De momento os diré que el protagonista se llama Daniel Durán y será un escritor fantasma, un negro literario como los llamamos aquí. Tiene 36 años y carga a sus espaldas un pasado que no le deja avanzar. Será lo que sucede en esta novela lo que desanude sus emociones. A pesar de ser escritor, se mantiene en una forma excelente, porque practica con un saco de boxeo todos los días. A mí me ha dado por imaginármelo más o menos así.
Páginas
martes, 23 de junio de 2020
NUEVA NOVELA DESPUÉS DEL VERANO
De momento os diré que el protagonista se llama Daniel Durán y será un escritor fantasma, un negro literario como los llamamos aquí. Tiene 36 años y carga a sus espaldas un pasado que no le deja avanzar. Será lo que sucede en esta novela lo que desanude sus emociones. A pesar de ser escritor, se mantiene en una forma excelente, porque practica con un saco de boxeo todos los días. A mí me ha dado por imaginármelo más o menos así.
domingo, 14 de junio de 2020
ME NOTO QUEBRADIZA
Pasa pronto, pero las horas que dura aprendo a jurar en varios idiomas.
Y no solo mis uñas están quebradas en este estado de alarma. El animo lo tengo igual, muchos días al borde del llanto aunque no sepa por qué, la mayoría con problemas para concentrarme al leer. Muchos más, renunciando a escribir porque no llego a ninguna parte. Las palabras me rehuyen menos que las historias. Sé que están, pero algo impide que salgan fuera.
Me estoy dedicando a lo fácil, a sacarle brillo a lo que voy recuperando de los cajones, a dejarme llevar por la corriente de los días, pero no hay entusiasmo. En nada. Con nada. Es como si este encierro no se hubiera llevado solo la libertad de andar por la calle y mostrar tu sonrisa, sino las mismas ganas de salir a la calle y sonreír. No solo me ha dejado sin besos y abrazos reales, se ha ido la sensación de recuerdo incluso de los virtuales.
Ya no hago planes.
Me cuesta un mundo poner un pie en la calle porque mi anhelo en este tiempo ha sido esperar el día en el que volver a ver a mi madre, y ya ni siquiera sé si será prudente, visto lo imprudente del comportamiento de la gente. Incluso de esa que se ha estado quejando todo el tiempo de los demás.
Reconozco que tengo miedo y puede que esté pensando por mí. A que mi madre enferme y le apliquen un protocolo de guerra por ser mayor. A enfermar yo, y que sea peor de la gripe que viví en febrero, que fue horrible. A que esto se siga alargando hasta el infinito.
Reconozco que estoy cansada de remar. Estoy cansada de parar y no notar que me recupero. Estoy cansada de vivir cansada. Ni siquiera mi pasión tira de mí lo suficiente. Tengo una novela ahí, en capilla, y no sé cómo defenderla, porque tampoco este ánimo quebradizo al que le cuesta respirar tiene energía para pensar alternativas.
Lo único que me da paz es algo que he vuelto a hacer: dormir.
lunes, 8 de junio de 2020
ESO DEL HYPE
jueves, 4 de junio de 2020
LA COLINA DEL ALMENDRO. FRAGMENTO.
Nunca se había permitido ese capricho. Era la primera vez
que se veía sin ropa y, lejos de cuestionarse si era o no hermosa, se
preguntaba cómo la vería John. ¿Sería la mujer que deseaba? ¿Se sentiría
dichoso por haberla elegido o, por el contrario, se avergonzaría de su aspecto?
No podía saberlo, no tenía para comparar nada más que las imágenes de los
desnudos de Eros y Psique y, no eran más que imágenes, no personas reales. Pero
no era solo eso lo que le preocupaba. Se preguntaba qué sentiría ella misma
cuando tuviera que desnudarse delante de su esposo. Un escalofrío repentino
recorrió su pálida piel, salpicándola un instante de diminutos bultitos. Se le
aceleró el pulso. Aunque trataba de no dejarse llevar por el pánico, muchas
veces escuchaba una voz interna que le susurraba que no estaba preparada para
entregarse a él. Cada día que pasaba, se acercaba más al momento de su
encuentro y la habían educado para aceptarlo, pero nadie le explicó cómo
afrontarlo sin sentir como le temblaba hasta el alma.
Respiró y cerró los ojos.
Entonces, cuando la forzosa oscuridad espantó un poco el miedo, permitió a sus manos posarse en sus senos desnudos. Primero con timidez. Después, dejándose llevar, acariciando con suavidad su propia piel, un territorio cercano para ella y tan desconocido como el timbre de la voz de John o el color de sus ojos. Siguió recorriendo su cuerpo, imaginando que no eran sus manos las que la acariciaban. Un extraño nerviosismo se apoderó de cada una de sus terminaciones nerviosas. Era agradable e inquietante. Ni siquiera se dio cuenta en qué momento John dejó de ser solo un nombre para convertirse en James.
Era la calidez de sus manos la que deseaba, quien en su mente recorría la geografía inexplorada de su cuerpo. El escalofrío se había marchado, dando paso a otras sensaciones desconocidas para Mary. Se obligó a abrir los ojos y descubrió que su rostro había enrojecido. Se regañó en silencio. No podía permitirse esos pensamientos, mucho menos después de lo que había pasado esa noche. Agarró el camisón de batista que estaba encima del baúl y lo pasó por los hombros, dolorida consigo misma.