Desde
hace unas semanas, estando el panorama nacional como está, no veo las noticias.
¿He dicho semanas? ¡Meses! Bueno, no es del todo cierto. No veo la tele
básicamente porque me secuestran el mando a distancia y todo lo que se puede
ver es para menores de 7 años L
Y, para
qué mentir, porque no me gusta mucho.
Uno de
los programas de "éxito" en mi casa, es Tu estilo a juicio, un reallity que ponen en uno de los canales que
surgieron como setas cuando nos obligaron a poner la TDT. El programa es
repetitivo (creo que es por eso por lo que gusta tanto a los niños pequeños):
una persona, casi siempre mujer, aparece vestida como si hubiera cogido la ropa
del montón de lo que queda por planchar, pero encima no de su montón, sino de
un vecino indigente. No se ha peinado en semanas, lleva gafas por lo general y
tiene la peor dentadura del mundo.
Es la deteriorada
materia prima del programa.
Necesita
un cambio de imagen.
Un
grupo de personas, el jurado de este peculiar juicio, se dedican a criticar su
aspecto hasta que le sacan unas lágrimas (es que son salvajes los comentarios)
y entonces le dan la sorpresa de que van a transformar su imagen y, con ello,
mejorarán su autoestima que se acaban de cargar de un plumazo, dicho sea de
paso. Este cambio empieza normalmente por una visita al dentista, donde la
solución suelen ser carillas estéticas que les ponen unos dentistas super
guapos (¡dios, yo quiero! Las carillas, no los dentistas…); luego, paso por el
dermatólogo, cirugía estética ambulatoria (unos retoques aquí y allá), visita
al oftalmólogo para una cirugía laser y, finalmente, los magos: David, el
estilista, Johnie, el peluquero, y Korbi, el maquillador (este es,
directamente, un genio).
Una
semana después de esa imagen catastrófica del primer programa (en la que, por
cierto, nadie lleva un gramo de maquillaje delante de la cámara para acentuar
la diferencia) el patito feo se ha transformado, literalmente, en una estrella
de cine. ¡Palabra! Un día transformaron a un motero que daba miedo en Patrick Swayze.
No sé
si es la curiosidad por ver el resultado, pero el caso es que me trago los
programas de tres en tres. El otro día me puse a investigar los precios de los
tratamientos que aplican a los concursantes y los ojos me empezaron a dar
vueltas: entre cirugías y dentista normalmente se superan los ¡diez mil euros! Y
eso un día que no se pongan estupendos y se lleven a la mujer a pasar una
semana entera a un spa, llenándola de tratamientos y mimos. Ya, ya sé que para
el programa tendrán precios especiales, porque todo es publicidad, pero para
los concursantes es fantástico, porque si quisieran afrontar esos cambios por
su cuenta, no creo que pudieran.
No,
estoy segura de que no podrían.
¿Quién
puede?
Sin
embargo, a pesar de todo, el reallity me gusta porque invita a soñar que todo
es posible.
El caso
es que antes de este programa hay otro de cambio de imagen, en el que asaltan
tu casa y te la reforman de arriba abajo. Este ya no me gusta tanto. La pareja
que se ocupa de la transformación tienen obsesión por el papel pintado de
dibujos horrorosos y hay uno que se pone unas flores en la solapa de la
chaqueta y va por ahí tan feliz con los arreglos florales metiéndosele en la
nariz.
A los
de Tu estilo a juicio les dejaría que me dieran una capa de chapa y pintura
pero a estos otros… a estos les escondería las llaves de mi casa…
¿Os
quedáis pillados con algún programa tonto como estos?