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miércoles, 19 de febrero de 2020
AQUELLA VEZ EN BERLÍN, DE MARÍA JOSÉ MORENO
Sinopsis:
El día que el arquitecto alemán Richard Leinz recibe en su casa de Londres al señor Parker, investigador privado, descubre que hace quince años cometió una grave equivocación que marcó su vida. Atormentado por sus dramáticos recuerdos y por el dolor que causó a su alrededor, emprende una búsqueda tenaz en su pasado para intentar enmendar su error.
Cuando Thomas, secretario de Richard, decide por su cuenta llamar a Marie Savard, con la que el arquitecto mantuvo una relación, no sabe que está a punto de derrumbarse todo lo que lo ha mantenido a salvo hasta el momento: ¿Por qué Richard ya no es el que era? ¿Podrá Marie ayudarlos a librarse de sus fantasmas? ¿Cómo se puede convivir con la culpa?
Una historia intimista de secretos desgarradores, de amores frustrados, de palabras no dichas, de luces y sombras en el pasado de unos personajes que intentan sobrevivir en un tiempo histórico complejo mientras tratan de combatir a sus propios demonios y coger aire para disfrutar de eso a lo que llamamos vida.
Las casualidades no existen.
Los encuentros fortuitos tampoco.
Sobre la novela:
A estas alturas, a nadie que visite con asiduidad este blog le es ajeno que guardo una relación personal con María José Moreno. Eso, quizá, pueda hacer pensar que no soy objetiva a la hora de valorar su trabajo literario. Más cuando, además, formo parte de ese equipo de lectores que tienen el privilegio de conocer la novela antes que nadie.
Contra eso, no se puede luchar, forma parte de los prejuicios que se tienen, algunos arraigados porque proceden de experiencias que no han traído como resultado lecturas satisfactorias al creer a pies juntillas lo que nos dicen de los libros quienes están en el entorno próximo del autor.
Lo entiendo y por eso no lo voy a valorar, solo voy a escribir sobre su libro y os dejo a vosotros eso de valorarlo, si lo elegís como lectura.
Quiero hablar de esta novela, a la que he visto crecer.
Aquella vez en Berlín parte de un error, de una decisión tomada que, en ese momento parecía la más acertada, pero que, tras distintos acontecimientos que serán narrados en la novela, se revela como la peor del mundo. Ha cambiado muchas cosas en las vidas de los protagonistas, ha encaminado sus vidas por un sendero que ha sido mucho más pedregoso de lo que quizá debería.
¿Cuántas veces, pensando que estamos haciendo lo más correcto, al cabo del tiempo sabemos que fue el peor de nuestros errores?
Esta novela habla de la culpa, aunque a veces no seamos culpables en el fondo de nada.
Para contarlo, María José eligió dos narradores completamente diferentes. Me constan sus esfuerzos para conseguir equilibrarlos y para que el cambio entre ellos fuera lo más natural posible. Para que ese en primera persona con el que nos lleva de la mano Thomas no fuera disonante con aquel otro, el omnisciente que nos cuenta el resto de la historia. Ambos son necesarios para dibujar esta historia que tiene mucho de reflexiva, que suscita preguntas constantes sobre las decisiones que vamos tomando. Sobre el pasado que nos ha ido marcando.
La trama se articula en 38 capítulos, todos introducidos con una fecha, porque eso es algo con lo que también se juega en esta novela. El pasado y el presente se van alternando hasta que, ambos, nos muestran ese tapiz de hechos y emociones que han ido configurando la vida de los protagonistas.
En algo más de 350 páginas, cada uno de los personajes de esta novela, Richard, Marie, Lisa, Thomas, Kate..., nos van mostrando cómo son y cómo actúan. Y su pasado y su presente van jugando con nosotros, haciéndonos escribir la historia dentro, recomponiendo el puzle. María José va poniendo las piezas sobre la mesa, pero somos nosotros quienes las encajamos en este tapiz sobre la vida.
La portada me parece magnífica. Atractiva en su simplicidad. Se muestra así, despejada, limpia, invitando al lector a que entre en la novela de ese modo, dejándose llevar en este viaje que tiene mucho de emocional.
María José Moreno le dedica la novela a Antonio. Dejadme que señale esto, que puede parecer intrascendente, pero no lo es. Cuando escribimos un libro, sobre todo cuando llevamos ya unos cuantos a la espalda, escribimos mucho para quienes nos acompañan desde hace tiempo. No digo pensando en ellos, sino en volver a encontrarnos con esas personas en estas historias inventadas, volver a encontrar esa sincronía que a veces tiene mucho de magia. Antonio ha sido compañero de lecturas de María José durante casi toda su vida, lector cero, amigo incondicional. Esa fuerza que a veces necesitamos como extra para no desfallecer. En mitad de este proceso, cuando por suerte había logrado leer el manuscrito, Antonio falleció. No había leído la dedicatoria hasta ahora, cuando me he sentado con el libro cerca, para escribir esto, y me he emocionado. Porque conozco a María José y sé lo que habrá significado escribir esas palabras que suenan, porque lo son, a una despedida que nunca quiso hacerse.
Leedla si queréis, es todo lo que os puedo decir.
Yo ya lo he hecho.
Varias veces.