¿Os cuento un secreto? No entraba en mis planes publicar absolutamente nada en 2020.
Hace justo un año, en septiembre de 2019, me encontraba emocionada por la publicación de mi cuarta novela con editorial, La colina del almendro. También estaba un poco preocupada, porque había dejado de lado la romántica contemporánea, después de tres novelas, y me había arriesgado con una novela de corte histórico. No tenía ni idea de cómo lo iban a procesar los lectores que tengo y tampoco si otros desconocidos se atreverían a leerme.
Salió todo rodado con la gente, aunque no puedo decir lo mismo de la visibilidad en redes.
La colina del almendro me ha dado muchísimas alegrías, todo un año de buenos comentarios en los que solo hay unas poquitas excepciones: el primero que recibí, de dos estrellas, en iTunes, al ratito de publicarla -es la costumbre, hay alguien que si no intenta tirar mi trabajo al momento de salir, no es feliz- y un par de ellos en Amazon que dicen que he escrito un tostón, pero el 90% de consenso, y lo que yo misma siento, son suficientes como para agradecer a esta gente que haya bajado las expectativas, que no es bueno que estén muy altas para nadie.
Mi plan era empujarla, acudir a todos los eventos que mi torpe economía y mis horarios de trabajo me permitieran, defenderla con uñas y dientes y seguir escribiendo. El verano era el momento elegido, pasaría las tardes de este verano de 2020 construyendo una nueva historia o tal vez acabando alguna de las que requieren mi atención y que tengo en reposo.
En marzo nos confinaron.
Menuda exclusiva, ¿verdad? Casi no nos hemos dado cuenta de que nos hemos metido de lleno en una pandemia.
Días antes, a finales de febrero, le había mandado una novela a mi editora, que me preguntó si había terminado algo. Claro que tengo algo siempre, mis cajones no están vacíos, aunque a mí me cueste soltar las novelas más que a una madre dejar a su pequeño el primer día de colegio. Pensé que sucedería lo normal en estos casos, tardarían un par de meses en leer la novela y, tal como van los plazos editoriales, hasta 2021 no habría un hueco para publicarla. Eso, claro, siempre que les gustase el libro, que es el primer requisito que hay que cumplir antes de hacer castillos en el aire.
Sí, eso pasa, cada novela que publicas con editorial es tan difícil como aprobar una oposición.
El 9 de marzo, tomando un café con Roberto Martínez Guzmán, que había acudido al taller de narrativa que llevo en Cantalejo para hablarnos de autoedición, recibí un correo electrónico de HarperCollins. Lo leí y se lo leí a él perpleja, me daban un sí, me decían que se publicaría en papel y en digital en septiembre. Os confieso que el día 15 pensé que, con la que estaba cayendo y la mala pinta que tenía todo, la publicación se caería. Seguí pensándolo cuando vi que algunas de mis compañeras escritoras -de otras editoriales-, veían como libros que tenían fecha ya, salían del catálogo de manera indefinida.
Pero no pasó, las cosas siguieron adelante.
El confinamiento me hizo plantearme que tenía un par de novelas retiradas de la venta. Hacía meses que había estado trabajando con ellas para convertirlas en una y decidí que era el momento de publicar por mi cuenta. Brianda, una bruja en tiempos de la inquisición, vio la luz a principios de abril. La portada renovada, el interior revisado y las dos novelas en una, para que la bilogía se convirtiera en una sola novela.
Brianda lleva meses ayudándome a no pensar que no tengo ya mi antiguo trabajo, ese prepandemia que se llevó el coronavirus junto con la posibilidad de respirar aire sin una mascarilla, los besos, los abrazos, los encuentros, las risas, las fiestas, las excursiones... Voy a dejarlo porque me pongo triste y no es plan.
Pensaba, sinceramente, que sería una excepción la publicación de esta novela, pensé que tal y como iban las cosas, los planes para septiembre eran tan susceptibles de cancelarse como San Jordi, la Feria del libro de Madrid y todas las presentaciones que estaban rodeadas en el calendario y que hubieron de ser anuladas.
Unos días después de publicar Brianda, recibí una llamada de mi editora. Por cierto, debo destacar que en mi editorial siempre supieron que iba a autoeditar esta novela y nunca se la ofrecí porque ya había estado publicada. Me llamaron para preguntarme si me apetecía escribir un relato para esos días en los que durase el estado de alarma, que parecía que iba para largo.
"¿Cuánto tiempo tengo? Una semana."
A mí estuvo a puntito de írseme la mano al teclado para contestar que era imposible, pero me lo pensé mejor y le dije que lo iba a intentar. Perdí dos días pensando y tardé solo tres en escribir Doce horas. No sé el número de descargas exactas que se hicieron, pero sí que estuvo en las primeras posiciones de descargas gratis de Amazon en España y también en libros en español de prácticamente todas las tiendas de internacionales, así que sospecho que las cifras tienen cinco dígitos. Y se leyó, porque en los apenas dos meses que se mantuvo publicado recibió más comentarios que ninguna de mis novelas. Hoy, aunque su ficha ya no existe porque pasó a formar parte de una antología, no sé por qué sigue recibiendo comentarios, al menos de manera indirecta se puede ver cómo la cifra sube si entras en cualquier perfil de una persona que lo comentase y miras su actividad. Ya va por 115. Miré hace unos días e iba por 98.
Por si esto era poco, La colina del almendro fue seleccionada para el programa Prime de Amazon. Vamos a ser sinceros, si no eres una súper estrella literaria o sales en autoedición, o tienes Prime y Unlimited o te dan por el culo en Amazon. Así de claro. Los escritores que tenemos detrás una editorial pero no grandes campañas de marketing, desde principios de 2017 no tenemos NINGUNA posibilidad de acceder al top general de Amazon frente a un autoeditado. Solo si se conjugan estos factores existe una posibilidad, pero esa te la tienes que trabajar, porque tampoco cae del cielo. Supe que si me centraba en ello, como la novela responde en cuanto la pones en manos de los lectores, conseguiría esa visibilidad que no había tenido al principio.
Esta es la colina en una fotografía de hoy mismo, 9 de septiembre de 2020.
El pasado día 2 me quedaba estrenar la que espero sea la última novela de este 2020:
Años de mentiras. De ella no puedo decir cómo la habéis recibido porque aún no lo sé. Tampoco sé de putadas, porque he decidido que este año he sufrido tanto que no me da la gana de hacerlo a lo tonto y no miro nada. Si algo llega, bien. Si no, pues viviré muchísimo mejor. Como estaba previsto, de manera digital no será visible hasta que le toque la lotería como a La colina... y pueda demostrar si vale el haber sido publicada. En la calle, como salimos con cuentagotas, no la voy a poder defender y tampoco existe la posibilidad de las Ferias, los eventos, los encuentros... pues no sé la suerte que correrá, pero no parece muy brillante el futuro. Depende de una sola cosa.
Vosotros.
Que si la leéis y os gusta, la recomendéis. Si no, se perderá haga yo lo que haga. Que lo haré, mi conciencia me impide cruzarme de brazos a esperar a que las cosas sucedan.
La foto es del perfil de Instagram Las chicas Britt, pero es tan bonita que se la robo.
No creo que este año publique más, aunque... cualquiera sabe. Hay por ahí un relato que lleva esperando para que lo incluyan en una antología. O tal vez escriba algo para regalárselo a mis lectores por Navidad, como hice con Oasis de arena.
¿Quién dijo que este año no era bueno para publicar? ¿Quién dijo que sería complicado publicar en tiempos del coronavirus?