Ya, ya sé que es muy aventurado ponerle una fecha a algo que tiene que ver con el proceso creativo, pero yo mañana pienso terminar una novela.
Aunque tenga que multiplicar mi velocidad al escribir por tres.
Aunque me duela la garganta como si no hubiera un mañana.
Aunque me tenga que levantar a las seis (o antes).
Mañana termino esta novela.
Os voy a contar su historia. Cuando en 2014 presenté La chica de las fotos al HQÑ, tenía otra novela MARAVILLOSA terminada, pero acababa de rechazar que dos grandísimas editoriales la publicaran. En ambos casos, la novela no era el problema, sino las condiciones.
El caso es que estaba un poco decepcionada. Pero no solo con esto, sino también con la gente que me rodeaba. Me di cuenta de que me había volcado con personas que no se lo merecían, que en cierto modo se habían aprovechado de que yo tuviera un blog para abrirse paso y, cuando resulta que la que se lo abría era yo, me dejaban sola. Nada de un felicidades en público, aunque algunos sí seguían tirando de privados. A diario. Supongo que para que no los vieran.
Me dije que hasta ahí. Dejé de contestar correos importantes a esas personas, pasé de hacer correcciones por la cara y me retiré discretamente de sus vidas. De algunos no he vuelto a saber, me acuerdo a veces, cuando sale alguna entrada del blog y siempre me digo a mi misma: eras idiota. (Lo sigo siendo, me siguen colando goles por la escuadra, aunque ahora me afecta menos).
Y empecé esta novela que mañana termino. ¿Suena contradictorio? Pues tal vez sí, porque lo es. Me había dicho hasta aquí en cualquier cosa que tuviera que ver con la escritura, pero no con esta novela, porque había pensado publicarla en Wattpad. Me planteé empezar de nuevo, desde cero, con seudónimo o sin él, eso me lo estaba pensando. Pero arrancar de nuevo. Sin embargo, antes de subir un capítulo, me dije que, como me conozco y retoco hasta la extenuación, no lo haría hasta que la terminase.
Algo que se cruzó con quedar finalista en el HQÑ y un cambio de planes sobre la marcha de 180 grados.
La novela ha tenido mil parones de escritura. He escrito otras dos completas en medio, un buen puñado de relatos, tengo varias a la mitad... Yo pensaba dejarla, de verdad, porque me ha costado mucho conseguir lo que quería.
Pero una cosa es querer dejarla y otra que te dejen. Esta es la novela de Pilar Muñoz. Un día se me ocurrió decirle que cómo la veía y ella se entusiasmó con el principio, la primera parte de las tres que la componen. Me ha dicho siempre que siga, que no abandone, y ella sabe que me ha costado muchísimo. Muchas cosas en contra, muchos malos momentos en los que mi ánimo no quería que contagiase la novela.
Pero ya está.
Solo me queda la mitad de la última escena y el epílogo. Tengo las notas, pero aún me queda escribir las palabras del primer borrador. Luego le daré un tiempo, creo que poco porque con tanto parón he tenido tiempo de revisarla muchas veces.
No sé cuándo la veréis, no sé qué pasará con ella. Eso lo dirá el destino.
Pero, ¿queréis que os diga una cosa? Tengo buenas sensaciones. A veces algo, pequeño, casi imperceptible, nos da la pista de que estamos en el buen camino. Pues yo esta tarde, terminando unos apuntes de la generación del 27 (esas cosas que hago yo), mientras corregía unos productos notables casi a la vez (otra cosa que soy capaz de hacer), he tenido una corazonada.