Sinopsis:
Maggie vive en una isla y regenta una casa de huéspedes...
Maggie tiene un huerto y casi siempre va descalza...
Maggie no quiere recordar por qué está allí; duele demasiado...
Maggie ha renunciado al amor y es complicado explicar los motivos...
hasta que conoce a Alejandro...
y la calma da paso a una tormenta de sensaciones...
y a la posibilidad de que tal vez sí se puede empezar de nuevo.
Mis impresiones:
En estos días sin ordenador, son muchas las cosas que he ido dejando a medias. Una de ellas, escribir esta reseña. Mi isla llegó en el momento oportuno, supongo.
La verdad es que la sinopsis editorial (que he corregido, porque tenía algún resbalón) no dice mucho. O lo dice, pero de manera tan ambigua que en realidad no te enteras de nada. Nunca cuento prácticamente nada de la trama de los libros, porque siempre me da miedo hacer algún spoiler involuntario, pero en este caso, como a mí me ha dejado algo más que fría, voy a intentar contar un poquito.
La novela arranca a través de los ojos de Maggie (Magdalena), la protagonista. "Vemos" su habitación y nos cuenta cómo es, la austeridad de todo lo que le rodea. Durante esa primera escena, muy bien narrada, no nos pone en muchos antecedentes, sino que va sembrando dudas en nosotros, los lectores, para que queramos saber por qué está allí, en esa habitación de una casa con las puertas azules en una isla del Mediterráneo. Para que queramos saber quién es Alejandro y qué le ha pasado a ella. Se intuye que ha sido algo grande, un cambio radical. En las siguientes páginas, las preguntas nos perseguirán porque, ¿quién camina descalzo todo el día? ¿Qué le ha pasado a una chica joven para que su mejor amiga sea una señora de setenta años? ¿Cómo ha ido a parar a esa isla donde apenas pasa nada? ¿Por qué ha abierto una casa de huéspedes si la isla no es turística? ¿Qué pasó con la Guardia Civil ese día en el que se paseó desnuda por su habitación? (De esto no me he enterado, a lo mejor la lectura me ha pillado pensando en otras cosas, que a veces me pasa).
Enseguida la historia da un salto hacia atrás en el tiempo y arranca. Conocemos a la Maggie de ahora y un poco más adelante a Alejandro Duarte, que aterriza en la isla buscando un sitio donde resguardarse. Porque a Alejandro lo conoce todo el mundo menos Maggie, que lleva dos años desconectada y no es consciente de quién es.
Ya paro de contar, lo prometo, aunque por la sinopsis de verdad os podéis imaginar lo que acaba pasando. Aunque, como siempre os digo, en las novelas nunca es el qué sino el cómo. Nunca es la historia que me cuentas sino, sobre todo, cómo me la cuentas. Y en romántica esto debería valorarse más que en ningún género, porque sabemos de antemano el final: el "cómo" debería ser siempre lo más importante.
Debería...
Esta, por eso está aquí, tiene un "cómo" sobresaliente.
Tengo que decir que me ha gustado mucho, y en gran parte ha sido por la calidad de la escritura. La autora se maneja con el lenguaje, sabe cambiar el tono de la historia cuando es necesario y en esta novela maneja varios. Hay partes en las que te ríes, sobre todo cuando aparece la señora Mercedes, el personaje que más me ha llegado de todos. En otras, te emocionas, por los sentimientos que pone frente a tus ojos. Alguna más sirve para soñar, sobre todo con que exista alguien como Alejandro, el protagonista, y en algún momento incluso te enfadas con Magdalena, que parece que necesita dos tortas para reaccionar de una vez.
La novela está llena de frases para anotar, de sentimientos, de matices que hacen que para mí haya sido una muy buena lectura, por mucho que no esté de acuerdo con cómo reaccionan los personajes en algunos momentos. Sin embargo, creo que sin esas reacciones no se entendería lo que quiere contarnos.
Además, como está el cómo, lo demás se lo perdono todo. Cada quien es libre de elegir lo que quiere que pase en sus historias y los lectores, estemos o no de acuerdo, no me entra en la cabeza que ni siquiera nos planteemos decir eso que leo mucho: "yo lo hubiera hecho así...". Ya, pero es que no es tu libro, no lo has escrito tú, así que... Se siente.
Ponte tú a ver si lo consigues hacer mejor...
Tengo la costumbre de comparar opiniones una vez leídas las novelas, nunca antes. Lo hago porque quiero saber lo rara que soy (sí, soy rara, la mitad de las veces creo que leo otros libros distintos a los de los demás). En este casi me da un patatús cuando en algún comentario vi "un rollo macabeo para adolescentes sin mucha profundidad de ningún tipo". ¿De verdad? ¿Hemos leído el mismo libro? No tiene nada de juvenil, de hecho es más bien todo lo contrario. ¿Te piden carné para la biblioteca y no para opinar sandeces de los libros? Hay que saber leer para entender, y con ello no me refiero a pasar los ojos por encima de las letras, reconocerlas y juntar palabras.
Leer.
Asignatura pendiente en estos tiempos para muchísima más gente de lo que es sano para una sociedad, porque nos convierte en borregos capaces de seguir a cualquiera que se ponga el traje de pastor. Leer con criterio y no con la crítica en la punta de la lengua, que aunque las dos palabras empiecen igual no significan, ni mucho menos, lo mismo.
Mejor lo dejo, que me enciendo.
La lectura ha sido fluida casi todo el tiempo, salvo en la parte de la recaída de Magdalena, que se me hizo más lenta. No sé si es porque esa parte, el mundo que retrata, me resulta lejano y no me interesa en absoluto (compras, zapatos…), pero el resto me ha encantado. Mientras leía, sabiendo la longitud de la novela, pensaba (además de que menos mal que lo estaba leyendo en digital y no en bolsillo, que no vería ni las letras) que a la autora le había resultado difícil desprenderse de estos personajes. Que, a lo mejor sin darse cuenta, iba alargando la historia y repitiendo algunas cosas que quizá se podrían suprimir porque los personajes se habían colado dentro de ella y le resultaba complicado desprenderse de la novela. Al leer el final, la nota de la autora, supe que mi percepción no estaba desencaminada. Ha tardado cinco años en soltarlos, ha retocado la novela mil veces hasta lograrlo, porque de alguna manera, Alejandro y Magdalena se han convertido en una parte importante de su vida.
Mira que entiendo esto y que me suena.
Hay personajes que forman parte de ti y que es muy complicado soltar de la mano, prestárselos al mundo porque, aunque sea tonto, quieres protegerlos.
Os invito a leerla y me invito a mí misma a conocer otras historias de esta autora. El éxito, uno tan grande como el suyo, no es nunca casualidad.