No es frecuente que yo me rinda con un libro, que abandone su lectura por la mitad. Siempre quiero darles a todos la oportunidad de sorprenderme con un final inesperado, con un giro que me convenza de que no me equivoqué al elegirlos. Lamentablemente, no siempre es así. Pruebas de ello son aquel que comenté hace algunas semanas en la entrada razones por las que un libro no me ha gustado nada, del cual he borrado hasta el nombre de mi memoria y Perdona pero quiero casarme contigo, de Federico Moccia. Llegué al final por pura cabezonería pero más me valía haberlos dejado por el camino.
En los últimos años he ido amontonando libros que no he sido capaz de terminar. Algunos se han pasado semanas durmiendo a mi lado, acumulando horas de espera inútiles hasta que decidí buscarles un sitio en las estanterías. Entre los repudiados por mi paciencia están, sin ir más lejos, Un mundo sin fin, de Ken Follet, El asedio, de Pérez-Reverte y La tierra de las cuevas pintadas, de Jean M. Auel. Estos tres tienen en común varias cosas: tienen páginas de más, los esperé con demasiadas expectativas y quizá no elegí bien el momento de lectura. Ahora estoy con Cazadores de sombras, de Cassandra Clare, un libro que me está costando mucho más de lo deseable. Este no tengo intención de abandonarlo, pero se han colado en medio dos libros de Vargas Llosa y cuando esto me pasa se empiezan a encender todas las señales de alarma.
¿Os ha pasado alguna vez? ¿Ha habido algún libro que os ha resultado imposible? No me refiero a los que te mandan leer en clase, sino a los que tú mismo eliges.