Sinopsis:
2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y
geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y
el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la
tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones, sin
embargo todavía queda un cabo suelto, un molesto inconveniente que se escapa de
las afiladas uñas de la Asamblea: Khimera.
En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el
bogatyr -héroe para algunos y villano para otros-, están puestas las últimas
esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.
Mis impresiones:
Quería leer esta novela desde que
vi el booktrailer y la portada, así que cuando me enteré que se publicaba el
día después de mi cumpleaños me dediqué a dejar mensajes por todas partes para
asegurarme de que alguien me la regalase. ¡Y lo conseguí! El mismo día 5 de
marzo llegaba a la librería y me lo traían a casa a mediodía.
Empecé a leerlo en cuanto terminé
de trabajar.
He escuchado por ahí que hay que leer
la trilogía Versos, canciones y trocitos
de carne, las otras tres novelas de Gellida, para disfrutarla al completo,
pero la verdad es que no estoy segura de que eso sea absolutamente necesario.
Yo solo he leído Memento Mori (las
otras dos las tengo, pero esperando) y la he disfrutado. Es posible que quizá
algunos aspectos los haya pasado por alto, sobre todo en el tramo final de la
narración, pero es que estoy convencida de que esta es una de esas novelas
(pocas) que cuando pase un tiempo volveré a leer, descubriendo muchos detalles
que estoy segura de que se me han escapado. No es una novela para leer rápido,
pero no puedes evitar que los acontecimientos te arrastren y no puedas parar.
Por eso digo lo de una segunda lectura pasado un tiempo y espero que para
entonces haya leído Dies Irae y Consumatum est. Podré entonces valorar
si esto que dicen importa tanto.
Antes hablaba de la portada que
me llamó mucho la atención. Me parece un acierto. La sobrecubierta con solapas,
con las letras del título en relieve, es muy atractiva, pero la verdad es que
hasta que no empecé a leer no me di cuenta de que un elemento esencial en la
historia lo estaba viendo desde el principio en ella. Mi despiste suele ser
genial porque me sigo sorprendiendo con todo.
La edición me parece fantástica;
cuando quitamos la sobrecubierta (algo que siempre hago al leer libros de tapa
dura, para no destrozarla) encontramos el símbolo de Khimera y el título en
letras doradas. No hay autor, ni impresión alguna en el lomo ni la
contraportada. Solo un negro que resulta bastante simbólico con el panorama que
dibuja la novela.
Dicen que en toda la obra de
César Pérez Gellida la música es una protagonista esencial. En el caso de
Khimera está presente en la manera de estructurar el relato. El armazón con la
que nos presenta Gellida esta historia es un concierto. En él van asumiendo
papeles en esa orquesta imaginaria, Rusalka, la soprano, y Frederik Keergaard,
el tenor, a los que acompañan el resto de personajes sentados delante del piano
o frotando las cuerdas de violas, violines y violonchelos. Con la batuta en la
mano, el autor, César Pérez Gellida. Como un buen concierto empieza con un Preludio
que enseguida capta la atención del espectador-lector, una leyenda que
posteriormente entenderemos en toda su dimensión.
Tras esto, cuatro movimientos,
Allegro Assai (2034), Adagio Sostenuto, Andante Moderato y Grave Lacrimoso
(todos en 2054), rematados por un Rondó final que se ajustan a la perfección al
contenido de cada parte. Dentro de ellos las escenas, como en las otras novelas
de César, están situadas espacial y temporalmente.
Creo que aún no lo he dicho:
Khimera es una distopía ambientada en un tiempo muy cercano, apenas alejada cuatro
décadas de la actualidad, después de que una guerra de dimensiones épicas haya
arrasado el mundo tal y como lo conocemos. No sé si en la forma esta novela
será profética, como se atreven a adelantar algunos, si este planeta se
parecerá a cómo lo recrea César, pero el fondo, las ideas subyacentes que
quedan en la mente del lector son tan inquietantemente posibles que provoca
cierto escalofrío.
Lo que plantea es un mundo dividido
en bloques tras la Gran Guerra de Devastación. Con ese nombre podemos intuir
qué es lo que nos cuenta que hemos hecho los seres humanos con nuestro planeta.
Después de la guerra a finales de los años treinta, y de la que se conoció como
Década Triste, el mando lo tiene la Asamblea, un órgano de gobierno formado por
corporaciones empresariales. La democracia y el capitalismo se han superado y
ahora se imponen las corrientes transhumanistas que no tienen reparos en
traspasar los límites de la naturaleza. Esto tiene consecuencias, entre ellas
un importante aumento de las diferencias de clase y la superpoblación. Es este
precisamente uno de los que intenta solucionar la Asamblea, a costa de las
vidas de los que considera humanos de segunda, sobre todo moradores y duendes,
unos seres deformes que han nacido después del uso de gases tóxicos que han propiciado
mutaciones genéticas en nuestra especie.
La tecnología lo controla
absolutamente todo a través de la Lupa y la libertad ha quedado casi como un
recuerdo, aunque quieres viven bien apenas se den cuenta de ello o, como en el
caso de Patricia Jones, apenas parezca importarles. El dinero sigue moviendo el
mundo (me ha hecho gracia que la unidad monetaria sean los culos) y para la
Asamblea solo queda una amenaza que eliminar: Khimera, y más en concreto el
último de sus integrantes, el último bogatyr, el único que sobrevivió al que
nadie conoce. Para algunos es héroe,
para otros villano, pero todos le buscan por distintas razones.
Pero ¿qué es Khimera? Nos cuenta
la novela que fue un proyecto gestado en Rusia, compuesto por agentes
superdotados. Todos fueron exterminados; todos menos el bogatyr que intentará
frenar el plan genocida de la Asamblea.
La novela, al arrancar, me
pareció perfecta. El principio con esa leyenda despertó mi interés, pero una
vez entrados en materia, cuando empezaron los datos sobre la Gran Guerra de
Devastación, reconozco que me costó centrarme, porque me esforzaba en memorizar
y eran tantos los acontecimientos que acabé aturullándome. Hasta que me cansé.
Decidí que ya me enteraría más adelante, si era necesario, y si no mala suerte.
El caso es que cuando me relaje y empecé a conocer a los personajes, en el
segundo movimiento, me olvidé por completo de ese pequeño escollo y mi
percepción cambió.
Después de esto la novela se
vuelve muy visual y muy rápida, y a medida que vas leyendo muchísimo más. Los
fragmentos se van acortando, las escenas cada vez más breves te van empujando a
la siguiente y cuesta mucho soltar el libro. El ritmo vertiginoso de los
acontecimientos, junto con una escritura sin escollos, sin artificios
innecesarios, hace que te sumerjas en ella y cuando te quieres dar cuenta has
llegado al final, que por otro lado me parece muy acertado.
Cuando estaba leyendo la última
parte no podía dejar de pensar en un autor francés realista, y no porque
escriba parecido a César ni porque trate los mismos temas. Me vino a la cabeza
porque en su obra los personajes saltan de una novela a otra, apareciendo en
ellas en distintos momentos de sus biografías particulares. Balzac, el autor al
que me refiero, creó un universo propio y esto también me lo he encontrado en otro autor reciente, Fernando Trujillo. Me gusta la idea y, sobre
todo, como es capaz de integrarlos sin que parezca forzado. Si no has leído los
otros libros quizá son detalles que se te escapan, pero si sucede lo contrario
es todo un acierto y establece cierta complicidad con el lector.
Los personajes de Khimera, como
ya comenté, son los intérpretes de la orquesta. Al principio se nos da una
breve descripción de cada uno y a medida que avanza los giros que toma la trama
van a ir descolocando nuestra percepción sobre ellos. No sabes nada de ellos en
realidad hasta que terminas de leer. Kai-Xi ha sido, sin duda, el que me ha
sorprendido más. Supongo que a otros les habrá pasado con Rusalka, o con
Frederick, o con el mismísimo Benjamin Harding…
Recomiendo esta novela a quienes
disfrutan de los thriller, de las distopias y de las novelas que enganchan. No
os vais a arrepentir.
Un dato significativo del trabajo
bien hecho, no solo en cuanto a la escritura de la novela sino al apoyo que le
ha dado la editorial es que cuatro días después de su publicación ya se
anunciaba la segunda edición.
Ole por ellos, así se trabaja.