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viernes, 10 de agosto de 2018

ADIÓS, AMIGO.

Me ha costado horas romper a llorar, convencerme de que la última conversación escrita será la última, por más que lo supiera, por más que evitase cualquier contacto en los últimos dos meses más allá de los post.

No se me da bien decir adiós, pero sí el respeto hacia el otro y sus decisiones. Era la tuya y sé que no ha tenido que ser fácil. Solo espero que ahora estés en paz, que hayas conseguido esta meta que seguro que era una de las más importantes que te has puesto en la vida.

Pienso en tu hija y te digo que esta mañana mi hijo, ese que nació el mismo día del mes, me ha dicho que no me perdonaría nunca que me fuera. Pienso en mí misma, en lo que extraño a mi padre a pesar de los años pasados, y sé que yo tampoco se lo he perdonado. Me pienso como adulta y como tu amiga, y entonces todo cambia. Yo sé que sabías lo que hacías y por qué, y no soy nadie para cuestionarlo, por más que me duela el alma ahora mismo.

Gracias por todo, por el verano de 2015 cuando me salvaste de la tormenta. Gracias por los consejos, por las risas, por aquel día en la presentación de María José. Gracias por el universo que has creado, por los afectos, por el cariño, por la comprensión, por preocuparte cuando no tenías por qué hacerlo. Gracias por ser tú, gracias a la vida por permitirme conocerte. En las redes y en persona.

Adiós, poeta.

Adiós, Enrique.

Adiós, amigo.

4 comentarios:

  1. Cuando he sabido de la muerte de Enrique, he pensado en su familia y amigos. Por eso te he escrito. Un abrazo grande, Mayte, porque no hay palabras de consuelo, solo de despedida.

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  2. Lo siento mucho, Mayte. Un fuerte abrazo.

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  3. Llevo todo el día bloqueada. Todo el mundo dice cosas bonitas y yo solo soy capaz de echarme a llorar, como si las palabras me hubieran abandonado. Tendré que pasar esto como sea.

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  4. Me quedé ojiplática cuando leí sobre su muerte. Pensé que era un bulo de internet, y busqué en google y no encontré noticias hasta el día siguiente. Entiendo tu dolor, mucho ánimo. ES dolorosísimo. Uno de mis mejores amigos decidió hacer lo mismo con su vida con solo 32 años, y aún no lo he superado, es como si esa parte de los recuerdos se quedase dormida y no acabas de despertar realmente. Mucha fuerza y un abrazo gordo.

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