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miércoles, 28 de febrero de 2018

UN POCO DE NOSTALGIA

Web del hotel


Hoy el Ritz de Madrid ha cerrado sus puertas por reforma y yo me he puesto nostálgica. Es normal, me voy haciendo mayor y acumulo ya muchas historias en la memoria.

Incluso tengo una para este hotel, y esta noche me apetece contarla antes de irme a dormir.

Hace 5 años, cuatro meses y seis días -creo- atravesé la puerta del Ritz de Madrid. Era algo que en la vida imaginé que me iba a suceder a mí. Nada más poner un pie en el vestíbulo, noté  una pirueta extraña y me sentí transportada a otro tiempo. Parecía que después de saludar al botones que me había sujetado la puerta, había retrocedido un siglo. La música en directo de un piano llegaba desde la cafetería y el personal lucía impolutos unos uniformes que solo había visto en las películas. Durante unos momentos, miré mis zapatos, mi blusa dorada de seda y el pantalón marrón que vestía y, aunque eran muy bonitos -lo siguen siendo, pero ya no entro en la 36-, desentonaban.

La razón por la que estaba allí hace cinco años, cuatro meses y seis días se llamaba Ken Follet. Una entrevista. Yo no tenía que estar allí, no era a mí a quien le correspondía hacerle las preguntas sino a una amiga bloguera, Tatty, a la que convencí para que no dejase pasar la oportunidad de su vida. Aunque para ello yo tuviera que acompañarla hasta la puerta, que es donde me quedé. Yo no estaba acreditada, así que no podía entrar en la habitación, pero en el Ritz la amabilidad es norma. Me dejaron en la cafetería, escuchando ese piano en directo.

Y terminando de darle forma a un sueño.

Ese día, en el Ritz de Madrid, mientras mi amiga Tatty entrevistaba a Ken Follet, yo terminé de revisar Detrás del cristal arropada por el sonido de un piano en directo. Creo que las decisiones que tomé ese día no estuvieron mal, porque la novela fue mágica.

Por eso hoy me he puesto un poco nostálgica, para mí ese hotel tiene mucho que ver con mi novela: lleva enredado el recuerdo de un par de momentos de esos que no se repiten más veces en la vida.

Nunca volveré a coincidir con Ken Follet.

Nunca volveré a escribir una novela como Detrás del cristal.