Me llevo preguntando un rato si seré capaz de cumplir un solo propósito para este nuevo año. El que usé para arrancar 2014 se quedó colgado, no lo cumplí y eso que bastaba con leer un solo libro, Nada, de Carmen Laforet. Ahí lo dejé, con el marcapáginas puesto; es una novela que tengo atragantada, que he empezado varias veces y siempre se ha quedado e medias. Quiero pensar que tiene que llegar su momento, y que ese no es ahora, pero reconozco que, a medida que pasan los años voy perdiendo la esperanza de averiguar qué es lo que no le pasa a Andrea.
Este año quería retarme con algo sencillo: conocer autores a los que todavía no he leído. Autores consagrados, de esos que entran en las listas de libros que van marcando vidas, pero no sé yo si seré capaz, visto el exitazo de mi propósito del año pasado.
Uno que tengo ahí, a mano en la biblioteca, es Mientras agonizo, de Faulkner. Podría empezar por él.
Pero no quiero ceñirme a estos libros, también pienso leer de estos otros (como los que escribo yo) que son para pasar el rato, que te entretienen y te duran un suspiro. Y los que se apilan en mi mesilla, en papel, que estoy ya aburrida de limpiarles el polvo y mirarlos con cara de deseo, mientras espero a que les llegue su momento. Y el que me van a traer los Reyes, que me hace muchísima ilusión. Y algunos del kindle que llevan tiempo ahí. Y las lecturas cero que es casi lo que más me apetece.
Me estoy empezando a poner nerviosa, ya me estoy presionando yo solita.
Menos mal que el resto de planes para 2015 son escasos. Después de un año lleno de eventos entro en otro con la agenda despejada: 364 días (ya me he cargado uno), para hacer lo que quiera. Y lo único que quiero este año es leer.
¿Seré capaz?