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domingo, 11 de febrero de 2018

EL HOMBRE QUE SE FUE A MARTE PORQUE QUERÍA ESTAR SOLO DE DAVID M. BARNETT



Sinopsis:

Todos conocemos a alguien como Thomas.

El vecino gruñón que se queja de tu comportamiento incívico en las reuniones de la comunidad de vecinos. El señor que te chista si tiene que esperar un minuto detrás de ti en la cola del supermercado. El compañero que manda un mail con copia a toda la empresa si por error acabas el último rollo de papel higiénico…

Thomas está perfectamente satisfecho yendo siempre por su cuenta, alejándose de los demás y de sus problemas. Pero bajo esa fachada gruñona se esconden una historia y una tristeza que a todos nos resultan dolorosamente familiares. Y está a punto de encontrar una familia que cambiara su manera de ver las cosas…

Un hombre que había dado el mundo por perdido. Una familia que le enseñará a vivir. El hombre que se fue a Marte porque quería estar solo es una historia irresistible y reconfortante sobre sobre amistades improbables y segundas oportunidades, perfecta para los lectores de La tentación de ser felices, El insólito peregrinaje de Harold Fry y Un hombre llamado Ove. Te hará reír, llorar… y reconciliarte con todos los cascarrabias que han pasado por tu vida.

Mis impresiones:

¿Sabéis esos libros que de pronto os llaman la atención porque os recuerdan a otro? Este fue uno de ellos. Leí un fragmento y de inmediato pensé en feelgood. Siempre que pienso en este género en mi mente se dibuja la sonrisa de Mónica Gutiérrez y me acuerdo de sus libros. En concreto, la novela de Barnett me había llevado incluso a la portada de La librería del señor Livingstone.

Las dos novelas tienen en común alguna cosa: un protagonista gruñón y encantador a la vez, personajes extravagantes que te enamoran, mucho sentido del humor y esa sensación que transmiten estas novelas de que este mundo, a pesar de todo lo malo, es un buen lugar para vivir. Que se puede seguir creyendo en las personas aunque a veces lo demos todo por perdido.

Pero vayamos a la novela. El título en español es eterno: El hombre que se fue a Marte porque quería estar solo. ¿Por qué? El original es Calling Major Tom, mucho más corto y desde mi punto de vista más impactante. A veces pasa esto con los libros, en las traducciones se adaptan los títulos y no lo entiendo. Me pasó con uno de Sophie Kinsella, se llamaba Can you keep a secret? en inglés y en español se lo cambiaron por otro que no le quedaba tan bien como este a la novela.

Pero vayamos a lo importante.

La obra se divide en 67 capítulos, todos con su título, y arranca en febrero del 78, cuando el pequeño Thomas Major, un niño feliz hasta ese momento, va con su padre al cine a ver La guerra de las galaxias. La que empieza siendo una noche magnífica -es preciosa la imagen de Thomas guardándose la luna en el bolsillo- se acabará torciendo cuando su padre le deje solo en la sala de cine para encontrarse con una amante. Cuando el niño los descubra se acabará su infancia y subrayará ese día como en el que empiezan las desdichas de su vida. Que no son pocas.

Por eso no es de extrañar -o sí, pero esto es ficción- que acabe pasando lo que pasará.

La novela no es lineal, son constantes los saltos al pasado para que vayamos comprendiendo al personaje y sus motivaciones, por eso el conflicto tarda un poco en llegar. El porqué Thomas acaba metido en una nave rumbo a Marte, solo, si él es un simple científico no un astronauta. Por qué se va para siempre de la Tierra a un lugar donde no se encontrará con nadie nunca más.

Pues es un poco loco, pero te ríes.

El elegido para la aventura de ser el primer hombre que se instale en Marte se muere de pronto de un infarto, justo diez minutos antes de que lo vayan a presentar a la prensa, el 11 de enero de 2016. Thomas tiene solo la misión de acompañarlo hasta que empiece la rueda de prensa. Solamente eso. Nada más. Pero ha recibido ese día los papeles de su divorcio. Bowie ha muerto. ¿Qué se puede perder si él se pone el traje del astronauta que acaba de caer fulminado a su lado y se presenta ante la prensa como si él fuera el elegido de verdad?

El disparate, que casi le cuesta un infarto a los miembros de la BriSpa -Agencia Espacial Británica-, a la prensa le hace mucha gracia. El se llama Thomas Major o Major Tom, como acaban llamándolo, en un juego de palabras que tiene que ver con una canción de Bowie. Es la publicidad perfecta y Thomas acabará siendo el primer hombre rumbo a Marte, con un libro de crucigramas por compañero, un mal humor permanente y muy poquitas ganas de ponérselo fácil a quienes desde la Tierra siguen su misión.

Entonces aparece Gladys Ormerod. Es una adorable anciana a la que se le está yendo un poco la cabeza, que está a cargo de sus dos nietos, Ellie y James, porque su nuera murió en un accidente y su hijo está en la cárcel. Thomas la llama por teléfono por error y los problemas de Gladys y su familia acabarán siendo el motor de la novela.

Ellie y su responsabilidad inesperada a los quince años.

James, que a pesar de su corta edad ya sabe que quiere ser científico.

Me ha gustado en especial un personaje secundario, Delil, el adolescente que se empeña en hacerse amigo de Ellie, que está todavía más trastornado que Gladys. Me ha gustado mucho su optimismo contagioso, la perseverancia hasta que consigue que Ellie sonría.

Y me ha gustado cómo el autor acaba esta novela, que es la resolución de un crucigrama. Es como esa palabra que le cuesta tanto encontrar y que se la da la familia que lo salva de sí mismo y de la soledad.

Ah, al final, en su bolsillo, cerca del corazón, se guarda la Tierra en otra preciosa escena.


Nota: este libro ha sido un regalo de mi editorial. Gracias, María Eugenia, porque me ha gustado muchísimo, creo que me conoces.