SINOPSIS
8 de mayo de 1945, día de la victoria en Europa. La ciudad de Londres celebra el final de la guerra, y en Buckingham Palace, la princesa Margarita y su hermana Isabel están deseando ser parte de la alegría fuera de palacio. A ambas se les permite salir de incógnito para formar partes de las celebraciones, dando comienzo a una noche llena de emoción, peligro y romance.
No suelo hacer reseñas de películas, de hecho creo que es la primera, porque la verdad es que no soy nada cinéfila. Mi criterio con las películas es "si a los veinte minutos no me he despistado con otra cosa, eso es que me está gustando". La verdad es que no aguanto una película entera casi nunca, y esta no iba a ser una excepción: la he visto en tres días. A ratitos. Está en Amazon Prime ahora.
¿Y por qué me la traigo al blog? Pues porque a pesar de todo, me ha gustado. Sé que es una fantasía, pero ha habido un momento de la película, hacia el final, que me ha hecho pensar. Lilibet, que es como llaman a la que es ahora la reina de Inglaterra, Isabel II, habla con Jack, el soldado con el que se pasa la noche buscando a la alocada Margaret. Ella da las gracias por esa noche, una noche que no se va a poder permitir el resto de su vida. Una en la que ha sido una más entre la gente, incluso con él, que tarda bastante en descubrir que es una princesa.
Un respiro.
¡Qué importantes son los respiros en la vida! Cuando todo está atado y planificado, cuando es imposible salirse de un esquema vital escrito, qué maravilloso es poder disponer de unos momentos en los que se pueda soñar con ser otra cosa. Con un paseo por París y subir a la torre Eiffel. Con ser anónimo entre la multitud. Con poder hacer lo que quieras sin pensar en lo que debes.
La sonrisa de Lilibet en la última escena, la felicidad por haber tenido esa noche real, me ha llegado al corazón. Porque he entendido lo que se siente cuando un día la vida te deja esa posibilidad, lo bonito que es. No sé lo que será ser una princesa, pero nunca me ha parecido nada envidiable. Lo es mucho más tener las manos desatadas para poder hacer lo que sientas en cada momento. Para perseguir tus sueños y sentir lo maravilloso de lograrlo.
Para recibir ese beso prohibido que Lilibet se lleva como recuerdo de esa noche.
Ha sido bonita. Y sí, la recomiendo a quienes sueñan con respiros imposibles. Quizá una noche se hagan reales.