Este
verano de parón casi voluntario me he dedicado, básicamente, a deambular por
internet. El rumbo errático de mis pasos no me conducía, como en el pasado, a
conversaciones con amigos virtuales (que he reducido drásticamente también de
manera voluntaria), sino a ratos perdidos leyendo las ocurrencias de algunos en
Twitter o en Facebook, o echando una mano a compañeros que han publicado, como
yo, en Amazon, retuiteando sus libros o algunos post interesantes de blogs que
sigo. He leído mucho y he hecho reseñas de cada libro que me ha gustado que ya
he empezado a publicar. También le he dedicado algo más de tiempo a mis propios
libros porque me he dado cuenta de que me necesitaban. Al fin y al cabo, si no
los cuido yo, ¿quién lo hará? Por lo que he vivido este tiempo, había unas
pocas manos dispuestas a darle al ratón. Por cierto, las mismas siempre, los
mismos que han estado ahí algunos días, haciéndome reír con sus ocurrencias. De
alguno no me extraña nada que escriba humor porque en cada una de sus palabras,
al menos para mí, venía el regalo de una sonrisa.
En este
verano me he dedicado a hacer estadísticas.
Lo
mejor para el calor.
La
primera, ya la he adelantado, tenía que ver con el feedback. He procurado ser
generosa y creo que lo he conseguido, pero los números cantan y en algunos
casos han quedado así: yo, 100%; la otra parte, 5%. Me han dicho: aprende. Y yo
digo: no. No pienso aprender de esto, me niego a actuar de otro modo porque yo
nunca he sido así. Por mucho que me fallen, ese 5% se merece un respeto. Ya, ya
sé que pensáis que soy tonta. Lo pienso yo misma constantemente pero a esta
edad… ya no voy a cambiar. Lo hago porque quiero, sin buscar nada a cambio
porque soy así. Aunque cueste entenderlo. A veces me cuesta a mí misma. Estos
últimos días están siendo complicados, así que estoy un poco ausente de todo,
pero en cuanto la situación se tranquilice y la rutina vuelva empezaré a
ponerme las pilas.
En
otros casos, por fortuna, el balance es más que generoso conmigo y me ha
permitido conocer a personas muy especiales, escritores que se están ganando su
lugar en Amazon como Ríos Ferrer, Josep Capsir, Pat Casalà, Antonia Romero,
Blanca Miosi, María José Moreno, Armando Rodera, Frank Spoiler, Antonia Corrales, Pilar
Alberdi, Enrique Osuna, Félix Jaime… seguro que me dejo a alguien de los diarios, de quienes
no han fallado ni cuando estaban de vacaciones.
En
cuanto a las ventas en Amazon, tengo que confesar que me he pasado el día
mirando el KDP (o lo que es lo mismo el Kindle Direct Publishing) donde, hora a
hora, se reflejan los ejemplares de nuestros libros que van encontrando acomodo
en algún lector electrónico. Eso me ha permitido saber algunas cosas, que no sé
si son útiles pero que como digo me han entretenido mucho. Mi cifra diaria de
libros vendidos estuvo oscilando entre los 3 ejemplares y los 19, con algunos
días tristes en los que aquello no se movió nada y los libros se precipitaron
en el abismo de las listas. Por fortuna sólo fueron dos martes. No sé si hay
quién entiende esto. El puntito de ese día excepcional se me dispersó de la
nube mental que tracé en mis estadísticas y entonces me dije que éstas no
sirven nada más que para entretenerse.
El
mejor mes empezó siendo junio, donde batí mi propio record, pero julio supuso
un tremendo cambio de tendencia. Pensé que el verano frenaría las ventas pero
me equivoqué de medio a medio: se multiplicaron por cuatro. Me marco siempre un
objetivo mensual, a partir del cual deja de preocuparme si pongo enlaces en las
redes o no. En julio, el día 8 estaba conseguido. En agosto me costó un par de
días más, se ve que entonces había más gente de vacaciones. Eso se notó en las
redes, más paradas que de costumbre porque supongo que el buen tiempo y las
fiestas patronales empujan a la piscina o a la playa a la gente normal. Yo,
como nunca he sido normal, ni lo pretendo, me he pasado los días en casa y sólo
he salido a partir de las once de la noche. Incluso los baños en la piscina han
sido nocturnos. Normal que no coja color ni a tiros y acabe acatarrada en pleno
verano… En agosto pulvericé el record de julio (otra vez) e incluso los libros
se fueron a Alemania, Reino Unido y algún otro punto del planeta, donde quiera
que sea que vayan los libros que se compran a través de amazon.com. Septiembre
empezó raro, el día 1 los contadores se quedaron atascados hasta el día 6, pero
por los que observo tiene la pinta de mejorar los anteriores. A día de hoy ya
lo he logrado…
También
me dediqué a observar cuáles eran las mejores horas de ventas y la conclusión
fue que se producían sobre todo a partir de las diez de la noche y sobre todo
los viernes. Curioso, el único día del verano que yo soltaba el ordenador…
En
estos meses han salido multitud de reseñas de mis novelas y ha pasado algo
curioso. Supongo que las novelas se han ido conociendo en el mundo bloguero,
pero lo que es en cuestión de ventas… el día que salía una no notaba nada
especial, incluso se movían menos. Me pregunto entonces si las reseñas sirven
de algo y la conclusión es que, si son sinceras, sirven para ti, para mejorar. Tanto
si son positivas como si no, porque te aportan puntos de vista que quizá tú
solo no tenías.
Los dos
libros que tengo en Amazon (La arena del reloj y El medallón de la magia), este
verano, han alcanzado el número uno de su categoría. El medallón de la magia lo
logró el 29 de agosto y La arena del reloj, el día 27 de julio. Este libro,
además, se ha paseado ya unos cuantos días en el top 100 de Amazon, treinta a
día de hoy. Siempre digo que a pesar del título, la magia es más suya que del
otro. En privado, una escritora de las que yo admiro me dijo algo precioso
sobre él… que me voy a callar por pudor, pero que compensa cualquier esfuerzo.
Sobre El medallón de la magia me hablaron de una maquetación buena para lo que
se suele encontrar, y eso que aún tiene pequeños fallos que sé dónde están,
pero me sentí orgullosa porque fue el primero que maqueté y me costó muchísimo.
El número 1 del medallón llevaba implícito cumplir una apuesta: la locura de
tatuármelo. Todavía no lo he hecho, pero llegará. Tengo palabra y creo que
forma parte de mí, es algo que he hecho sola y quiero tenerlo presente siempre.
Aunque sé que es imposible que se me olvide.
He
tocado los precios mínimamente, ahora ambos tienen el mismo, 0,99€, un precio
quizá bajo pero que creo que debo mantener porque sigo pensando que es lo que
provoca que estén visibles. En estos meses no he tenido inconveniente en
regalar ejemplares electrónicos, porque este no es mi medio de vida, así que el
hecho de que alguien pague aunque sea esa ínfima cantidad ya me parece
meritorio y digno. También he cambiado los precios para el .com, donde apenas vendo y esto sí que ha sido curioso:
vendo más a pesar de que es más elevado que antes. Pienso seguir experimentando
aquí, a ver qué pasa. En realidad todo esto es un experimento en sí mismo.
¿Sueños
a partir de ahora?
Creo que está todo conseguido, lo que suceda en adelante
será un extra. Con El medallón de la magia cerré mi círculo, que era lo que yo
quería, los libros han sido leídos y las valoraciones han estado bien (también
hay alguna menos buena de la que se puede aprender y algún mensaje con mala
idea de alguien que ni siquiera había abierto el libro, pero hay siempre gente
para todo que parece que no encuentra la felicidad por sí misma y le hace falta
hacer daño a los demás).
Tengo una novela terminada por completo, otra
terminada a falta de ojos que la valoren (ya liaré yo a alguien) y tres más en
proceso que en el verano han sufrido un pequeño empujón, pero que no he
conseguido terminar. No sería su momento… Tampoco importa porque mis dudas
sobre si seguir adelante con más libros publicados siguen ahí.
Como
siempre.