Páginas

sábado, 26 de septiembre de 2020

DOCE HORAS, CUANDO PASE EL TIEMPO



Escribí Doce horas por encargo y con una única premisa: "No mates a nadie". Estábamos en el mes de abril, en lo peor de la primera ola, cuando los muertos se contaban por miles y nosotros aún no sabíamos, ni siquiera, que este virus no nos iba a robar tan solo una primavera. Ya había suficientes muertos esos días.


Doce horas es una fotografía de un instante, del espíritu que nos unió para, por lo menos, reponernos del shock que nos metió a todos en casa y nos sacó de lo que hasta entonces habían sido nuestras vidas.


No fui dura, no era el momento, quizá hoy sería más crítica y menos dulce, pero ahora sé muchas más cosas que hace unos meses. Sé de incompetencias, de olvidos, de faltas de respeto que no puedo entender hacia quienes se dejaron la piel, la salud y hasta la vida mientras otros horneaban pan y se hacían vídeos con Tik Tok.


Pero hay una cosa que nadie va a poder negar jamás a ese relato, y es que es una fotografía de un instante. Porque fuimos así, porque eso salió todo de observar: en la televisión, en las conversaciones telefónicas, en las redes. Dentro de mucho tiempo, si alguien tropieza con él, va a saber cómo fuimos. Durante un instante. Durante doce horas de uno de los peores años que recuerdo.

sábado, 19 de septiembre de 2020

LOS MANDAMIENTOS DE LAURA DE ERIKA FIORUCCI

 Los mandamientos de Laura de [Erika Fiorucci]


Sinopsis:

Laura Moore tiene tres mandamientos en su vida: Vivir libre de drama, nunca enamorarse de un jugador de béisbol y evitar decirle que no a su hermana mayor. Construyó estas reglas para mantener su corazón a salvo tras una mala experiencia y ha vivido cinco años siguiéndolas, consiguiendo así una existencia tranquila y ordenada. Es la chica que escribe cosas en la oscuridad mientras los que están a su alrededor se cubren de gloria. No le importa, así se siente segura.

Sin embargo, el ofrecimiento de su empleo soñado durante una crisis existencial la obligará a flexibilizar su rígido sistema, una pequeña concesión a la vez, y gracias a ello aprenderá que vivir implica riesgos, que sentir nos hace humanos y no parte de una estadística, y que siempre es mejor ensuciarse el uniforme que vivir a medias.


Mis impresiones:

Nada más saber que Erika Fiorucci tenía libro nuevo, me fui a buscarlo. Vi, sorprendida, que lo había ambientado en el mundo del béisbol. Mi experiencia con este deporte es que era obligatorio en la ronda deportiva que hicimos en tercero de BUP, en el instituto. Montaron un campo improvisado en un descampado que estaba entre el instituto y un trigal y cuando me tocó batear le di a la bola y la mandé tan lejos que no la recuperamos. Se acabó jugar, porque no teníamos más...

Todo este rollo es para deciros que no entiendo una palabra de ese deporte, no sé nada de equipos americanos, jugadores, puntuaciones... Pero todo lo que me ha contado Erika en esta novela me ha parecido absolutamente verosímil. Tal vez si supiera podría ponerle alguna pega, pero como no sé, he creído a pies juntillas que Laura Moore sabe muchísimo de este deporte, hasta el punto de manejar un blog, tras un seudónimo, del que todos se fían.

Y no es para menos, sus análisis son de lo más acertados.

La novela arranca con Laura siendo despedida por un influencer para el que trabaja manejando sus redes sociales. En ese momento también ha sido despedido Dallas Ousborne, un jugador de béisbol de otro equipo, que en medio de la temporada se ha quedado sin trabajo. Ella, que además es hija del dueño de un equipo de Las Vegas, sabe que para él va a ser complicado volver a la primera liga y empatiza por el momento que está pasando aunque no lo conoce, así que se las arregla para convencer a su hermana, la implacable Lorena, que lleva esos asuntos en el equipo, para que lo contrate. Lorena se lo debe porque en el pasado fue la responsable de que el equipo contratase al jugador que la acababa de dejar plantada por otra a la que, además, había dejado embarazada.

Este planteamiento tiene pinta de drama, ¿verdad?

Pues nada más lejos. Uno de los mandamientos de Laura es "nada de drama". Y ella es así, vital, divertida, con un punto sexi pero también demasiado buena, demasiado compasiva con los demás, y eso hace que se vaya enredando entre dos historias: Bobby, su ex, que regresa del pasado, y Dallas, por quien siente mucha atracción, pero con quien no quiere involucrarse porque rompería otro de sus mandamientos: "nunca más salir con un jugador de béisbol".

La novela está contada en primera persona por Laura, que ejerce de narradora protagonista y salpicada de guiños sobre béisbol, cada capítulo arranca con una cita de este deporte y es de esas novelas que uno lee con la sonrisa puesta. Es la Erika luminosa que vemos en sus vídeos del canal de YouTube que lleva, la novela tiene esa energía cargada de positividad que transmite como nadie y creo que ha sido una idea maravillosa ponerme con ella y no dejarla en cola.

Necesitaba una novela así justo ahora. 

Está ambientada en algún momento del presente, no me he fijado si se data en concreto en algún año, pero da igual. No lo considero relevante para la historia, que es divertida hasta el final. 

Voy a hacer un apunte sobre la portada. Creo que podemos intuir al verla que el béisbol tiene una importancia en la trama, aunque el título no haga alusión a ello, la bola, el marcador, las palabras en segundo plano... Se ve bien el título y su nombre (aunque yo lo habría puesto un poco más grande, no por ego, porque en las miniaturas de Amazon se tiene que ver). Pero tiene un fallo.

Sí, Erika, no me mates por lo que voy a decir ahora.

Creo que a esa portada le falta un torso desnudo.

Ya sé que quienes frecuentáis el espejo ahora mismo estáis poniendo cara de "Mayte se ha bebido algo con mucho alcohol y escribe bajo sus efectos", pero no. Solo me he comido un caramelo de regaliz. Es que justo al terminar la lectura, la aplicación de kindle me sugirió novelas que han leído los lectores de esta y ¡casi todas tienen un torso desnudo!

Soy anti eso, pero me temo que mis gustos y el marketing se dan de cabezazos, porque me fijé que la mayoría de esas novelas están muy bien posicionadas. Erika hubiera sabido hacerlo con elegancia, esa no se puede perder, con esa misma elegancia que narra las escenas de sexo, chispeantes, divertidas y sin perder de vista la pasión.

Aunque Erika suele publicar con editorial, esta novela es autoeditada y a mí me ha gustado mucho. Felicidades.

Te seguiré leyendo.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

PUBLICAR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

¿Os cuento un secreto? No entraba en mis planes publicar absolutamente nada en 2020.

Hace justo un año, en septiembre de 2019, me encontraba emocionada por la publicación de mi cuarta novela con editorial, La colina del almendro. También estaba un poco preocupada, porque había dejado de lado la romántica contemporánea, después de tres novelas, y me había arriesgado con una novela de corte histórico. No tenía ni idea de cómo lo iban a procesar los lectores que tengo y tampoco si otros desconocidos se atreverían a leerme.

Salió todo rodado con la gente, aunque no puedo decir lo mismo de la visibilidad en redes.

La colina del almendro me ha dado muchísimas alegrías, todo un año de buenos comentarios en los que solo hay unas poquitas excepciones: el primero que recibí, de dos estrellas, en iTunes, al ratito de publicarla -es la costumbre, hay alguien que si no intenta tirar mi trabajo al momento de salir, no es feliz- y un par de ellos en Amazon que dicen que he escrito un tostón, pero el 90% de consenso, y lo que yo misma siento, son suficientes como para agradecer a esta gente que haya bajado las expectativas, que no es bueno que estén muy altas para nadie.



Mi plan era empujarla, acudir a todos los eventos que mi torpe economía y mis horarios de trabajo me permitieran, defenderla con uñas y dientes y seguir escribiendo. El verano era el momento elegido, pasaría las tardes de este verano de 2020 construyendo una nueva historia o tal vez acabando alguna de las que requieren mi atención y que tengo en reposo.

En marzo nos confinaron.

Menuda exclusiva, ¿verdad? Casi no nos hemos dado cuenta de que nos hemos metido de lleno en una pandemia. 

Días antes, a finales de febrero, le había mandado una novela a mi editora, que me preguntó si había terminado algo. Claro que tengo algo siempre, mis cajones no están vacíos, aunque a mí me cueste soltar las novelas más que a una madre dejar a su pequeño el primer día de colegio. Pensé que sucedería lo normal en estos casos, tardarían un par de meses en leer la novela y, tal como van los plazos editoriales, hasta 2021 no habría un hueco para publicarla. Eso, claro, siempre que les gustase el libro, que es el primer requisito que hay que cumplir antes de hacer castillos en el aire.

Sí, eso pasa, cada novela que publicas con editorial es tan difícil como aprobar una oposición.  

El 9 de marzo, tomando un café con Roberto Martínez Guzmán, que había acudido al taller de narrativa que llevo en Cantalejo para hablarnos de autoedición, recibí un correo electrónico de HarperCollins. Lo leí y se lo leí a él perpleja, me daban un sí, me decían que se publicaría en papel y en digital en septiembre. Os confieso que el día 15 pensé que, con la que estaba cayendo y la mala pinta que tenía todo, la publicación se caería. Seguí pensándolo cuando vi que algunas de mis compañeras escritoras -de otras editoriales-, veían como libros que tenían fecha ya, salían del catálogo de manera indefinida.

Pero no pasó, las cosas siguieron adelante.

El confinamiento me hizo plantearme que tenía un par de novelas retiradas de la venta. Hacía meses que había estado trabajando con ellas para convertirlas en una y decidí que era el momento de publicar por mi cuenta. Brianda, una bruja en tiempos de la inquisición, vio la luz a principios de abril. La portada renovada, el interior revisado y las dos novelas en una, para que la bilogía se convirtiera en una sola novela.

Brianda lleva meses ayudándome a no pensar que no tengo ya mi antiguo trabajo, ese prepandemia que se llevó el coronavirus junto con la posibilidad de respirar aire sin una mascarilla, los besos, los abrazos, los encuentros, las risas, las fiestas, las excursiones... Voy a dejarlo porque me pongo triste y no es plan.



Pensaba, sinceramente, que sería una excepción la publicación de esta novela, pensé que tal y como iban las cosas, los planes para septiembre eran tan susceptibles de cancelarse como San Jordi, la Feria del libro de Madrid y todas las presentaciones que estaban rodeadas en el calendario y que hubieron de ser anuladas.

Unos días después de publicar Brianda, recibí una llamada de mi editora. Por cierto, debo destacar que en mi editorial siempre supieron que iba a autoeditar esta novela y nunca se la ofrecí porque ya había estado publicada. Me llamaron para preguntarme si me apetecía escribir un relato para esos días en los que durase el estado de alarma, que parecía que iba para largo. 

"¿Cuánto tiempo tengo? Una semana."

A mí estuvo a puntito de írseme la mano al teclado para contestar que era imposible, pero me lo pensé mejor y le dije que lo iba a intentar. Perdí dos días pensando y tardé solo tres en escribir Doce horas. No sé el número de descargas exactas que se hicieron, pero sí que estuvo en las primeras posiciones de descargas gratis de Amazon en España y también en libros en español de prácticamente todas las tiendas de internacionales, así que sospecho que las cifras tienen cinco dígitos. Y se leyó, porque en los apenas dos meses que se mantuvo publicado recibió más comentarios que ninguna de mis novelas. Hoy, aunque su ficha ya no existe porque pasó a formar parte de una antología, no sé por qué sigue recibiendo comentarios, al menos de manera indirecta se puede ver cómo la cifra sube si entras en cualquier perfil de una persona que lo comentase y miras su actividad. Ya va por 115. Miré hace unos días e iba por 98.


Por si esto era poco, La colina del almendro fue seleccionada para el programa Prime de Amazon. Vamos a ser sinceros, si no eres una súper estrella literaria o sales en autoedición, o tienes Prime y Unlimited o te dan por el culo en Amazon. Así de claro. Los escritores que tenemos detrás una editorial pero no grandes campañas de marketing, desde principios de 2017 no tenemos NINGUNA posibilidad de acceder al top general de Amazon frente a un autoeditado. Solo si se conjugan estos factores existe una posibilidad, pero esa te la tienes que trabajar, porque tampoco cae del cielo. Supe que si me centraba en ello, como la novela responde en cuanto la pones en manos de los lectores, conseguiría esa visibilidad que no había tenido al principio.

Esta es la colina en una fotografía de hoy mismo, 9 de septiembre de 2020.




El pasado día 2 me quedaba estrenar la que espero sea la última novela de este 2020: Años de mentiras. De ella no puedo decir cómo la habéis recibido porque aún no lo sé. Tampoco sé de putadas, porque he decidido que este año he sufrido tanto que no me da la gana de hacerlo a lo tonto y no miro nada. Si algo llega, bien. Si no, pues viviré muchísimo mejor. Como estaba previsto, de manera digital no será visible hasta que le toque la lotería como a La colina... y pueda demostrar si vale el haber sido publicada. En la calle, como salimos con cuentagotas, no la voy a poder defender y tampoco existe la posibilidad de las Ferias, los eventos, los encuentros... pues no sé la suerte que correrá, pero no parece muy brillante el futuro. Depende de una sola cosa.

Vosotros.

Que si la leéis y os gusta, la recomendéis. Si no, se perderá haga yo lo que haga. Que lo haré, mi conciencia me impide cruzarme de brazos a esperar a que las cosas sucedan.


La foto es del perfil de Instagram Las chicas Britt, pero es tan bonita que se la robo.


No creo que este año publique más, aunque... cualquiera sabe. Hay por ahí un relato que lleva esperando para que lo incluyan en una antología. O tal vez escriba algo para regalárselo a mis lectores por Navidad, como hice con Oasis de arena.

¿Quién dijo que este año no era bueno para publicar? ¿Quién dijo que sería complicado publicar en tiempos del coronavirus?





miércoles, 2 de septiembre de 2020

QUERIDO PAPÁ

 Hoy ha sido un día raro. Hoy ha vuelto a suceder; por extraordinario que suene, he vuelto a publicar otra novela con editorial. Esta es la... deja que cuente... la séptima. La sexta con HarperCollins.

Un porcentaje muy pequeño de autores puede decir eso.

Te lo has vuelto a perder, como todo lo importante que me ha pasado en los últimos años, aunque esta vez no ha sido nada emocionante. Ya sabes, este segundo confinamiento que me tiene atada a casa y este maldito virus que se ha cargado las posibilidades de hacer de esto algo grande. Por lo demás, sé que te gustaría la novela, que nos daría para hablar horas. Es más "masculina" que las otras.

Tú me entiendes.

He tenido a mucha gente a mi lado, a través de las redes, y también han faltado las felicitaciones de los de siempre. A veces quiero creer que las personas cambian, pero qué va. Siempre somos iguales. Los hay que se esfuman en cuanto huelen problemas y los hay que, cuando algo te va bien, desaparecen.

Igual no lo soportan... porque en el último año ya van tres veces.

Pero hoy eso ha pesado mucho menos que otras veces. Este año, en realidad empezó en 2019, he aprendido que la única persona que no me va a dejar sola nunca soy yo. Que la única que siempre me hablará con respeto y se preocupará por mí sin condiciones, soy yo. Y con eso he solucionado un problema enorme que tenía, esa inseguridad que sentía cuando alguien importante para mí me fallaba.

Hoy ya nadie me falla, porque solo una persona puede hacerlo, yo, y no sería inteligente si dejase que eso sucediera. Tú decías que era inteligente. Lista no, pero inteligente sí. Hay una gran diferencia entre una palabra y la otra.

Pues eso, que aquí está mi novela. Que no la he visto aún, porque no me la han mandado y aquí no ha llegado, pero no falta una bruja buena para sujetarla por mí.