Si alguien viera mi portátil seguro que podría carita de pena. Está roto por setecientos veinte sitios: una esquina, se abre la zona de la pantalla, se me han borrado la mayor parte de las letras, no funciona la batería (ni encuentro repuestos), no va el wifi, me apaño con un USB externo que hace esa función, no va bien la cámara, he roto ya tres veces el cable que conecta la pantalla con el teclado...
Y seguro que me dejo cosas.
Podría decir que no estoy contenta con él, que me ha dado muchos problemas, pero estaría faltando a la verdad: mi portátil es la caña. Si está así es porque lo tengo desde septiembre de 2014. No ha sido un ordenador mimado, de esos que se tienen pero no se tocan, qué va... De él han salido montones de novelas, las que están publicadas y las que tengo en espera. He escrito varios cientos de entradas de este blog. He pasado muchas horas haciendo promociones en las redes sociales. He charlado con amigos. He visto comentarios. He lidiado con enemigos (bueno, esto es un poco hiperbólico, hay gente que me ha ido poniendo zancadillas una detrás de otra, pero no tienen entidad de enemigos, pobrecillos, bastante tienen con lo tontos que están...)
Y no me ha dado un solo fallo de los importantes.
Sigue siendo rápido, sigue teniendo un montón de memoria (los archivos de texto, que es lo que yo hago, no ocupan apenas) y quisiera seguir con él para siempre. Con todas sus taras, con sus miles de defectos, pero me gustaría no tener que estar embarcada en la tarea de buscarle sustituto.
Lo he hecho estos días.
De hecho, me compré otro, muy cuqui, que tuve que devolver a los dos días porque se ponía borrosa la pantalla.
He decidido retomar la búsqueda, aunque yo no soy de buscar aventuras, solo acabo embarcada en ellas por accidente, porque no queda más remedio o porque a veces uno necesita renovar el aire porque se ahoga y abre las ventanas un rato largo. No querría cambiar mi portátil, pero se va haciendo necesario.
Aunque duela desprenderse de todo lo que ha significado para mí.
La vida útil de la tecnología, ¡cómo condiciona! Suerte con el próximo y que genere tan buenos recuerdos como el actual. Un abrazo.
ResponderEliminarYa lo tengo, y menos mal, porque se partió. Literalmente.
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