Mucho se ha hablado del precio de los ebook desde que
llegaron a nuestras vidas lectoras. No sabría precisar el momento en el que las
versiones digitales de los libros se pusieron en marcha, aunque consultando
algunas páginas se dice que fue a finales de la primera década del siglo XXI
cuando se empezaron a comercializar dispositivos específicos cuya única función
era servir de libros electrónicos. En cualquier caso, mi contacto con ellos se
remonta a 2010, cuando lancé mi primer libro en este formato.
Decir que lo lancé queda muy bonito, pero en realidad se
lanzó solo.
En la página donde colgué mi primera novela se incluía la
función de lanzar un ebook de manera simultánea y lo autoricé, pero tampoco
siendo muy consciente de ello, puesto que ni siquiera le puse un precio. Saltó
a la red completamente gratis y ni siquiera me enteré de que andaba por ahí
hasta que me rebotó la primera reseña desde México.
Un par de años después, cuando decidí subir las novelas a
Amazon, ya sí puse un precio: 0,99€. Varias fueron las razones por las que me incliné
por esta cantidad.
La primera, que yo era una completa desconocida y me parecía
que no iba a haber nadie lo suficientemente loco como para pagar por uno de mis
libros. Así de sencillo y así de sensato. Yo estaba aquí para experimentar y
mal iba a salir el experimento si empezaba poniéndome zancadillas yo sola. La
segunda, porque en este momento había una primera generación de autores que se
empezaban a autoeditar y era el precio que tenían casi todos. Supongo que alcanzamos
más o menos a la misma conclusión y hubo un acuerdo no hablado de intentar
llegar a los lectores por ahí, desde un precio muy bajo, menos de lo que cuesta
un café. Quizá así se nos diera la oportunidad de ser leídos (otra vez el
sentido común). La tercera, esa totalmente mía, porque la profesionalidad en el
trabajo que había hecho era más que cuestionable. Y no me refiero solo a la
literaria (no contaba entonces ni con lectores cero que me dijeran mueve una
coma), sino más bien al otro trabajo que nos toca a los autores que decidimos
lanzarnos por nuestra cuenta, la de crear un archivo digital.
No os digo lo que sudé con eso, pero fue mucho.
En este tiempo, muchos autores se reunieron en varios grupos
de Facebook y recuerdo discusiones airadas sobre el valor que deberíamos darle
a nuestros trabajos. Los había que ponían el grito en el cielo por el hecho de
que otros estábamos tirando nuestro esfuerzo al suelo por un miserable euro. Y
lo que era peor, decían que tirábamos el suyo por la diferencia. Insistían en
que nos organizásemos para subirlo.
Yo asistía a las discusiones más como espectadora que como
otra cosa, estupefacta ante algunas intervenciones. Seguía en mis trece,
pensando que las escaleras hay que subirlas peldaño a peldaño, sin correr,
porque las prisas, me habían contado, no son buenas para nada. Y ahí estuve “tirando
por tierra” mi categoría de autora (me da la risa escribir esto) porque me “vendía”
por muy poco. E importándome muy poco la de los demás porque creo que cada uno
tiene que demostrarla con algo muy distinto al precio: con calidad en lo
escrito.
Tiempo después, bastante, decidí “revalorizar” todas mis
novelas a la vez. Esta vez di un salto a 2,99€. Si hacía cuentas, los royalties
obtenidos por una sola venta a este precio equivalían a siete de un euro, así
que pensé que tampoco estaba mal probar. Ya había vendido más de lo que me hubiera
imaginado, así que no pasaba nada si me equivocaba y seguía (y sigo)
experimentando. Y también hubo otra razón que me empujó a hacerlo y fueron
algunos comentarios malintencionados en los perfiles de muchas novelas colgadas
en Amazon, en las que se “disculpaba” su mala calidad por el irrisorio precio
que costaban.
Me di cuenta de que ahora sí era el momento de cambiarlo.
La diferencia en las ventas, en números absolutos, se
resintió, aunque no así los ingresos (calderilla, no os vayáis a pensar que
esto da para mucho más que pagar la conexión a internet todos los meses). Me
libré de esos comentarios, aunque no de alguno que se llevaba las manos a la
cabeza por lo carísimos que eran. Ya veis, menos que un paquete de tabaco, pero…
Las editoriales, sin embargo, en su mayoría seguían con sus ebooks
cerca de los diez euros. Yo me escandalizaba ante tal despropósito, pero no me
dio por despotricar. Sencillamente como lectora ignoré los libros que costaban
eso y me dediqué a otros más económicos. El resultado fue que conocí de primera
mano a muchos autores nuevos, pude hacer una selección personal y, a día de
hoy, puedo decir que tampoco me equivoqué mucho. La mayoría de los que me
gustaron tienen una editorial detrás. Hubo alguno que me gustó mucho y se quedó
por el camino, pero eso siempre pasa. No soy infalible en mis gustos (por
fortuna, siempre tenemos que tener algo que nos diferencie de los demás).
Hoy me he dado una vuelta por el top de Amazon y casi no
quedan libros a un euro. Alguna novedad en promoción. Alguno de autores que
tienen otros nuevos y los están empujando de ese modo, pero poco más. Hay
algunos ejemplares de autores muy conocidos que siguen costando un riñón y
medio (12,34€ es una barbaridad), que seguiré ignorando por los siglos de los
siglos (o hasta que salga en Kindle flash), pero la media está en torno a esos
tres euros.
De momento, a mí me parece un precio justo.
¿Y a ti?