Empiezo la serie dedicada a autores de mi grupo literario
hablando de Víctor Fernández Correas. Llegó a mi mundo literario un día impreciso, no sé
si de invierno o verano, solo recuerdo que un amigo común nos puso en contacto.
Iba a ser una leve consulta, un ligero cambio de impresiones, pero aquella primera conversación fue más
que eso, la puerta de entrada a muchas otras, la primera de un camino que decidimos, sin
decidirlo en realidad, emprender al lado.
Comienzo con Víctor porque fue el primero en prestarse
voluntario para esta recopilación de autores a los que me unen lazos literarios
y de amistad. Autores vinculados a mí, y yo a ellos, a través de las palabras.
BIOGRAFÍA LITERARIA
Saint Denis (Francia) en 1974.
Hijo de emigrantes extremeños, sus raíces personales están repartidas
entre en La Vera de Cáceres y Cuenca, de donde se siente hijo adoptivo. Actualmente
vive en Madrid y se gana la vida como periodista freelance, consultor de
comunicación, gestor de redes sociales y redactor de notas de prensa y
comunicados, aunque su verdadera pasión son otras letras, aquellas con las que
cuenta sus historias de ficción.
ALGUNOS PREMIOS
Víctor Fernández Correas arriba en la literatura en el 2000, con 26 años, tras ganar
un certamen de relato corto en Valverde de la Vera (Cáceres). Animado por el
resultado, se presenta al año siguiente y repite con un relato titulado Epílogo imperial. También en ese año
resulta ganador del I Primer Certamen de Relato Corto 'Princesa Jariza' de
Jaraíz de La Vera y en otro en Jerez de los Caballeros.
SUS NOVELAS
Son esos premios los que le hacen plantearse que tal vez
pueda escribir una novela y se pone manos a la obra. El Epílogo imperial, ese primer relato, ampliado y documentado, acaba
convirtiéndose en La conspiración de
Yuste (La esfera de los libros, 2008), obra de ambientación histórica que
narra los últimos coletazos del reinado de Carlos I de España y V de Alemania.
Cuatro años después, publica otra novela, La tribu maldita (Temas de hoy, 2012).
Este año es realmente el momento clave en el que la autoedición da un vuelco al
panorama literario en España. Las editoriales, que no esperan de ninguna manera
el éxito que van a tener algunos autores que decidirán emprender su camino en
solitario, tampoco cuentan con los tremendos cambios que se van a ir
produciendo en el mercado. La reacción que tienen, buscar en esa bolsa de
nuevos autores que Amazon, la plataforma de autoedición recién llegada a
España, deja fuera del foco a Víctor Fernández Correas. Le sucede como a otros
muchos escritores que apenas están empezando; su condición de autores nuevos,
pero con estructuras editoriales que empiezan a dar síntomas de agotamiento,
los deja momentáneamente de lado. Su libro, una recreación de qué le pudo ocurrir a ese
grupo de treinta Homo heidelbergensis cuyo yacimiento —la Sima de los Huesos de
la Sierra de Atapuerca en Burgos— excava verano tras verano el Equipo Investigador de
Atapuerca, prácticamente pasa de puntillas por las librerías.
Los siguientes años, Fernández Correas no deja de escribir.
Artículos, efemérides, esa vida en diez líneas de Word en Facebook que con
tanto interés muchos esperábamos cada tarde, relatos… van llenando páginas de
su página personal en las redes sociales, mientras en solitario sigue
escribiendo novelas. Sabe que la autoedición es un camino que no ha explorado,
pero quizá el haber conseguido publicar dos veces con editorial, y su carácter
reflexivo y sereno, le hace no desistir en intentarlo de nuevo por el modo
tradicional. Participará en la antología
Cervantes tiene quien le escriba
(Ediciones Traspiés , 2016) para conmemorar el cuarto centenario de la muerte
del escritor alcalaíno y después publicará su tercera novela Se llamaba Manuel (Versátil Ediciones, 2018)
que llegará avalada por un enorme éxito de crítica.
UN CORTOMETRAJE QUE AÚN NO SE HA ESTRENADO
En 2018, obtiene el premio del jurado por el relato Del
color del aceite, en el Primer Premio Internacional de Relato Corto sobre
Olivar, Aceite de Oliva y Oleoturismo, organizado por la asociación
MásQueCuentos (MMQC). Publicado en la recopilación Tinta de Olivo (Editorial Lieberman, 2018), en este relato se basa
un cortometraje, Love Aove, dirigido
por el director Luisje Moyano que en enero podremos disfrutar y en cuyo rodaje ha participado.
Finalmente, en 2019, aporta un relato a la antología autoeditada Un 4 de febrero, a
beneficio de la Fundación Aladina.
COLABORACIONES
Las inquietudes literarias de Víctor Fernández Correas se
mezclan con las periodísticas , es asiduo colaborador de la revista Pasar
Página, y un apasionado de la Historia como demuestra prácticamente la
totalidad de su producción literaria, novelas que siempre están insertadas en
un contexto histórico.
LA AUTOEDICIÓN EN VÍCTOR
Todos los autores de mi generación, decía en la primera
entrada de esta serie, tienen en común la autoedición y, sin embargo, en el
caso de Víctor, el proceso lo está haciendo de forma inversa: primero publicó
con editorial para, poco a poco, ir madurando la idea de dar el salto a la autoedición y
convertirse en uno más de los autores híbridos de esta generación.
La experiencia con la antología Un 4 de febrero, quizá también la influencia que ejercemos los unos
en los otros, le han hecho plantearse este camino en un futuro no muy lejano.
Las largas charlas sobre la comodidad de poder controlar cualquier aspecto del
libro, el precio, el formato, las promociones, la corrección de cualquier error
casi en tiempo real… le han llevado a preguntarse cómo sería vivir esta
experiencia y está preparándose para ella.
SU ESTILO LITERARIO
En cuanto al estilo de Víctor, su narrativa presenta frases
cortas y descripciones que, a través de simples pinceladas, dibujan con
asombrosa fidelidad el ambiente en el que instala a sus personajes. No le hacen
falta grandes párrafos para crear la atmósfera adecuada en cada momento y eso
lo consigue a través de una sintaxis especial, con interrupciones muy
personales que a su vez crean un ritmo que, en suma, dota de una voz poderosa a
sus textos. El equilibrio entre narración y diálogo está presente en todas sus
novelas, salvo en La tribu maldita
por razones de planteamiento de la misma novela.
Sus personajes son atípicos, desde los homos que en su
segunda novela ni siquiera hablan, o el Canelita, un homosexual en pleno
franquismo que aparece en la tercera, o el mismísimo Carlos I, del que hace un
retrato de su lado más humano, pero todos tienen en común una caracterización
minuciosa que no se queda en lo físico, sino que ahonda en el alma humana. Da
igual que sean personajes de otro tiempo, él indaga sobre las emociones y las
reacciones de los hombres y, en algunos de sus libros, no se ahorra la crítica
a al tiempo al que pertenecen.