Mostrando entradas con la etiqueta César Pérez Gellida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta César Pérez Gellida. Mostrar todas las entradas

sábado, 28 de marzo de 2015

KHIMERA DE CÉSAR PÉREZ GELLIDA



Sinopsis:

2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones, sin embargo todavía queda un cabo suelto, un molesto inconveniente que se escapa de las afiladas uñas de la Asamblea: Khimera.

En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el bogatyr -héroe para algunos y villano para otros-, están puestas las últimas esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.

Mis impresiones:

Quería leer esta novela desde que vi el booktrailer y la portada, así que cuando me enteré que se publicaba el día después de mi cumpleaños me dediqué a dejar mensajes por todas partes para asegurarme de que alguien me la regalase. ¡Y lo conseguí! El mismo día 5 de marzo llegaba a la librería y me lo traían a casa a mediodía.

Empecé a leerlo en cuanto terminé de trabajar.

He escuchado por ahí que hay que leer la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, las otras tres novelas de Gellida, para disfrutarla al completo, pero la verdad es que no estoy segura de que eso sea absolutamente necesario. Yo solo he leído Memento Mori (las otras dos las tengo, pero esperando) y la he disfrutado. Es posible que quizá algunos aspectos los haya pasado por alto, sobre todo en el tramo final de la narración, pero es que estoy convencida de que esta es una de esas novelas (pocas) que cuando pase un tiempo volveré a leer, descubriendo muchos detalles que estoy segura de que se me han escapado. No es una novela para leer rápido, pero no puedes evitar que los acontecimientos te arrastren y no puedas parar. Por eso digo lo de una segunda lectura pasado un tiempo y espero que para entonces haya leído Dies Irae y Consumatum est. Podré entonces valorar si esto que dicen importa tanto.

Antes hablaba de la portada que me llamó mucho la atención. Me parece un acierto. La sobrecubierta con solapas, con las letras del título en relieve, es muy atractiva, pero la verdad es que hasta que no empecé a leer no me di cuenta de que un elemento esencial en la historia lo estaba viendo desde el principio en ella. Mi despiste suele ser genial porque me sigo sorprendiendo con todo.  

La edición me parece fantástica; cuando quitamos la sobrecubierta (algo que siempre hago al leer libros de tapa dura, para no destrozarla) encontramos el símbolo de Khimera y el título en letras doradas. No hay autor, ni impresión alguna en el lomo ni la contraportada. Solo un negro que resulta bastante simbólico con el panorama que dibuja la novela.

Dicen que en toda la obra de César Pérez Gellida la música es una protagonista esencial. En el caso de Khimera está presente en la manera de estructurar el relato. El armazón con la que nos presenta Gellida esta historia es un concierto. En él van asumiendo papeles en esa orquesta imaginaria, Rusalka, la soprano, y Frederik Keergaard, el tenor, a los que acompañan el resto de personajes sentados delante del piano o frotando las cuerdas de violas, violines y violonchelos. Con la batuta en la mano, el autor, César Pérez Gellida. Como un buen concierto empieza con un Preludio que enseguida capta la atención del espectador-lector, una leyenda que posteriormente entenderemos en toda su dimensión.

Tras esto, cuatro movimientos, Allegro Assai (2034), Adagio Sostenuto, Andante Moderato y Grave Lacrimoso (todos en 2054), rematados por un Rondó final que se ajustan a la perfección al contenido de cada parte. Dentro de ellos las escenas, como en las otras novelas de César, están situadas espacial y temporalmente.

Creo que aún no lo he dicho: Khimera es una distopía ambientada en un tiempo muy cercano, apenas alejada cuatro décadas de la actualidad, después de que una guerra de dimensiones épicas haya arrasado el mundo tal y como lo conocemos. No sé si en la forma esta novela será profética, como se atreven a adelantar algunos, si este planeta se parecerá a cómo lo recrea César, pero el fondo, las ideas subyacentes que quedan en la mente del lector son tan inquietantemente posibles que provoca cierto escalofrío.

Lo que plantea es un mundo dividido en bloques tras la Gran Guerra de Devastación. Con ese nombre podemos intuir qué es lo que nos cuenta que hemos hecho los seres humanos con nuestro planeta. Después de la guerra a finales de los años treinta, y de la que se conoció como Década Triste, el mando lo tiene la Asamblea, un órgano de gobierno formado por corporaciones empresariales. La democracia y el capitalismo se han superado y ahora se imponen las corrientes transhumanistas que no tienen reparos en traspasar los límites de la naturaleza. Esto tiene consecuencias, entre ellas un importante aumento de las diferencias de clase y la superpoblación. Es este precisamente uno de los que intenta solucionar la Asamblea, a costa de las vidas de los que considera humanos de segunda, sobre todo moradores y duendes, unos seres deformes que han nacido después del uso de gases tóxicos que han propiciado mutaciones genéticas en nuestra especie.

La tecnología lo controla absolutamente todo a través de la Lupa y la libertad ha quedado casi como un recuerdo, aunque quieres viven bien apenas se den cuenta de ello o, como en el caso de Patricia Jones, apenas parezca importarles. El dinero sigue moviendo el mundo (me ha hecho gracia que la unidad monetaria sean los culos) y para la Asamblea solo queda una amenaza que eliminar: Khimera, y más en concreto el último de sus integrantes, el último bogatyr, el único que sobrevivió al que nadie conoce.  Para algunos es héroe, para otros villano, pero todos le buscan por distintas razones.

Pero ¿qué es Khimera? Nos cuenta la novela que fue un proyecto gestado en Rusia, compuesto por agentes superdotados. Todos fueron exterminados; todos menos el bogatyr que intentará frenar el plan genocida de la Asamblea.

La novela, al arrancar, me pareció perfecta. El principio con esa leyenda despertó mi interés, pero una vez entrados en materia, cuando empezaron los datos sobre la Gran Guerra de Devastación, reconozco que me costó centrarme, porque me esforzaba en memorizar y eran tantos los acontecimientos que acabé aturullándome. Hasta que me cansé. Decidí que ya me enteraría más adelante, si era necesario, y si no mala suerte. El caso es que cuando me relaje y empecé a conocer a los personajes, en el segundo movimiento, me olvidé por completo de ese pequeño escollo y mi percepción cambió.

Después de esto la novela se vuelve muy visual y muy rápida, y a medida que vas leyendo muchísimo más. Los fragmentos se van acortando, las escenas cada vez más breves te van empujando a la siguiente y cuesta mucho soltar el libro. El ritmo vertiginoso de los acontecimientos, junto con una escritura sin escollos, sin artificios innecesarios, hace que te sumerjas en ella y cuando te quieres dar cuenta has llegado al final, que por otro lado me parece muy acertado.

Cuando estaba leyendo la última parte no podía dejar de pensar en un autor francés realista, y no porque escriba parecido a César ni porque trate los mismos temas. Me vino a la cabeza porque en su obra los personajes saltan de una novela a otra, apareciendo en ellas en distintos momentos de sus biografías particulares. Balzac, el autor al que me refiero, creó un universo propio y esto también me lo he encontrado en otro autor reciente, Fernando Trujillo. Me gusta la idea y, sobre todo, como es capaz de integrarlos sin que parezca forzado. Si no has leído los otros libros quizá son detalles que se te escapan, pero si sucede lo contrario es todo un acierto y establece cierta complicidad con el lector.

Los personajes de Khimera, como ya comenté, son los intérpretes de la orquesta. Al principio se nos da una breve descripción de cada uno y a medida que avanza los giros que toma la trama van a ir descolocando nuestra percepción sobre ellos. No sabes nada de ellos en realidad hasta que terminas de leer. Kai-Xi ha sido, sin duda, el que me ha sorprendido más. Supongo que a otros les habrá pasado con Rusalka, o con Frederick, o con el mismísimo Benjamin Harding…

Recomiendo esta novela a quienes disfrutan de los thriller, de las distopias y de las novelas que enganchan. No os vais a arrepentir.

Un dato significativo del trabajo bien hecho, no solo en cuanto a la escritura de la novela sino al apoyo que le ha dado la editorial es que cuatro días después de su publicación ya se anunciaba la segunda edición.


Ole por ellos, así se trabaja.

sábado, 5 de julio de 2014

MEMENTO MORI DE CÉSAR PÉREZ GELLIDA

VERSOS CANCIONES Y TROCITOS DE CARNE I



Sinopsis:

Septiembre de 2010. Aquella mañana de domingo nada hace presagiar al inspector de homicidios de Valladolid, Ramiro Sancho, que acaba de dar comienzo una pesadilla que lo dejará marcado para el resto de sus días: la investigación del asesinato de una joven ecuatoriana a la que le han mutilado los párpados y en cuyo cuerpo han encontrado unos versos amenazantes.

Antecedentes.

¿Cómo llegué hasta ella?

Dando un rodeo, os lo cuento.

Algunos blogueros decidimos quedar este año en la Feria del Libro de Madrid para desvirtualizarnos. No había manera de ponernos de acuerdo, así que al final decidimos vernos en la presentación de Consummatum est, la última parte de la trilogía que inicia este libro: Versos, canciones y trocitos de carne. Como quería llevar hechos los deberes (era la única que no se había leído una línea de lo que escribe César Pérez Gellida) el 6 de junio, al pasar por delante de la caseta donde estaba firmando, pensé que comprándome un libro lo solucionaría de cara a la charla.

Tenía una semana, tiempo de sobra.

De vez en cuando me pasan cosas absurdas porque creo que mi sensatez vive en Burgos y yo en Segovia. ¿A qué viene esto? Pues a que yo, en la lógica trastocada que preside mi cerebro, como llevaba retraso de lecturas con respecto a los demás, decidí empezar a leer la trilogía por el final.

Así, a lo bruto y sin encomendarme a nada.

Me compré Consummatum est, César amablemente me lo firmó y me volví tan pichi a la caseta de Ediciones B donde firmaba en ese momento María José Moreno. Allí estaban charlando con ella Pedro, de El búho entre libros, y Teresa, de Leyendo en el bus, y no me llevé una colleja por tratar de hacer trampas en los “deberes” (menudo ejemplo de profe estoy hecha) porque son los dos personas pacíficas.

Así que el día 14 aparecí en la charla habiendo leído solo el fragmento de muestra de esta novela en Amazon y sabiendo, solo con esas primeras líneas, que aunque éste no sea mi género favorito, la novela me iba a gustar porque la escritura desde el principio es brillante.

No me equivoqué.

Una vez en la Feria compré la novela de la que hoy hablamos y César también me la firmó.

Recogida de datos.

Si se pretende hacer un análisis serio de un libro, la lectura debería ser minuciosa, acompañada de apuntes a los que acudir cuando llegase el posterior análisis. Para ello me hice con las herramientas indispensables: lápiz y papel.

¡No tomé ni una miserable nota!

Acabé haciendo lo mismo de siempre, doblando las esquinas de las páginas y memorizando lo que me había llamado la atención.

La escena de los hechos.

Memento Mori está ambientada en Valladolid, una ciudad que no es desconocida para mí porque vivo relativamente cerca y por circunstancias familiares durante algunos meses tuvimos que frecuentar uno de sus hospitales. Se hacía eterno estar en un edificio tan deprimente, así que los paseos por la ciudad formaban parte de la rutina hospitalaria y he sido capaz de mantener claro en mi mente por donde se movían los personajes. No creo que sea imprescindible para la lectura de la novela conocer la ciudad pero, al menos en mi caso, la ha hecho más amena y, sobre todo, me ha ayudado a poner en el plano lugares por los que había pasado sin prestar demasiada atención.

Los hechos.

En las novelas policíacas o en el género negro, uno de los alicientes que suele tener la lectura es que el lector no conoce al asesino. Va de la mano de los investigadores moviéndose a la vez que ellos y estableciendo hipótesis. En Mememento Mori, en realidad en toda la trilogía, esta máxima queda fulminada desde el principio. César Pérez Gellida nos cuenta quién es el asesino y gran parte de la novela se centra en él, en conocer a este personaje que está lleno de capas y pliegues.

Memento mori narra los esfuerzos del inspector Ramiro Sancho por darle caza en la capital castellana, a la vez que vamos conociendo a Augusto Ledesma, su pasado, su fría manera de actuar cuando elimina a sus víctimas. Todo al potente ritmo de la música que pone banda sonora a esta novela. A medida que avanza la lectura los giros que da provocan que sea imposible soltarla.

El equipo de investigación.

Al principio de la novela aparece una relación de personajes. Aunque no me ha sido muy necesaria durante la lectura, en el momento de hacer esta reseña (o lo que sea esto) la reviso y veo que son bastantes más de los que pensaba. Para conocerlos a todos  hay que leer el libro, por eso yo solo elijo los tres que me apetecen.

Encabeza el reparto el inspector Ramiro Sancho, del grupo de Homicidios de Valladolid, encargado de la investigación: pelirrojo, divorciado, destinado en la capital castellano-leonesa después de su paso por el País Vasco. A medida que la novela avanza evoluciona al ritmo de los acontecimientos. Me ha gustado mucho el personaje, sobre todo por su manera de expresarse.

Armando Lopategui, «Carapocha. Exagente del KGB y la Stasi. Albino, con la cara marcada por la viruela, lo que le ha agenciado el apodo. Es hijo de uno de los niños enviados a Rusia durante la Guerra Civil, de esos que nunca volvieron, y experto en perfiles psicológicos. Aparece para trazar un retrato de personalidad que ayude a atrapar al asesino en serie. Es el personaje que más me ha fascinado de la novela. De principio a fin porque en él nada es como parece (¿o sí?).

Martina Corvo, Doctora en Psicolingüística. Ayuda en la investigación analizando los poemas que el asesino va dejando en cada una de sus víctimas y mantiene una relación algo más que profesional con Ramiro Sancho. Eso la colocará en el punto de mira de...

El asesino.

Augusto Ledesma sustenta él solo la mitad de la novela. Es un personaje oscuro, un sociópata narcisista que se siente por encima de los demás y que se enorgullece de sus hazañas. El comienzo de su vida fue muy duro, un niño maltratado que es separado de su madre para acabar en una familia adoptiva que tampoco se muestra espléndida en cariño con él. Esto podría explicar su evolución negativa. Lo tiene todo en cuanto a lo material pero es incapaz de sentir afecto hacia sus semejantes  (bueno, él no ve a nadie semejante a él, ahora que lo pienso, se siente por encima de los demás). Es un personaje complicado, redondo, consecuente en su delirio y cuya voz se distingue perfectamente del resto. Como dije antes está lleno de pliegues, matices y dobleces…

Creo que merece la pena conocerlo (literariamente hablando, en persona ya me lo pensaría).

Las víctimas.

María Fernanda es un entrenamiento para asegurarse de que es capaz de matar sin dejar cabos sueltos. Una joven ecuatoriana con la que se cruza una noche y que acaba siendo su víctima de iniciación. Mercedes es su primer objetivo serio, la tortura como hizo ella con él puesto que se trata de su madre biológica a quien le es retirada la custodia debido a que lo maltrataba. El único de sus crímenes que podría tener justificación, si fuera posible justificar el asesinato como solución a un problema.

Y hay más, claro está, pero creo que no debo seguir desvelándolas…

La autopsia.

La novela comienza in media res, lanzando el disparador de la trama para que el lector quiera saber más inmediatamente. La escena narrada tiene tal fuerza que se hace necesario seguir leyendo. ¿No me creéis? Descargad el fragmento gratuito aquí si no tenéis el libro y empezad. A ver si sois capaces después de no ir a comprarlo… Posteriormente, aunque avanza siguiendo una línea temporal continua, incluye algún capítulo en racconto trasladando escenas completas al pasado, algo necesario para que vayamos componiendo el puzle.

El libro se divide en capítulos con su título correspondiente y estos a su vez en escenas. Cada una aparece con su datación: lugar, fecha y hora, un recurso cinematográfico que además ayuda a que el lector no se pierda. Al no ser demasiado largas y la sensación lectora es de querer avanzar otro poquito más. Sin darte cuenta estás en mitad de la novela casi del tirón.

El narrador elegido por César Pérez Gellida nos cuenta la historia en tercera persona. Es un narrador omnisciente, que mantiene una posición de focalización externa, sin entrar a formar parte de la trama. Esto distancia los hechos y sitúa al lector como espectador. Se va trasladando desde la investigación hasta las andanzas del asesino, de modo que siempre, mientras leemos, sabemos más que los mismos personajes. (No, siempre, siempre, no).

No me gustan nada las descripciones. Tiendo a aburrirme y hago lectura vertical, por eso creo que las evito al escribir, huyo de ellas normalmente como lectora. Pues en este libro no ha sido así. Algunas juegan con metáforas de una manera magnífica. Un ejemplo cortito, y prometo que no pongo ni un spoiler más:

“En la urna de cristal, sobre los tres pilares de hielo, vertió cuatro segundos de sabiduría. Dejó que el frío envolviera los conocimientos ancestrales antes de instruirse de un trago”.

¿Se puede decir mejor? Yo creo que no.

Los diálogos de la novela están muy logrados, no son nada forzados. En todo momento tiene en cuenta el decoro poético, asignando a cada personaje el lenguaje que mejor encaja con su personalidad o el ambiente en el que se mueve. Me ha gustado cómo caracteriza a cada uno a través de las palabras, como reserva para Sancho los refranes y los latinajos los escuchamos en boca de Augusto, una manera más de establecer distancia entre el asesino y el lector (yo, sin las notas a pie de página, no me habría enterado de ninguna expresión y eso que se supone que estudié latín cuatro años. Rectifico: fui a clase, estudiar no lo recuerdo).

Me han encantado los guiños personales y eso que apenas he podido ver media docena en la novela. Muchas veces yo misma lo hago, incluyo elementos cercanos en las novelas pero procuro que sean muy, muy sutiles. Estoy convencida de que escribimos en primer lugar para nosotros mismos y quizá eso es lo que nos empuja a “inmortalizar” elementos de nuestro entorno, personas, situaciones vividas o que nos han contado. En este caso los he visto a veces hasta divertidos (ese César Pérez entre la lista de posibles sospechosos que maneja la doctora Corvo me hizo sonreír, por ejemplo). De todos modos pienso que hay que tener cuidado con ellos porque a veces son un arma que se te puede disparar en las manos. Algún guiño de estos (en otra novela), estaba tan mal manejado que me provocó acidez de estómago. Pero no ha sido así en este caso.

Hay algo en la novela que no me gusta nada de nada y que no he podido evitar ver. Ahora se os abren mucho los ojos porque apenas pongo pegas a los libros que atraviesan el espejo pero… es que esto me puede. La novela tiene leísmos. Ya, ya sé que me vais a decir que César es de Valladolid y allí es lo más normal del mundo. No hace falta, vivo en Segovia y tengo dos hijos leístas a los que corrijo constantemente aunque sin resultados. Más bien se me están escapando a mí de vez en cuando, algo que me empieza a preocupar. Hace solo unos años no tenía dudas porque los sentía como patadas en el oído pero ahora tengo que hacer a veces la prueba del algodón para asegurarme (cambiar la oración a pasiva).

Banda sonora.

La música es otro de los protagonistas de la novela. Lo reconozco, soy una completa analfabeta musical, apenas me suenan vagamente los nombres de los intérpretes. Sin embargo, la banda sonora de esta trilogía no ha sido complicado encontrarla, recopilada y todo. La tienes aquí. Mientras preparaba la reseña, César la colgó en Facebook, así que solo tuve que copiar el enlace. Gracias porque no sabía qué poner en este apartado y sé, por lo que he leído de ella, que es uno de los puntos fuertes de la novela. Creo que me he perdido algo…

Referencias literarias.

La literatura es una parte esencial de este libro. Hay referencias mitológicas, a obras clásicas, a la poesía del 27, a James Joyce… siempre enredadas en la trama y perfectamente justificadas.

Algo que me llamó la atención desde el primer vistazo del plano que incorpora el libro, antes incluso de empezar la lectura, fue que aparezca un hito como: residencia de Gregorio Samsa. Pensé, ¿qué hace el protagonista de La Metamorfosis de Kafka viviendo en Valladolid? Tiene su explicación, por supuesto, pero tendréis que averiguarla.

A esto hay que sumar un montón de frases en latín que siempre salen de boca de Augusto. Me ha hecho gracia que el asesino se llame Augusto, el padre Octavio y el autor César. Yo, que siempre acabo pensando cosas raras mientras leo.

Conclusión.

Memento Mori me ha gustado mucho. Creo que es una novela redonda, con una fuerza extraordinaria, que te arrastra desde la primera página. La mezcla de intriga, literatura y música enganchan al lector, aunque este no sea su género. Va creciendo a medida que avanzas en la lectura, enredándose y enredándote en una trama que deja sin aliento. César Pérez Gellida se maneja con las palabras como un experto en malabares, me ha dejado muchas veces con la boca abierta en las descripciones.

Sin duda, de lo mejor que he leído este año.

La siguiente, Dies Irae, tengo ganas de leerla pero aún no la tengo en mis manos por lo que he contado al principio, aunque sí la tercera. Dependerá de mi verano, de lo que trabaje, para que pueda comprármela (o de si algún alma caritativa me la presta). En principio lo del trabajo es escaso así que hay pocas posibilidades de andar comprando libros. Se han puesto primeros en la fila los huevos, la leche, las galletas y los yogures. Cosas que pasan en la vida real, que no hay asesinos (en serie) entre el vecindario pero sí una enorme crisis que está arrasando con los caprichos tontos.

Como leer.

Ahora voy a buscar un libro muy malo para recuperar la confianza en mí misma. Después de leer esta novela he acabado pensando que no sé escribir. Que tengo millones de cosas que aprender.

¡Hay que joderse!