De Mayte Esteban.
Para Mayte Esteban.
7 de agosto de 1980.
Hola, Mayte:
Te estarás preguntando quién te escribe con tu mismo nombre,
quién es la persona que le ha puesto dos fechas tan dispares una la carta. No
estoy loca, soy yo, tu yo del futuro, y vengo a contarte algunas cosas.
Ahora mismo tienes diez años y un sueño que no le has
contado a nadie, pero yo lo sé porque fue el mío. Ya te he dicho que soy tú
pero con bastantes más años a la espalda, algunas canas disimuladas por un
tinte y arruguitas en el rostro y en el alma. Nada importante, nada que no haya sido producto de
que he vivido en todos estos años.
Sé que sueñas con escribir, con convertirte en escritora, de hecho sé que
hace poco terminaste una novela. Es muy tierna, pero aún tienes que darte
tiempo. No te preocupes porque lo vas a conseguir. Practica mucho antes de
enseñarle a nadie tus progresos, fíjate en los errores y lee todo lo que caiga
en tus manos porque sé que aprenderás. Confío en ti y en tus posibilidades. Sé
que eres lista y que vas a ser capaz de sacar provecho a cada libro que leas.
Aunque no hace falta que te lo diga, sigue yendo a la
biblioteca. En ella vivirás la mejor etapa de tu vida, no solo porque está
llena de mundos por descubrir, sino porque también en ella vas a conocer a
algunas de las personas más importantes de tu vida, las que te marcarán el
sendero. Y también el corazón. Las bibliotecas pueden hacer que te enamores
muchas veces, que vivas peligros, aventuras, desafíos… pero no son peligrosas.
En cuanto cierres el libro volverás a estar a salvo.
En cuanto cierres el libro volverás a estar a salvo.
A la que eres ahora no le hace falta que nadie la salve,
pero habrá momentos en el futuro que lo necesitarás, y los libros son los
mejores rescatando personas en apuros.
Hazme caso, lo he vivido.
Hazme caso, lo he vivido.
Nadie te lo dice mucho, pero eres muy bonita. Sé que no me
estás creyendo, porque ahora mismo no te ves así. Tienes el pelo tan corto como
un chico, llevas siempre vaqueros y camisetas sin ninguna gracia, cualquiera
que no te conozca juraría que eres un niño y no una niña. Tienes las rodillas
llenas de costras y en la frente los restos de la herida que te dejó Raúl el
otro día al tirarte una piedra. Tampoco te preocupes mucho por eso, solo está
intentando llamar tu atención y dejará de pegarte en breve. No pasa nada por
esas cicatrices, igual que esas heridas se curarán y desaparecerán, tú dejarás
de parecer un niño un día y te convertirás en una chica preciosa. Da igual cómo
seas por fuera, sé que por dentro tienes un corazón enorme que siempre se
preocupa por los demás, aunque a veces lo demuestres un poco a lo bruto.
No te diré que moderes eso, en un futuro que no te contaré,
para no asustarte mucho, el ser tan borrica de pequeña te salvará de un momento
duro. Acuérdate de lo que te digo cuando llegue, no te paralices y pelea como
sabes. Saldrás victoriosa. Al menos en lo físico, porque otras heridas se
quedarán contigo. Pero tampoco te agobies, el tiempo es tan mágico como los
libros de la biblioteca y te curará de eso.
El tiempo y la paciencia, que dicen que es la madre de la
ciencia, pero que yo creo que es el arma de los héroes.
Estudia un poco más. Eres muy vaga y mientras no entiendas
que con dedicarle unos minutos mejorarás un abismo, seguirás siendo del montón
de la clase. Cuando por fin decidas hacerme caso, te prometo que serás la
mejor. Está todo dentro de ti, aunque ahora mismo no lo veas y pienses que solo
soy una señora pesada que viene del futuro a zumbar en tu cabeza y a contarte
cosas raras.
Te vas a enamorar muchas veces en tu vida. Muchísimas,
porque tu corazón es enorme, pero habrá una especial. No la dejes pasar, por
mucho ruido que haya, por muy difícil que parezca. Funcionará y serás muy
feliz, tendrás eso otro que tú y yo sabemos que deseas. No te voy a decir
cuándo llegará, te tocará a ti averiguarlo. Por el camino seguro que piensas
que te habrán roto el corazón algunas veces, pero no está roto, solo está
entrenando, solo está viendo el lado oscuro para que cuando llegue la luz la
disfrutes mucho más.
Porque habrá luz, tanta que te parecerá que nunca ha habido
sombras.
No todo lo que va a pasar en estos años será bonito, también
sucederán cosas muy tristes. Ahí sí que se te romperá el corazón, pero no te
las voy a contar porque todo tiene su momento y no es este. Para cuando llegue,
que lo sabrás, procura solo recordar esto: da gracias por lo vivido. Nunca te
hundas en lo que se acaba, piensa en todo lo que tuviste mientras duró y
analiza las cosas buenas que eso te dio.
En todo hay algo que rescatar y me consta que serás experta
en construir fuertes con los restos de cada naufragio.
¿Te acuerdas de Víctor, verdad? Es ese niño de gafas con el
que vas a clase. El empollón, como le llaman muchos, para meterse con él.
Víctor sigue siendo mi amigo y se ha convertido en un hombre muy especial. Por
si no te has dado cuenta todavía de lo que vale, ve fijándote en él en estos
años que tienes por delante. Nunca te va a fallar, siempre estará cuando
necesites hablar con él y seguirá riéndose de todas las tonterías que digas,
como hace siempre. Víctor nunca se olvidará de tus cumpleaños y jamás hará nada
solo por compromiso, sino porque es como tú. No dejes que se vaya lejos
demasiado tiempo, no hay dos personas así.
De lo que suceda de aquí en adelante no sé nada. Tendría que
llegarme una carta de mi yo futura. Si pasara eso, prometo escribirte, pero
solo si lo que contiene es importante para que no tengas demasiado miedo. Ese
va a ser tu único enemigo, el miedo a no estar a la altura de las personas que
quieres. Pero sabes una cosa, le pregunté a papá y me dijo que sí, que siempre
ha estado orgulloso de mí.
De nosotras.
Así que por eso, ni te preocupes.
Te quiero mucho, princesa (alguien te llamará princesa
alguna vez y no seré solo yo)
Mayte