Me da mucho respeto ponerme a hablar de cuestiones gramaticales en el blog, porque no soy ninguna experta en ellas, solo sé lo que he aprendido en todos estos años escribiendo (no digo cuántos porque la cifra me empieza a abrumar). Si me atrevo a hacerlo es porque recordaré algo muy básico, de hecho, algo que estudiamos en el instituto.
Y también por otra cosa.
Ayer mismo llegué a un blog que me dejó estupefacta perdida. Lo firma una autora novel, que en estos momentos aún no ha publicado absolutamente nada, y que da consejos de escritura, aunque en realidad se dedica a otra cosa. Esas eran sus credenciales cuando ibas a la sección del blog (o la página, no recuerdo) que dice "quién soy". Me pareció tan surrealista todo que me dije, bueno, Mayte, al menos tú ya has publicado casi una docena de libros (eres autora de verdad, no es solo una idea en tu mente), no en el cien por cien de tu tiempo, pero te dedicas a esto y, además, has vendido varios miles de libros. Te han dado hasta premios. Igual tampoco es tan loco que tú te atrevas a dar algún consejo...
He venido a hablar de los verbos.
No me voy a poner en plan profe mucho rato, pero sí tengo que hacer hincapié en un aspecto que a veces nos pasa desapercibido: los verbos tienen aspecto perfectivo o imperfectivo. ¿Qué significa esto? Pues que hay algunos en castellano que nos están diciendo que la acción está acabada y otros marcan que no es así, que es una acción inacabada.
Pongo un ejemplo.
Cantó/Cantaba
Ambas formas verbales son de pasado. Una de ellas es el pretérito perfecto simple y otra el pretérito imperfecto. Estos nombres no se los pusieron a lo tonto, están diciéndonos ya cómo es la acción. En una frase completa quizá lo veamos mejor:
Marta cantó en las fiestas de su pueblo.
En esta oración, entendemos que las fiestas se acabaron ya y que Marta tuvo el impulso de subirse a un escenario y mostrar sus dotes cantarinas. O que estaba muy borracha y dio la nota, cualquiera sabe porque mi frase carece de un contexto. Lo que queda claro es que la acción está terminada. Del todo. Cerrada.
Marta cantaba en las fiestas de su pueblo.
En este caso, Marta sigue ahí, dándolo todo en el pasado, y nosotros como lectores nos hemos quedado con la intriga de algo, porque esta forma verbal suele requerir de una clausula que amplíe la información. No sé, algo como: Marta cantaba en las fiestas de su pueblo, cuando se puso a llover.
Este pequeño matiz entre dos formas verbales se vuelve un detalle gigante cuando no se emplean bien en algunos textos. Mirad, el castellano tiene una riqueza verbal impresionante. Se puede expresar prácticamente lo que uno quiera y queda matizado por el verbo que se emplee mucho más que por poner un millón de adjetivos raros o extravagantes, que solo van a decir de nosotros que somos un pelín pretenciosos al escribir. Jugad con los verbos, paraos a pensar qué queréis decir y matizad con ellos la diferencia.
Otro día hablaré del uso del pretérito pluscuamperfecto en novela romántica de la que no pasa por correctores profesionales. Es una auténtica pesadilla que muchas veces procede de la lectura directa de libros en inglés o de malas traducciones, ya que este idioma se las tiene que apañar con muchos menos verbos que el castellano.
Y hasta aquí mi modo profe.
Me voy a leer otro rato, si es que me dejan.