Sinopsis:
Tiffy y Leon comparten piso.
Tiffy y Leon comparten cama.
Tiffy y Leon no se conocen.
Tiffy Moore necesita un piso barato, y con urgencia. Leon Twomey trabaja de noche y anda escaso de dinero. Sus amigos piensan que están locos pero es la solución ideal: Leon usa la cama mientras Tiffy está en la oficina durante el día y ella dispone del apartamento el resto del tiempo. Y su modo de comunicarse mediante notas es divertido y parece funcionar de maravilla para resolver las vitales cuestiones de quién se ha acabado la mantequilla y si la tapa del váter debería estar subida o bajada.
Claro que si a eso se añaden exnovios obsesivos, clientes exigentes, hermanos encarcelados por error y, lo más importante, el hecho de que aún no se conocen, Tiffy y Leon están a punto de descubrir que lograr la convivencia perfecta no es fácil. Y que convertirse en amigos puede ser solo el principio...
Mis impresiones:
Piso para dos ha sido un regalo de cumpleaños que me he hecho a mí misma. Llevaba meses viéndolo en las librerías, pero también son los mismos meses que llevo con un bloqueo lector bastante importante, así que lo fui dejando correr.
Hasta el otro día.
Como era mi cumpleaños, qué mejor que regalarme lo que más me gusta, un libro, y la oportunidad de desbloquear en mi rutina esa actividad, leer, que para mí es casi tan esencial como respirar. De este libro decían cosas como que es divertido, que la autora es la heredera de Sophie Kinsella, que no podías soltarlo... y quise ver qué había de cierto en todo ello. Yo quería que fuera todo cierto, claro, porque lo necesitaba más que el comer.
A medias ha sido.
Es verdad que se trata de un libro divertido, pero está muy, muy lejos de parecerse a cualquier cosa que haya salido de Kinsella. Es cierto que al principio no podía soltarlo, pero también es verdad que llegó un momento en el que se me empezó a hacer largo. No lo suficiente como para abandonar la lectura, pero sí un poco más largo de lo que debería haber sido. Creo que unas doscientas páginas menos a la historia no le habrían ido mal.
Qué mal se nos da a los escritores la técnica de la elipsis cuando nos hemos enamorado de nuestros personajes.
Comienzo hablando de la premisa inicial de este libro, esa que abre la sinopsis y se cuela en la portada: es atrayente. Dos personas que comparten algo tan íntimo como una cama, pero no se conocen en persona. El tema de las camas calientes, gente que comparte pisos tan diminutos que comparten lecho porque, además, tienen horarios diferentes, pero sobre todo porque no tienen dinero para pagar un disparatado alquiler dentro de una gran ciudad. Es un tema actual, en esta novela sucede en Londres, pero en Madrid también están en las mismas.
Me gustó la idea de cómo eso puede acabar desembocando en una comedia romántica.
La verdad es que el tema lo trata bien y el que los personajes no se vean en más de la mitad del libro ni una sola vez y se comuniquen a través de notas y mensajes le añade un punto a su favor. Esta es la parte divertida del libro, y lo es porque el personaje de Tiffy está muy bien caracterizado. No es nada original, se parece sospechosamente a la protagonista de Yo antes de ti, novela que la autora ha leído porque menciona en algún momento del libro, pero esa extravagancia en el vestuario y su informalidad le dan un toque especial.
Leon es un tipo serio que, una vez lo vamos conociendo, cuando sabemos qué sucede a su alrededor, es imposible no acabar tomándole cariño. Y ese es el gran acierto de este libro, que no se limita a plantar encima de la mesa un historia de amor, con su tensión sexual y sus vaivenes normales, sino que, durante el tiempo en el que los personajes se van conociendo a través de las notas, avanzan las otras dos tramas que sustentan Piso para dos. Ambas potentes y en las que se enredan otras más pequeñas, para mostrar un collage de problemas actuales donde las redes sociales, el mundo editorial, la precariedad laboral, los recuerdos, los problemas con la justicia y algo tan grande como el maltrato psicológico ruedan a ritmo de comedia.
El tema del maltrato psicológico me gusta cómo lo ha tratado. La misma víctima no es consciente de él, porque ha ido apartando en su mente todos los indicadores que le gritaban, como bocinas de barco en un puerto, que había algo que no estaba funcionando como debiera. Y es ese despertar de la conciencia, por la terapia o quizá porque la realidad le pone enfrente a una persona que le muestra la otra cara de la vida, lo que hace quizá que el libro haya salido un poco más gordo de lo habitual.
En la escritura hay algo particular. Hay dos narradores de la historia en primera persona, Tiffy y Leon en capítulos alternos. Hablan del resto de personajes que componen la trama, los amigos y compañeros de ella y el hermano de él y sus pacientes, pero son ellos los que llevan la batuta y hace algo diferente. Muchas veces no se usa la raya para abrir los diálogos, sino que se pone el nombre del personaje, o simplemente yo. Es un recurso del género dramático insertado en el narrativo que yo vi absolutamente innecesario. No me molestó al leer, pero entiendo que pueda haber a quien sí le suponga una traba por lo poco frecuente.
De esta novela, antes de nada, antes de leer la sinopsis, me atrajo el color de la portada. No sé qué pasó por mi cabeza, pero me lo quedé mirando de inmediato. El que fuera una grafía y no una foto lo que presidiera la portada, también, esa sencillez absoluta que, además, al tocarlo, me devolvió una bonita sensación con el relieve de las letras. Otro acierto, sin duda, es el canto rojo de las páginas. Es un detalle que parece un poco tonto, y además ese verde claro y el rojo tienen un contraste chocante, pero al leer me he dado cuenta de que es casi como el personaje de Tiffy y creo que le sienta como un guante.
Además, no lo neguemos, lo destaca en las tiendas y hace que mucha más gente de la que lo tomaría en las manos por interés en la historia, lo haga. Bien por el departamento de marketing de la editorial, es un tanto para ellos.
El libro, en trade, es muy manejable, con el tamaño de letra justo para disfrutarlo mucho. Sobre todo los cegatos como yo.
El final, obviamente, me lo ahorro, aunque me ha gustado mucho el manejo de esas últimas páginas. Confieso que en algunas novelas románticas me las leo deprisa, pero no ha sido el caso.
Finalmente, os digo que si vais a él pensando que os vais a reír mucho, olvidadlo porque no es así. Tiene sus puntos, pero no sueltas carcajadas muchas veces. No es Sophie Kinsella.