tiempos remotos del principio de la autoedición en esta plataforma, cuando formaba parte de lo que se llamó Generación Kindle. Era El medallón de la magia, junto con la otra que completa esta historia, Brianda, fueron objeto de un regalo.Un regalo mío a quien se quisiera acercar a ellas, porque era mi cumpleaños y me apetecía tener un detalle con los lectores, celebrarlo de este modo. Eso no es, como no me canso de leer por ahí, un "autopirateo", palabreja tonta donde las haya, ni tampoco es un modo de aumentar mi vanidad, como tuvimos que escucharle Mercedes Gallego y yo a un personaje que nos acusaba de perjudicar al sector editorial por regalar nuestras obras.

Eran un simple regalo.

Porque puedo hacerlo y porque quiero.

Así de sencillo.

Regalar una novela tiene sus pros y sus contras. El pro es que vas a encontrar lectores. Algunos, la inmensa mayoría, se la descargarán y jamás van a abrirla. Tenemos -todos- cierta tendencia a acumular las cosas que nos dan gratis. Si no, miraos las manos cuando salís de cualquier Feria. Volvemos cargados con una bolsa con los objetos más variopintos que, en la mayoría de las ocasiones, acaban en el cubo de la basura. Pero hay otro pro y es tropezar con alguien que sí se anime a abrir sus páginas, que se encuentre cómodo entre ellas y llegue hasta el final y, entonces, habrás encontrado un lector.

Así, de este modo, yo llegué a una lectora que en este mes se ha leído cinco de mis siete novelas. Para mí eso ya es objetivo cumplido, una maravilla porque esta novela ha reclutado lectores y son más difíciles de encontrar que las setas en un tórrido mes de verano.

El contra es que, inevitablemente, los piratas hacen su agosto. Al día siguiente de la promoción, varias páginas ofertaban gratis mis libros, algo contra lo que ya me niego a luchar, porque no es a mí a quien corresponde, sino a las personas que deberían legislar esto, perseguir a los que se lucran del trabajo de otras personas. Y uno más: los comentarios negativos.

Me llegó uno para El medallón de la magia.

Ante la estupidez del argumento empleé mi derecho, porque lo tengo, de puntualizar. Nunca, jamás, voy a entrar a decirle a un lector nada si no le ha gustado la historia, pero si su comentario negativo no tiene esa justificación o alguna de peso, sí voy a hablar. Porque me parece sumamente injusto que tenga que mantenerme callada ante la estupidez de otro y porque creo que defender mi trabajo también es mi misión, más en un caso como este que se trata de una novela que no tiene una editorial detrás.

Veréis, la crítica era... ¿absurda? Si hay algo contra lo que peleo cada día en el trabajo es con la capacidad para emitir juicios razonados que se sostengan, para enseñar a leer y a no decir idioteces. ¿Por qué no debería poder decirle a alguien que se equivoca cuando está tirando por tierra mi trabajo? Insisto, no era una apreciación subjetiva, no era ni siquiera como la otra crítica negativa que tiene esta novela que estaba justificada y a mí me ayudó muchísimo como autora. Ni siquiera como un matiz de una que tiene Brianda, en la que la lectora dice que quizá la portada no anima a leer la historia, y eso es algo que me planteo valorar porque quizá lleve hasta razón.

No. Era otra cosa.

Valoraba como algo negativo que es infantil. Una novela que lleva desde marzo de 2012 sin cambiar de categoría en Amazon: está en infantil. Por que lo es y eso, que ya está en el envoltorio de la novela misma, no creo que pueda juzgarse como algo negativo.

¿A qué viene eso en la crítica? ¿La persona que lo ha descargado no sabe leer? Y no me vale el argumento de que ha pagado por ella y, por lo tanto, tiene derecho a decir lo que le dé la gana porque me apuesto lo que queráis a que no lo ha hecho: se la regalé yo poniéndola gratis. Esta novela llevaba meses sin tener un comentario, este llegó justo tras regalarla, así que no se trata de una compra.

Dos y dos, de toda la vida, son cuatro.

Pero bueno, es que también se puso número 1 de descargas gratis, que ya me diréis qué mérito tiene eso salvo el que yo me divirtiera un rato mirándolo. Y hasta eso, según está el panorama hoy en día, genera piques tontos en mucha gente que te rebotan de las maneras más variopintas. Supongo que ese comentario buscaba más perjudicar mi reputación como autora que valorar de verdad esta novela.

Pero es que, además, esta obra, a pesar de ser infantil, tiene mil cosas escondidas entre el texto que, quizá, una persona que no es capaz de fijarse en la catalogación tan obvia que tiene, habrá pasado por alto. No se habrá dado cuenta de que, insertadas en la narración, hay referencias históricas. No son profundas porque es un libro infantil, lo he dicho mil veces, se lo escribí a mi hijo cuando era pequeño. Aparecen personajes históricos como Velázquez o Quevedo mencionados, libros como El Quijote, reflexiones sobre la inutilidad de las guerras, lugares emblemáticos del Siglo de Oro como Zocodover en Toledo o la iglesia de San Ginés en Madrid. Juego con unos versos acrósticos y presento un tribunal que jamás debería de haber existido, que condicionó la vida de miles de personas en la época: la Inquisición. Todo, insisto, de manera sutil, una excusa para poder hablarle a mi hijo de todo ello y que empezase a aprender, todo aderezado de tal manera, envuelto en una historia sencilla que un niño pudiera seguir con soltura, sin perderse en esa otra historia que está en la superficie, la de Amanda y Alonso, un soldado tan peculiar que hasta me lo han copiado en una serie de muchísimo éxito. Bueno, no creo que lo hayan copiado, creo más bien que llegamos a la misma conclusión, solo que yo lo hice muchos años antes.

Y lo publiqué.

Esta novela iba bien cuando la puse a la venta, a pesar de que no cumplía el perfil para resultar un éxito en la plataforma, pero también tuvo su tropezón inicial con una reseña cobarde y maliciosa que frenó las ventas sin decir nada de nada de ella, con una indirecta que significaba: oye, no la leáis que es una mierda, y que poco consiguió en el mundo real porque, en paralelo, estaban sucediendo otras cosas mágicas, el montón de veces que ha sido elegido por profesores de instituto como lectura para los primeros cursos de la ESO.

Fíjate tú por dónde...

Me apetecía contar esto, reivindicar lo que es mío, dejar claro que podéis decir lo que queráis de una novela que escriba: que no os ha conmovido, que no la recordaréis, que no os ha dicho nada, que no es buena... pero en ningún momento me voy a quedar callada cuando critiquéis algo sin sentido que forme parte de su misma esencia.

Porque es mía y porque yo la defenderé.

Sé que hay gente que no admite que el autor se explique, que diga lo que pretendió, pero me da lo mismo. Soy una escritora de la calle y esta novela, como otras tres que tengo, solo me tiene a mí.