Quiero darte las gracias. Sí, a ti que estás leyendo esto, que has leído
La colina del almendro y la has recomendado. Quiero darte las gracias porque todo lo que me está sucediendo con esta novela tiene mucho de magia y eso te lo debo a ti y a los que como tú han confiado en mi capacidad para contar historias. A los que se lo habéis contado a otros, haciendo crecer esa bolsa de lectores que en realidad son mi único botín en esto de la literatura.
Gracias; esta carrera de fondo es muy dura y tú eres para mí como esos puntos de avituallamiento donde te dan agua o un plátano. Parece una tontería, pero eso te ayuda a reponerte. Tus palabras de vuelta son mi alimento para no desfallecer. Para alcanzar la meta.
Y no se me olvida.
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