Otros, ni siquiera recuerdas qué paso. A medida que te despiertas, las imágenes se vuelven difusas, las palabras se esconden en algún lugar inaccesible de la mente y es imposible rememorar qué fue lo que has soñado.
Hoy ha sido uno de esos días.
Si me lo pregunto, no puedo saber qué sucedía en el sueño que estaba teniendo justo antes de despertar por la mañana. Ni un registro de dónde estaba, ni de la secuencia de los hechos. Nada. Como cada día se ha ido borrando poco a poco y, pese a mi esfuerzo por recomponer la historia, esta se ha perdido en el laberinto de lo que no recordamos.
Menos un detalle.
Sé quién estaba conmigo en ese sueño. Puedo recordar su tacto, sus piernas gorditas, sus manos diminutas y su leve peso encajado en mi cintura, pues lo llevaba cargado en brazos. Eso es lo que recuerdo. Mi bebé. Hoy, pese a estar dormida, he sentido plenamente su olor de niño. Ha sido como si esta noche hubiera abierto el almacén de la memoria por una estantería del año 2000 y me lo hubiera traído conmigo, en una explosión de sensaciones que han sido tan vívidas como si fueran reales.
Si cierro los ojos y me concentro, todavía siento en mis manos la suavidad de su piel.
No puedo recordar mi sueño, pero llevo todo el día arrastrando su nostalgia, mirando al joven (guapo, alto, moreno) en el que se ha convertido y recordando ese bebé sonriente y feliz que me miraba como si no hubiera nadie más importante en el mundo. Que se dormía solo entre mis brazos y que se ponía histérico si lo soltaba.
Hoy he soñado contigo, hijo.
Quizá he soñado que volvías a ser pequeño porque me cuesta mucho aceptar que te haces mayor. Que un día, no tardando mucho, te acabarás marchando de casa.
Uf, como te comprendo, porque me está pasando lo mismo con mi hija. Me está costando aceptar que se hace mayor. Y parece que cada vez más rápido.
ResponderEliminarBesotes!!!
Crecen y empiezan a batir sus alas. Al mío solo le queda un año para la universidad y el día que se vaya, me temo que costará que vuelva.
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Cuesta aceptar el paso del tiempo. Me ha encantado el texto, Mayte, aceptar que un hijo se hace mayor, volará, y abandonará el hogar... aunque después regrese, supongo que debe ser difícil para una madre.
ResponderEliminarNos queda un poco, pero yo no quiero que llegue ese momento. Es como cerrar una etapa muy feliz. Tal vez se abre otra igual de feliz, pero eso no lo sé. Solo sé que no quiero soltarlo. Me ha parecido muy poco tiempo.
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No te voy a negar que es muy duro. Pero trae otras etapas diferentes, que también pueden ser muy felices y enriquecedoras.
ResponderEliminarEso sí, estén donde estén, siempre serán nuestros niños y seguiremos recordando esos momentos en los que, en nuestros brazos, eran solo nuestros.
No te quepa duda. Son los mejores recuerdos, los más valiosos.
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