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lunes, 31 de octubre de 2011

ADIOS, AMIGA.


Barby, te voy a extrañar muchísimo.
Cuando reuna fuerzas, te voy a dedicar la entrada
que tú mereces.

Adiós, amiga.



domingo, 30 de octubre de 2011

NUEVOS EN CASA

Estos días estoy recibiendo en casa muchos más libros de los habituales. Leo mucho, pero no siempre compro los libros yo. Lo he dicho muchas veces, mi madre tiene una biblioteca que da para un par de vidas, y siempre que voy a verla me traigo alguno de sus libros (que siempre devuelvo puntualmente).

Sin embargo, últimamente han sido varios los libros que he adquirido en papel. El primero que llegó fue Recuerdos prestados de Cecelia Ahern. Estaba en uno de esos cajones que ponen en los supermercados, llenos de libros a los que bajan el precio para deshacerse de ellos. Siempre me paro ahí. Se me olvida enseguida si el objetivo que me hizo entrar en la tienda fue comprar unos yogures y hacerme con la provisión semanal de leche y huevos. Me quedo pegada a esos cajones y es raro que no rescate a algún ejemplar.

Otro de los libros que se han instalado ya en mis estanterías es el último premio de novela Círculo de Lectores.  Me cuesta mucho elegir algo en la revista, cada vez que me la traen, porque suele estar llena de libros que tienen ventas espectaculares y como ya me he llevado varias decepciones con alguno de ellos, suelo mirarlos con cierto recelo. Por eso elegí la primera novela de Vicente Gramaje Trilla, Cuando leas esta carta. No sé qué tal estará, ya os lo contaré si me gusta, pero me anima que el jurado sea gente como tú y como yo.

Finalmente, se ha venido a vivir a mi casa el libro de Megan Maxwell, Las ranas también se enamoran. Ayer lo encontré en una librería y estuve mirándolo. Antes de que me diera tiempo a tomar la decisión de comprarlo, Alberto me lo quitó de las manos y se fue a pagarlo.

Por si no fuera bastante, hace unos días en Facebook me encontré con una oferta de Fernando Trujillo Sanz. A cualquiera que se lo pidiera, le regalaría el ebook de su primera novela, La biblia de los caidos. Ni corta ni perezosa me puse en contacto con él y enseguida tuve la novela en mi lector. Casi está terminada y tengo que deciros que me está encantando a pesar de que el tema me echaba un poco para atrás. No soy mucho de exorcismos, ni de películas de terror (me ponen nerviosa), pero el caso es que esta novela está escrita con mucho humor. Un par de personajes son muy divertidos y desdramatizan la situación. Le doy las gracias a Fernando porque estoy disfrutando mucho su libro.




El siguiente libro que pienso leer es El eterno olvido, de Enrique Osuna, otro autor que ha tenido la amabilidad de proporcionarme su novela para que la lea. Tengo que pedir disculpas si voy más despacio con las lecturas digitales, pero es que no tengo un ebook sino una tablet y con la retroiluminación me canso enseguida.







¿Habéis leído alguno de ellos? ¿Qué os parecieron?

miércoles, 26 de octubre de 2011

LA ARENA DEL RELOJ EN EL CANTAL

Aquí os dejo un artículo que ha aparecido en el número 48 de la revista El Cantal. Ana, la autora del artículo, esta viviendo uno de esos baches que la vida nos pone por delante, y me atreví a poner en sus manos La arena del reloj, un poco para que viera cómo enfrenté yo una situación que en su momento me desbordó. La sorprensa llega hoy, viendo en papel las sensaciones que mi libro ha dejado en ella. En realidad Ana ha contado exatamente lo mismo que cada uno de los lectores que ha tenido esta historia, la capacidad que tiene para arrastrarte a tu vida, hayas compartido el dolor que se esconde tras cada página o no.

Nunca pretendí escribir una historia que hiciera llorar. Es más, a veces me siento culpable cuando me dicen que lo han leído con un pañuelo al lado. Sin embargo, el regusto que queda tras la historia no es triste. Lo digo por quienes lo miran con cierta desconfianza. Es raro y me provoca cierto pudor ser yo misma quien os pida una oportunidad para La arena del reloj, pero es que abuelas no me quedan...
Si os apetece conseguir el libro, está disponible en papel en lulu. En la página de este blog, MIS LIBROS, hay un enlace. Su precio era de 10 euros, pero lo bajé hace un tiempo a 6 para compensar los gastos de envío para el que se lo quiera comprar.

Si tenéis la suerte de tener un ebook también está disponible en PDF, en descarga gratuita.

martes, 25 de octubre de 2011

REGRESA

Tenías los ojos más azules que he visto en mi vida. La primera vez que nuestras miradas se cruzaron adiviné en ellos un terror incierto, mezclado con una curiosidad infinita. Yo te debí parecer un gigante, parada frente a tu menuda figura. No tengo ni idea de si tú captaste en mis ojos que tenía la misma mezcla de terror y curiosidad.

Nos pasamos la tarde observándonos, midiendo las distancias para no cometer errores. Yo estaba segura de que te quería en mi vida pero llegaste de un modo tan inesperado que al principio no supe cómo reaccionar. Tú no lo sabías, pero estabas en mis sueños de niña. Te quería incluso antes de saber que tendrías los ojos azules. Esa tarde, mis manos frías y mi mente ardiendo en deseos de abrazarte, sabiendo que no podía lanzarme sin saber si era realmente lo que tú querías. Tenía que ser paciente, esperar. Si sabía darte tiempo, te tendría. Si me precipitaba quizá todo se fuera al traste antes de empezar siquiera.

Me senté en la escalera. Pasó mucho tiempo, tanto que mis piernas empezaron a quedarse heladas, pero no quería moverme de allí. Tú estabas ahí, parado frente a mi mirada, sin accionar ninguno de los músculos de tu cuerpo. Estabas tomando las mismas precauciones que yo. De pronto, cuando creía que todo estaba perdido, que no llegaríamos a ninguna parte, diste un paso al frente. Fue sigiloso, precavido pero, al fin y al cabo, un paso adelante. Ahí reconozco que el mérito de que acabaramos juntos fue sólo tuyo.

Diste vueltas alrededor de mí. Seguías tenso pero había seguridad en tus movimientos. Sabías ya que querías estar a mi lado. El tiempo que tardaste, a partir de entonces, fue para mí como un solo segundo. Estaba emocionada, alucinada porque ya me había convencido para entonces que empezaba una relación especial. Con uno de esos movimientos pausados que te caracterizaron siempre, te subiste en mis piernas, Entonces yo acaricié tu lomo y estuve segura de que, por fin, después de soñarlo tanto tiempo, tenía un gato.

Durante diecisiete días fuimos un equipo. Yo me encargaba del mantenimiento mientras tú inventabas los juegos. Te pegaste a mis pies con una fidelidad que yo sólo creía propia de los perros. Yo podía ver una sonrisa en tus ojos cuando jugábamos. Podía entender que me estabas diciendo que lo sentías cuando te reñía por cualquier trastada. Pude sentir tu felicidad el primer día que te dejé solo en el patio, cuando destrozaste todas las plantas.

El día dieciocho no pude encontrarte. Me desesperé, di vueltas por el barrio, pregunté a todo el mundo. Dos horas después supe que había un gato como tú muerto en la curva del castillo, a doscientos metros de casa. Decidiste montarte en la grua de Alberto y explorar el mundo, pero no llegaste lejos. Dejé de buscarte pero no he dejado de soñar que aparecerás algún día de nuevo en mi puerta, llamándome insistente porque tienes hambre.

Mayte Esteban
1999
Recopilación de relatos breves.

domingo, 23 de octubre de 2011

DIEZ MIL

Es alucinante lo rápido que han crecido las visitas en este blog en los últimos meses. Después de dos años siendo un espacio únicamente mío, las pasadas navidades se empezaron a sumar seguidores y casi sin darme cuenta he llegado a las diez mil visitas.


Aprovecho también para deciros que me encanta encontrar vuestros comentarios y contestarlos. Esto es mucho más divertido siempre que estáis ahí.

Diez mil besos, por lo menos.

lunes, 17 de octubre de 2011

FELICIDADES Y MUCHO ÁNIMO.

Harta de que el formulario de blogger me tome el pelo he decidido crear una entrada brevísima para felicitar a la administradora del Blog de una madre desesperada, por reciente maternidad. Enhorabuena, disfruta de Iván, ese bebé hermoso que acaba de nacer y de Daniel, claro. Espero que veas esta entrada porque no sé cómo hacer para hacerte llegar mis deseos.

Sobre las últimas noticias, ánimo. En la vida siempre hay tropezones, pero poquito a poco se solucionan. Piensa que tienes a Raúl a tu lado y a toda una familia en la que apoyaros. La medicina está muy avanzada,
si los médicos te han dicho que todo irá bien, confía en ello.
Mayte

sábado, 15 de octubre de 2011

PUBLICAR

Estoy encontrando estos días por la red, empresas que ofrecen ayuda a escritores noveles y esto me ha hecho pensar. No son editoriales, ni de autoedición, ni de coedición, ni de nada. Asesores, simplemente. Luego, por lo que deduzco, te lanzan a los brazos de Bubok o Lulu. La idea, estando como está el tema de publicar, no está mal. Algo de ayuda siempre viene bien, y con una portada vistosa y el primer diez por ciento del libro aceptable (ese que se deja a la vista por cortesía), quizá hasta se puedan vender libros. Pero seamos serios, así no se llega lejos. Hoy en día se escribe mucho más de lo que el mercado es capaz de absorber, y que yo sepa seguimos viviendo en una sociedad en la que funciona la ley de la oferta y la demanda. Si la oferta es elevada, el producto sufre una devaluación. El libro, por el exceso de oferta, es un producto devaluado y si una editorial decide apostar por uno tendrá que estar muy segura de que no va a ser un fiasco económico. Lo de la calidad literaria, al mercado, sinceramente le da lo mismo.


Saber por qué hay tantos libros hoy en día escritos, a la espera de publicación, es tan sencillo como deducir por qué la tecnología avanza a la velocidad que lo hace. En estos momentos (lo leí no sé dónde, disculpad mi mala memoria) están vivos el ochenta por ciento de los científicos que han existido a lo largo de toda la historia de la humanidad. Todos esos cerebros pensando a la vez, influyéndose los unos a los otros han dado como resultado este mundo tan complejo, donde lo mismo puedes comprar un vitrocerámica con un simple click, hablar con un amigo de Japón y retocar unas fotos y mandarlas a una exposición en Burkina Faso. Y todo en menos de lo que se tarda en bajar a por el pan.

Con respecto a la escritura pasa lo mismo. Hace muy poco tiempo que somos capaces de escribir. El ser humano lleva haciéndolo miles de años, pero eran muy pocos los individuos que accedían a este conocimiento. En Egipto, por ejemplo, los escribas tenían un alto rango porque dominaban la escritura. En las sociedades desarrolladas del siglo XIX, un alto porcentaje de la población es capaz de escribir un libro. Sin embargo, seguimos teniendo un elevadísimo grado de analfabetismo (no estoy de broma) al que llamamos "funcional". Gente que sabe leer y escribir, pero que no es capaz de "leer" y mucho menos de "escribir". Pero no me voy por las ramas. Toda esa gente que ha hecho el esfuerzo de componer una novela guarda la ilusión de verla en un escaparate. Es normal. Aquí entran ellos, los asesores.

Respiré varias veces, pestañeé, no fuera a ser que alguna legaña hubiera añadido números a unas cifras que sin ellos ya eran escandalosas. Buscad, os animo a hacerlo. Encontré una en la que se ofrecían informes de lectura por la módica cantidad de 100 euros, todo eso sin informar con claridad sobre quién se lee los libros. Te ayudan a registrar la obra (¡ni se os ocurra jamás dejarle a alguien nada que no esté registrado!) y te cobran por ello 30 euros y eso que hacerlo tú solito sólo cuesta unos trece y es mucho más seguro. El ISBN tampoco sé lo que cuesta, pero se ofrece la posibilidad de conseguírtelo por cifras que rondan los cincuenta euros. Lo mejor es cuando te ofrecen el ¿pack vip? Por menos de tres mil euros (casi nada) te lo hacemos todo, todo, todo. Incluso un par de reseñas en blogs!!!

Vuelta a suspirar. He visto faltas de ortografía como camiones de gran tonelaje en algunas de estas páginas. Sólo quiero deciros que, si escribís, si queréis ver vuestros sueños en papel, hay alternativas.

Si estás muy seguro de que esto es lo que quieres y, además, no necesitas su ayuda se puede publicar con Bubok o Lulu por tu cuenta (si no te destroza los nervios la cantidad de veces que te equivocas) y hacer todos los trámites legales no es tan complicado. Pero os advierto algo. Incluso tener un libro de papel en tus manos, con tu nombre y con tu foto, no te convierte en escritor. A lo sumo, somos contadores de historias. Da igual las veces que nos entrevisten en blogs o el hecho de que nos funcionen campañas de marketin online.

No quiero desanimar a quien quiera publicar, al contrario, yo misma leo muchas cosas autopublicadas y me he llevado gratas sorpresas. Solo quiero dejar claro que muy pocas veces el sueño traspasa las fronteras invisibles y se convierte en realidad. Si partimos de esa premisa, de no creer lo que no es, a lo mejor hasta podemos disfrutar mucho esta experiencia. Algunos tunean el coche, ¿no? ¿Por qué tú, que lo sueñas, no vas a tener tu libro?

miércoles, 12 de octubre de 2011

SER

Hay gente que cree que es sin ser.
Hay gente que es sin creer serlo.
Hay gente a la que le hacen creer que es.
Hay gente que trata de convencernos de lo que no son.
Hay quienes son pero no tendrían que serlo.

Y hay gente, normal,
como tú y como yo,
que será,
sin olvidarse
qué es y
qué ha sido.

(Mejor esta noche duermo)

domingo, 9 de octubre de 2011

EL MUSEO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA DE BURGOS

Este blog está dedicado normalmente a los libros, pero hoy me apetece algo diferente. Ayer por la tarde nos dimos un paseo hasta Burgos porque teníamos que cumplirle una promesa a Alex. Hace meses estuvimos en la ciudad y nos pidió que le llevásemos al Museo de la Evolución Humana pero, por circunstancias, no pudimos hacerlo y no ha dejado de recordárnoslo. Ayer fue un día de cumplir promesas. No estuvimos en el parque arqueológico, ni en la Sierra de Atapuerca porque ya lo hicimos hace unos años.




Lo primero que nos llamó la atención fue que siempre que vamos a Burgos, aunque en el resto del mundo haga bueno, allí hace un frío de morirte. Inmediatamente después, las enormes dimensiones del edificio diseñado por Juan Navarro Baldweg. La exposición se organiza en cuatro plantas. He pensado elegir uno o dos elementos de cada una de ellas para comentarlos, porque hacer un resumen de las más de tres horas que estuvimos allí sería eterno. En la planta menos uno, la primera que visitamos, destaca la presencia del cráneo número cinco, el cráneo más completo que se ha encontrado hasta el momento de un antepasado del ser humano. No sé si sabéis que también se le conoce como Miguelón, en honor a Miguel Induráin, que en el momento en el que este fósil se descubrió estaba en pleno apogeo de su carrera como ciclista. He encontrado en internet una fotografía de Miguel Induráin frente al cráneo del Homo Antecessor y juzgad si se parecen. (Yo creo que no…)



La planta cero está dedicada a la evolución, y no podían faltar en este tema los trabajos de Darwin y Ramón y Cajal. Lo más llamativo, de todos modos, en esta planta, son las reconstrucciones escultóricas de las especies de homínidos que poblaron la Tierra. Visto allí no me di cuenta, pero en el plano que nos entregaron, la situación de las esculturas y los paneles explicativos recuerda al Crómlech de Stonehenge. No sé si eso lo han hecho a propósito, pero es curioso. Hicimos algunas fotos sin usar el flash, pero salieron fatal, así que vuelvo a recurrir al inmenso archivo que es internet. Esta foto pertenece a la revista Quo, aunque tampoco se aprecia demasiado. In situ se puede ver a Lucy y la reconstrucción de Miguelón. Vagamente se aprecia en éste la ligera hinchazón de la boca causada por la infección que le mató. No han querido exagerarlo, según dijo la muchacha que lo explicó, para que sirva como ejemplo de todos los de su especie, pero la escultura está basada en sus restos. Es increíble lo bien hechas que están. Sólo por verlas y por la explicación de la guía, merece la pena.



La planta uno está dedicada a la hominización y la humanización. El fuego, las herramientas, los asentamientos, se analizan contraponiendo a dos especies que convivieron en el tiempo: el sapiens y en neandertal. También hay una pequeña muestra de arte, atribuido sólo a los sapiens. De esta planta, por supuesto, me llamaron la atención las réplicas de las Venus. En mi salón tengo dos, una que me trajo mi madre de Altamira, hecha por un artesano, y que es preciosa, y otra que compré en el parque Arqueológico de Atapuerca, de resina, que siempre está por encima de la mesa cuando doy clase, para que la puedan tocar, sentir. El aprendizaje es mucho más efectivo cuando se sale del límite del libro. La pobre Venus está muy manoseada, pero ni uno de mis alumnos se queda sin palabras cuando sale en el examen.




La última planta está dedicada a los ecosistemas y a la progresiva humanización del medio natural. Han aprovechado también para instalar en ella una librería en la que se recogen multitud de ejemplares publicados que tienen como eje temático la prehistoria, así como obras en las que Burgos tiene el papel protagonista. En esta planta se tiene una panorámica el museo desde arriba, y te das cuenta de que es impresionante. Y si eres como yo, que te dispersas mentalmente con facilidad, te preguntas cómo pretenden calentar esto en pleno invierno en Burgos. Tiene que costar un pastón. Tiene grandes cristaleras para que pase el sol, pero eso si al sol le da por salir…

Sobre el edificio en si… ni me gustó, ni me disgustó en extremo. Me parece enorme. Sé que las expectativas puestas en el yacimiento son espectaculares, queda muchísmo trabajo para terminar de completar las tareas de excavación y es sensato pensar que los descubrimientos que están por venir son muchos y necesitarán un espacio para ser guardados y expuestos. De momento el museo es bastante diáfano y para mí hay mucho contraste en toda la tecnología empleada para mostrar los descubrimientos frente a la temática de los mismos. Yo quitaría máquinitas, proyecciones y pijadas y pondría gente explicando las cosas. Claro, eso es mucho más caro...

lunes, 3 de octubre de 2011

ENTREVISTA CON EMILIO CASADO MORENO, AUTOR DE CRÓNICA INSIGNIFICANTE.

He quedado con Emilio Casado Moreno, para hablar de su novela, Crónica Insignificante. Lo lógico, lo sensato, hubiera sido quedar en un bar, una sala de exposiciones, una tienda de chinos… no sé. Cualquier recinto cerrado habría servido. Seguro que lograría encontrarlo, aunque fuera preguntando. Pero no. El sentido práctico no venía en el paquete de configuración de mi persona. Traigo de serie otras chorradas superfluas, como amor por los libros y sentido crítico. Pero incluso el sentido común me falta. ¿A quién se le ocurre no preguntar siquiera por su edad o algún detalle que pueda distinguirlo del resto? ¿Por qué no le he contado cómo vendré vestida para que al menos él sepa quién soy yo? Aquí me encuentro, en medio de un mar de gente ociosa, tratando de buscar a alguien de quien poseo muy pocas referencias.


Me siento en un banco, rendida ante la evidencia de que soy tonta. Mientras, observo a cada una de las personas que se refugian del calor de esta tarde de verano bajo la sombra de unos árboles que, si pudieran, habrían elegido crecer en un bosque y no en medio de una gran ciudad. Obvio a las mujeres, seguro que detrás de ellas no está Emilio, y me dedico a los hombres. Uno empuja un columpio y charla animado con la señora de al lado. Otro está rodeado de niños, llenando globos con agua de la fuente y, me lo estoy temiendo, va a ser el primero que empiece la guerra de agua. Cuatro más esperan cargados con sus raquetas de tenis a que el grupo que ocupa la pista termine. Un grupo de mujeres acoge a un miembro del otro sexo que no se siente demasiado a disgusto comiendo pipas con ellas y compartiendo confidencias. En un banco, aferrado a un libro y con unos auriculares puestos, hay un hombre solo. No me hacen falta más datos. Aunque sea una despistada no me he olvidado de que también sé que los libros no son su única pasión: le encanta la música. Levanta la vista y me ve. Sonrío y se quita un auricular. Su mirada me confirma que es a él a quien estoy buscando.

Odio llegar tarde. Creo que la impuntualidad es una falta de respeto con el que te espera. Así pues me gusta pertrecharme de libro y auriculares siempre que quedo con alguien, porque me suelen sobrar unos minutos antes de la hora acordada. Mayte dice que quiere entrevistarme y yo he aceptado sin dudarlo, primero porque me pareció una buena idea y segundo porque, aun sin apenas conocerla, creo que va a ser una entrevistadora muy original. Me dijo que no sabía si quedar conmigo en un parque o en una oficina de Correos… al final estuvimos de acuerdo en que fuera en un parque. Mucho mejor que Correos, adónde va a parar.

Miedo me dan los críos que están correteando con los globos de agua a mi alrededor, como me mojen el e-reader me voy a tener que mosquear con alguno...

Alguien se acerca sonriente hacia mí.

Mayte, sin duda.

Menos mal que no me he equivocado de persona. Odio la sensación que te deja en el cuerpo saludar a alguien por error. Hace años saludé a un famoso confundiéndolo con un amigo. El sujeto en cuestión caminaba como él. Ni que decir tiene que ni se inmutó, al fin y al cabo estaba acostumbrado a que la gente se le acercara sin motivo. Yo, desde ese día, decidí dejar la vanidad en casa y ponerme las gafas.

Dos besos y dos sonrisas sinceras se cruzan en unos segundos. Me alegro de que nos conozcamos en persona. Después de hacerme a un lado para que se siente junto a mí en el banco le explico por qué le envié mi libro:


―Desde que empecé a “mover” Crónica insignificante los blogs literarios han sido mi principal objetivo. Creo que la gente que hay detrás adora desinteresadamente el mundo de las letras y sus opiniones contribuyen a fomentar otras muchas. A ti te lo envié porque me crucé contigo en Facebook y después de cotillear tu perfil y leer algún comentario que habías hecho creí que te podría apetecer leerme… y creo que no me equivoqué.

Claro que no se equivocó. La novela me ha gustado, pero eso no es nuevo para Emilio. Sabe que la reseña en el blog fue completamente sincera.

Mayte asiente ante mis respuestas y se muestra interesada en lo que explico. Es como si de repente el parque se hubiera vaciado de actividad para permitirnos mantener esta conversación en calma.

―¿Por qué escribes? –le pregunto. Yo sé la respuesta pero no resisto la tentación de empezar por ahí.

―¿Que por qué escribo?... La leche… porque si no hago algo me muero. Hasta hace un par de años hacía música. Un buen día colgué la guitarra y creé un nuevo documento de Word: “Si me pidieran que eligiera yo, los soltaría a todos”. Estoy casi seguro de que esa primera frase salió automáticamente y que un año después, cuando terminé la novela, seguía ahí, tal cual la redacté en el primer momento.

Es una frase contundente, te empuja a seguir leyendo. Te atrapa hasta el punto de que quieres saber de qué te está hablando. No me extraña que a él le empujara a escribir esta Crónica Insignificante que nos ha puesto en contacto.

―¿Tocas la guitarra? –no sé por qué me extraño. Escribir es una forma de expresión, igual que la música. No es tan raro encontrar un músico escritor. O un escritor músico.

―En realidad era bajista… Lo de la guitarra vino después, un poco por obligación. Cuando disolvimos nuestro último grupo seguía teniendo el gusanillo y no me quedó más remedio que aprender a tocar… pero solo un poquito. En realidad lo que me gusta es componer.

Tengo mucha curiosidad por saber dónde escribirá. No sé estarme callada, así que se lo pregunto. No me contesta enseguida. La guerra de agua interrumpe nuestra conversación. Amenaza con desplazar el frente hasta el banco que ocupamos y ponemos tierra de por medio. Una huida en toda regla, exilio involuntario que nos lleva a la terraza. Nos sentamos alrededor de una mesa de plástico y el camarero no tarda en aparecer

―Un café, por favor.

―Una cervecita fresquita me vendrá bien para engrasar las ideas y enganchar los pensamientos.

―¿Tienes algún ritual para escribir? Me refiero a un lugar, a algún momento concreto con el que te sientas más cómodo?

―Tengo una habitación en casa que suelo usar para mis cosillas… es un pequeño estudio de grabación casero con un ordenador en el que también tecleo lo que se me va ocurriendo.
Suelo escribir a última o a primera hora, casi siempre cuando todos duermen. Normalmente no me queda más remedio que arrancarme las horas de inspiración de las de sueño. Que conste que lo hago con gusto. Enciendo el ordenador, me coloco lo auriculares, pongo música y después releo los últimos párrafos escritos para retomar un poco el hilo. Me suelo poner cosas tranquilas, sobre todo voces femeninas de folk, country o pop. Tift Merrit, Jaymay, Feist, Laura Marling, Bon Iver, Gillian Welch… también me suelen acompañar Sigur Ros, Grouper, Damien Jurado, The National, Radiohead… Procuro que no sean cosas demasiado estruendosas. De todas maneras, cuando pillo el hilo, soy capaz de escuchar a Metallica a todo trapo y no salirme de la trama… aunque eso sucede menos veces de las que yo quisiera, la verdad.

Las sillas en las que estamos sentados son de plástico, como la mesa. La combinación silla de plástico/pelo liso siempre me trae las mismas consecuencias. Y si a eso le sumas que soy una patosa y le he dado una patada a la mesa, todo se complica. Mi café hace un equilibrio inestable y los dos, en un gesto reflejo, tratamos de que no se derrame. Nuestras manos se rozan y salta una chispa. Nos reímos, aunque maldita la gracia que me hace la electricidad estática. Me acuerdo de que, muchas veces, tonterías como esta las uso yo en mis historias. El café se salva y a mí se me ocurre una pregunta:

― Tus propias vivencias, ¿forman parte de tus relatos, las tomas como punto de partida o directamente inventas?

―Cuando escribo suelo tirar de imaginación más que de memoria. Aunque en realidad estos dos conceptos a veces se entremezclan y se camuflan el uno tras el otro haciendo verdaderamente difícil dilucidar si esta o aquella frase proviene en realidad de la una o de la otra. Creo que todo el que escribe es un poco esclavo de este dilema, sobre todo si pretendes dotar a tus personajes de un cierto calado, de un cierto bagaje, muchas veces no te queda más remedio que meterlos dentro de la piel de personas reales a las que has conocido a lo largo de tu vida. En Crónica insignificante hay alguna situación parecida a alguna que yo he vivido. Por ejemplo me tocó, en dos ocasiones, ir a recoger mi coche, después de que me lo robaran, al depósito que hay en Madrid justo al lado de un poblado de esos en los que se vende de todo menos pan, pero la situación no tuvo nada que ver con la que relato en la novela. Casi todo lo que escribo nace en mi imaginación calenturienta.

No voy a negar que me guste hablar de mi libro, tanto como le gustaba a Umbral, pero algunas veces tiene uno más ganas que otras y en eso hay dos cosas que influyen de manera crucial: el entorno y el interlocutor. Admito que hoy estoy muy cómodo, saboreando mi cerveza mientras parloteo tranquilamente con esta entrevistadora tan peculiar. El sol se cuela entre las ramas del castaño que nos cubre y hace que la temperatura y el ambiente sean perfectos.

Mayte sigue proponiendo.

Quiero preguntarle por su decisión de autopublicarse. Dar este paso no es fácil. Él y yo sabemos que no tiene buena prensa y, sin embargo, lo hemos hecho. Aunque sea por razones diferentes.

―Después de mover mi novela durante unos meses y de comprobar lo difícil que resulta que te publiquen y lo fácil que resulta autopublicar me decidí por intentar lo segundo, sin renunciar en ningún caso a lo primero. Poner tu novela en internet es tan sencillo como maquetarla y hacerle una bonita portada. Luego solo queda esperar a que los euros empiecen a caer del cielo.

Suelto una carcajada y le contagio. Del cielo te puede caer cualquier cosa menos euros…

―Según tengo entendido las editoriales no comulgan mucho con las obras autopublicadas. En mi caso el único interés que me movió a hacerlo fue simplemente la conveniencia de tener un formato en condiciones en el que mis amigos pudieran leerme. Una carpeta con tropecientos folios dentro no es un mamotreto cómodo ni para transportar ni para leer.

Crónica Insignificante está escrita en presente. ¿Qué tiempo verbal prefieres para contar una historia?

―El tiempo verbal no me suele importar, lo difícil a veces es situarte y centrarte en cuál es el que debes utilizar en cada momento para que la narración resulte coherente. Alguna vez, a mitad de una escena, me he dado cuenta de que la estaba narrando en pasado cuando en realidad correspondía que lo hiciera en presente… gajes del oficio.

―Ésta es la historia de Marcelo, un psicólogo divorciado, de cuarenta años, que trabaja en una prisión. ¿Por qué eliges este personaje y no otro como protagonista? ¿Tiene algo de autobiográfico? ¿Marcelo tiene algo de ti? Me temo que más de lo que confiesas...

―Marcelo es Marcelo y yo soy yo. En realidad le he parido y por eso es como una especie de hijo putativo, así que en algo se me tiene que parecer pero somos entes diferentes… al menos eso es lo que he intentado.


En realidad uno de mis objetivos al escribir la novela era utilizar a Marcelo como medio de expresión, una especie de portavoz mediante el cual dar salida a mis opiniones. Asumo como mías la mayoría de las reflexiones que el protagonista hace sobre el mundo que le rodea, incluso la mayoría de las que hace sobre el que tiene en su interior.


A pesar de todo siempre intenté que Marcelo tuviera una personalidad propia y diferenciada. Las personas, en el mundo real, no son como los protagonistas de muchas novelas, es decir, no son siempre valientes o siempre listos, o siempre decididos. En el mundo real la gente tiene dudas, vacilaciones y muchas cosas no demasiado claras. A veces también pueden mostrar mucha bondad y un rato después actuar con un trazo decididamente malvado. Traté de ambientar la novela en el mundo de la carne y el hueso, del error y de la injusticia pero sin rechazar tampoco la bondad y la valentía que también podemos encontrarnos en la vida cotidiana.

La novela está muy anclada en la realidad. Reflexiona sobre muchos temas que ahora mismo están sobre la mesa. Le pregunto si su propósito era éste al escribirla.

―No puedo negar de que una de las cosas que más me obligó a ponerme a escribir fue la necesidad que tenia de poner blanco sobre negro lo que pienso sobre algunos aspectos de la realidad que me rodea.

Hay un conato de pelea entre dos niños, cuyas madres tratan de poner paz entre ellos. Una, la más lista sin duda, les dice que hasta que no haya sangre no piensa intervenir. Los chiquillos la miran desconcertados y se van por donde han venido, olvidando incluso lo que les trajo hasta la terraza. Otros temas se cuelan en nuestra conversación. Es agradable hablar con Emilio, pero el motivo de nuestro encuentro es la entrevista, y le pregunto qué hace ahora.

―Ahora estoy atravesando un pequeño bache… la cosa se va enfriando y no veo resultados claros. A pesar de todo no me arrepiento de ni una sola de las letras que he juntado para llegar hasta aquí. He (ciber) conocido a un montón de gente interesante y sé que Crónica Insignificante le ha gustado al 99% de la gente que la ha leído. Eso es recompensa suficiente para mí. Publicar sería una especie de reconocimiento a nivel profesional, porque sé que a nivel económico no sería nada reseñable.

Recuerdo una frase de Nietzsche y se la suelto, a ver qué le parece. Me mira pensativo antes de empezar a responder.

―«Cuando un libro se abre el autor cierra la boca»… Probablemente sea bastante cierto, creo que si tienes algo que decir está bien que encuentres la forma de que sea el protagonista de tu novela o alguno de los secundarios el que lo diga. Es una buena fórmula.

Los personajes, al final de la novela, se "quejan" de que Marcelo ni siquiera les haya cambiado el nombre. ¿Te has basado en gente conocida o los has creado a partir de tópicos? En el caso de la madre parece obvio.

Crónica insignificante trata de ser un retrato de la vida y sus vicisitudes. Un canto a las personas anónimas que habitan este mundo, gente que, en muchos casos, tiene vidas anodinas y monótonas pero no exentas de riqueza interior. En sus páginas hay algún personaje tópico, alguno divertido, alguno triste… sobre todo traté siempre de que fueran reales


A veces pensamos que las cosas que aparecen en los periódicos no pasan a nuestro alrededor o que le suceden a gente que vive en otro mundo, lejano, sin darnos cuenta de que cualquier día, cualquiera de nosotros puede ser protagonista de cualquiera de esas lejanas noticias…


Una cosa nos lleva a otra y nos encontramos hablando de las estupideces que algunos plantan en sus muros de Facebook. Al menos la charla, que parece estar tocando su fin, no ha estado exenta de risas.

La actualidad se cuela en la conversación y nos olvidamos del primer propósito. La cerveza y el café se acaban y el reloj nos empuja a dar por finalizado este experimento. Ha sido más largo de lo que pensábamos los dos, pero creo que ha merecido la pena. He conocido un poco más a Emilio. Lástima que el parque no exista, ni la terraza, ni el café. Como creadores de mentiras nos lo hemos inventado todo. Sólo espero que un día el café sea real. Aunque prometo firmemente que no lo tiraré. Lo de no provocar que salten chispas si las sillas son de plástico no está tan claro.

Emilio Casado Moreno
Mayte Esteban