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miércoles, 28 de marzo de 2018
¡QUÉ BONITA!
Sé que está feísimo que yo lo diga, pero es muy bonita la novela que he registrado hoy. Está feo porque la he escrito yo y seguro que todo el mundo pensará que lo digo porque es mía, porque a cada uno lo suyo siempre le parece lo "más mejor del mundo mundial".
Pues no, no es por eso.
La verdad es que siempre soy muy crítica con todo lo que hago. Muchísimo, tanto que hay historias que abandono porque no me convencen. Le falta o les sobra algo, las palabras no transmiten lo que yo quiero... Yo qué sé. No hago nada más que ver errores que mi mente engorda aunque no sean tan graves. Las dejo y quizá nunca las retome. O sí. Vaya usted a saber soy una montaña rusa de emociones. Lo que sí sé es que tendré que cambiarlas mucho para que me sirvan.
A mí, que soy la primera interesada en hacer algo digno.
Sin embargo esta historia me tiene enamorada. Siento algo muy intenso dentro cuando leo las escenas, siento que lo que tengo entre las manos, a pesar de ser una historia de ficción, tiene los pies asentados en la realidad de un modo que hace que lo que sucede me toque. De vez en cuando se me olvida mi papel de escritora y me convierto en lectora de estas palabras y se me olvida que tengo que ser crítica a tope, en una circunstancia que solo me ha sucedido dos veces: cuando escribí Detrás del cristal y en ATCLV.
Hay unas cuantas escenas sencillamente mágicas. Bueno, a mí me lo parecen, y me estoy sintiendo como hacía mucho que no me ocurría al plantear una revisión.
Tremendamente orgullosa de lo que he escrito.
No sé si por los casi diez meses de pausa obligada por las circunstancias que me han mantenido apartada de la escritura. No sé si es que habrán vuelto las ganas en tropel y me he volcado en estos personajes, compensando de algún modo el parón.
Por cierto, a quien no le guste como autora de novelas románticas, que se vaya olvidando de mí. Seguiré defendiendo este género. Desde mi perspectiva, a mi modo, con las escenas de sexo justas -o hasta inexistentes, hay historias a las que no les hacen falta. Dándolo todo para que, algún día, si nos esforzamos todos con el género y no permitimos que solo se vea lo que lo desvaloriza, tenga el lugar que se merece. Y si alguien deja de lado los prejuicios para leernos sin tenerlos en cuenta, que la palabra rosa desaparezca para menospreciarlo y deje de tachársenos a quienes lo escribimos de "amas de casa ociosas".
Yo no lo soy, tengo una formación literaria detrás que no solo incluye cientos de libros leídos (o más) y muchas horas analizando obras literarias. Sé lo que significa ser escritor y nunca jamás se me ocurriría profanarla por un capricho de ser algo que me apetece porque queda bonito en una biografía.
Voy a defender este género porque la novela romántica también refleja la vida. Esta novela es ficción, pero está tan llena de vida que rebosa por todas partes. Y hay amor, claro. Al fin y al cabo, en la vida, el amor mueve tanto el mundo como el dinero.
O algo así.