Esta semana he leído un clásico. Siempre esquivo a los autores con K, por alguna fobia extraña digna de un análisis de Freud pero, como en otra entrada mencioné a Kafka, me he decidido a leerlo. Empecé en inglés pero me acordé que tenía una edición en castellano y no he tardado ni dos horas. Y me ha gustado.
Supongo que habla del miedo. Gregor Samsa despierta una mañana convertido en un gusano y su familia lo encierra, para que no lo vean y para no verlo. Después del desconcierto llegan la compasión que se transforma en odio por la carga que supone para la familia. Y al final, el alivio al deshacerse del monstruo.
Pensaba todo el rato en él como en un enfermo, no como en un gusano, alguien a quien se le ha negado la capacidad de comunicarse aunque él sea capaz de entenderlo todo. Notaba la angustia. La suya y la del entorno. La peor cárcel es siempre uno mismo.