El tema de la semana está siendo
la "crítica" a los autoeditados por parte de un escritor en su blog,
derivado de un estudio que ha hecho (como los míos, sin ánimo demasiado
científico) leyéndose los fragmentos gratuitos de 25 obras de las que están
habitualmente en el top 100 de Amazon España. Ha salvado del todo uno de los
libros (de una autora, dice), media docena le ha parecido que no estaban mal y
el resto… pues con el resto ha hecho pupa sin pretenderlo, sin dar nombres. Al menos
a mí me lo pareció al leer el artículo, no creo que fuera su intención final.
Todo esto que he resumido al máximo ha generado debates y entradas secuela en
otros blogs. Iba a poner enlaces de todo esto, pero ya está en TW, en FB y a
este paso estará hasta en el telediario de las tres. No lo haré.
No hay mucho que añadir a lo
dicho ya. Amazon nos brinda una oportunidad, quienes escribimos (y podemos por
no estar vinculados a ningún contrato que nos lo impida) la tomamos libremente y
el lector será el que juzgue.
No hay más.
Si el lector es inteligente no se
dejará engañar por batallones de comentarios positivos. Si es un lector de
calidad y lo que se encuentra no le gusta, podrá hacer lo que se hace con un
libro de papel: cerrarlo y colocarlo de nuevo en la estantería. Y a otro. Con
la ventaja de que le habrá costado mucho menos y no tendrá que limpiarle el
polvo. Sin histerismos, ni rasgarse las vestiduras porque en esta vida hay
muchas cosas imperfectas. Puedes ir a comprar manzanas y alguna te sale podrida
y no por ello le escribes una carta al agricultor recomendándole un herbicida
mejor. O tampoco te dedicas a ir dejando comentarios en las redes sociales,
sobre lo descuidados que se están volviendo los campesinos y el poco respeto
que tiene con los consumidores de manzanas que de vez en cuando viene una
imperfecta en la bolsa.
Digo yo.
Pero a lo que quería ir es a una
de las entradas de esos blogs, hay una que me ha gustado porque no es la
exposición de una opinión, sino literatura. Un relato sobre este tema. La ha
escrito Ríos Ferrer en su blog, Secuencia
y Palabra. Se llama Autoeditados;
esos malditos. Me gusta por la metáfora del caballo de Troya y porque convierte
esta historia que tantas opiniones ha generado, en un cuento. Porque mira las
cosas con calma y con mesura. Y porque para mi sorpresa, aparece mi nombre por
ahí, codeándose "con desparpajo, con los Ken Follet,
Las sombras de Grey, María Dueñas, Pérez-Reverte, Matilde Asensi,
Zafón o Julia Navarro".
Lo más curioso, lo que más me ha
llamado la atención, no ha sido eso, sino este párrafo:
"Y Amazon comenzó a
crear un sistema, que permitía llegar a vender un libro en lugares
insospechados nunca. Y con una distribución imposible económicamente para
nadie, bajo su aspecto físico y fuera de la red. El lugar más recóndito,
inaccesible, pero con internet, era un cliente en potencia. Inalcanzable para
la distribución tradicional. Desencadenando de inmediato la lucha entre
las novedades auto editadas y las novedades editoriales que apenas alcanzaban
las doscientas unidades de tirada – salvo honrosas excepciones– o en el mejor
de los casos, y a ser posible, con premio detrás; las quinientas".
Me ha
hecho sonreír por algo que hice hace poco. El otro día saqué la calculadora. La arena del reloj, la novela con menos
pretensiones de serlo jamás que he escrito en mi vida, el libro que estaba
destinado a un cajón porque no tenía el perfil de ser nada más que un libro de
familia… ese libro chiquitito, lleva bastantes más de esas doscientas unidades
en papel, cifra en estos momentos irrisoria comparada con las ventas digitales
que ha logrado en cinco meses. Y eso que no hay una editorial detrás, ni un
editor, ni una distribuidora… Y eso que nunca lo he pretendido. Y eso que se
han distribuido en mano, uno a uno. Y eso que la única promoción ha sido el
boca-oreja, este blog y los que se han sumado a apoyarme (sin conocerme de nada la mayoría) y las redes sociales, sin campañas de esas de anuncios en
la tele o mesas llenas de libros en la trayectoria de entrada de las librerías,
para que tropieces con ellos sí o sí. Con respecto a la promoción, diré que
pienso seguir dando el coñazo, así que si a alguien le molesto con mis links
que me borre de sus amigos. No se lo tendré en cuenta. De verdad.
No sé si
esto que me ha pasado es tener tanto éxito como para "codearse" con
Ken Follet, la verdad.
No sé
qué pensar.
Ni de
esto, ni de la polémica.
Probablemente
lo que siempre digo.
Tiempo,
perspectiva.
Paciencia
para que las aguas se calmen y entendamos de verdad este fenómeno.
Pienso
en esto hace un año, cuando los autoeditados éramos tan pocos que algunos
salían en las noticias como un fenómeno curioso. Recuerdo nombres y voy dándome
cuenta cómo algunos se diluyen a favor de otros nuevos. Veo como algunos siguen ahí, cada vez más grandes, mientras que otros se van olvidando. Cierro los ojos, pienso en
septiembre de 2013 y estoy segura de una cosa: el mundo no para y quizá tampoco
los nombres sean los mismos.
Quizá,
ni yo misma estaré ya aquí.