Esta mañana,
al abrir el correo, tenía un email de una compañera escritora. Me remitía a un
enlace, una reseña sobre su novela y me pedía que la leyese. Obediente, lo
hice.
Lo que
me encontré… me dejó perpleja por varias razones. La primera es que la crítica
pretendiendo ser constructiva era, directamente, demoledora. Lo segundo es que
se trata de una novela que yo ya he leído, y nada de lo que decía ese
comentario me parecía demasiado acorde con lo que yo recordaba haber sentido en
mi lectura.
Parecía, directamente, que habíamos leído dos textos diferentes.
Sé que cada uno puede tener su opinión, y los blogs están para opinar y su trabajo es encomiable y muy respetable, pero siempre he detectado cierta unanimidad en el criterio a la hora de abordar las novelas, salvo en este caso, donde lo que se decía del libro no estaba acorde ni con lo que yo había leído ni con lo que el resto de reseñadores (bastantes ya) había detectado hasta el momento. Sé que los blogs ayudan a los lectores tanto como a los escritores, su mérito es muy grande y no se lo voy a quitar nunca, pero hay veces extrañas que esto pasa.
Sé que cada uno puede tener su opinión, y los blogs están para opinar y su trabajo es encomiable y muy respetable, pero siempre he detectado cierta unanimidad en el criterio a la hora de abordar las novelas, salvo en este caso, donde lo que se decía del libro no estaba acorde ni con lo que yo había leído ni con lo que el resto de reseñadores (bastantes ya) había detectado hasta el momento. Sé que los blogs ayudan a los lectores tanto como a los escritores, su mérito es muy grande y no se lo voy a quitar nunca, pero hay veces extrañas que esto pasa.
He
estado pensando en que estos tiempos de internet nos mantienen en contacto con
los lectores, lo que es bueno, pero estamos expuestos a las críticas mucho más
que nunca. ¿Cómo nos las tomamos? Cada uno, supongo que reacciona teniendo en
cuenta su propia sensibilidad y creo que todos procuramos aprender de lo que
nos van diciendo. Al menos yo lo hago. Sin embargo, cuando te encuentras con
que los argumentos que se esgrimen no son de peso sino valoraciones personales,
demasiado subjetivas, cuando lo aprovechable de ese comentario es cero, te
destruyen.
"No
merece la pena leerte".
Eso me lo
han dicho a mí. Cierto, una sola vez y una sola persona, pero suficiente para
que te sientas fatal y te entren ganas de mandarlo todo al carajo, de cerrar el
blog, tus perfiles en las redes, descolgar tus novelas de Amazon e irte a tu
casa, tranquilamente, a ordenar armarios.
Cuando
me sucedió a mí me puse a valorar las razones que habían empujado a esta
crítica y las encontré lejos de lo que es el plano puramente literario, así que
respiré hondo, no contesté a provocaciones y me dediqué a seguir haciendo lo
que más me gusta: escribir. Si a alguien
no le merece la pena leerme, que no me lea.
Así de
sencillo.
A mi
amiga escritora, ya se lo he dicho, le recomiendo tranquilidad. Escúchate a ti
misma, piensa en la razón por la que escribes y valora que, frente a esa única
persona, hay muchas más que han disfrutado con tu libro.
Piensa
que, quizá, esa persona para ser feliz necesita robar la felicidad de otros. Piensa
que a veces, ciertos comentarios, definen más a quienes los hacen que a quienes
los reciben.