Sinopsis:
El 21 de octubre de 1854, treinta y ocho mujeres partieron directas a una guerra para cuidar a miles de soldados ingleses heridos, cambiando así el curso de la enfermería moderna. Anna St. James formaba parte de esa expedición de valerosas enfermeras; una mujer indómita contraria a cualquier guerra que cometió una terrible negligencia al atender a un soldado indebido.
Álex, un atractivo general herido, se enamoró de la joven enfermera que atendía sin discriminaciones a cuanto herido recibía.
La guerra los sentenció a ser enemigos, pero sus corazones los condenaron a amarse en medio de un escenario cruel, lleno de dolor y sufrimiento.
Mis impresiones:
Me va a costar mucho hacer esta reseña porque no es una novela que me sea ajena. Tuve la suerte de leerla cuando Meg Ferrero la terminó, puesto que ella para mí no es solo una escritora. Es Esther. Es una amiga con la que me río muchísimo cada vez que nos encontramos, una mujer que transmite la misma pasión que pone a todo lo que escribe. Antes de terminar la novela, yo creo que incluso antes de empezar la redacción, ya me estaba contando lo que planeaba hacer y el entusiasmo que le ponía me confirmaba que de ahí saldría algo bueno.
Meg Ferrero es escritora de novela romántica. María Esther García Ferrero es enfermera. Una misma persona que quería aunar sus dos facetas en una novela que fuese su particular homenaje a las enfermeras. Por eso, durante mucho tiempo, siempre que hablábamos de esta novela era de "La enfermera". Cuando la acabó a mí no me convencía mucho el título, pero es que a ella tampoco, ni al resto de "conspiradoras" que vivimos cerca de ella esta aventura. Por eso nos convocó vía mensaje una mañana y planteamos una tormenta de ideas hasta que Maribel (Blog de Vanedis) encontró el que le venía como anillo al dedo. De esa mañana me quedo con lo que nos reímos, con el buen ambiente que fluía mientras cada una iba diciendo lo que se le ocurría. Esa camaradería entre autoras que valoro muchísimo.
Sé que hay quien piensa que las novelas románticas se escriben cerrando los ojos, sumando dos y dos y sentándote delante de un teclado a escribir hasta llegar a las doscientas páginas. Sé que lo que estoy diciendo suena duro, pero es algo que he tenido que escuchar y que me repatea, porque tienen mucho trabajo detrás. No solo porque hay que construir personajes igual que en un novela negra o en una fantástica, hay que crear una trama sólida, que encima viene limitada por el final que en romántica tiene que ser satisfactorio para el lector sí o sí y, como en todas, hay que documentarse.
En "Heridas de amor y guerra" la documentación fue exhaustiva. Meg leyó un montón de libros sobre la guerra de Crimea, sobre el principio de la enfermería, sobre Florence Nightingale, precursora de la enfermería moderna... Se pasó horas buceando por libros para saber cómo vestían, tuvo que mirar manuales militares... Vamos, que no fue sentarse y soltar la historia, sino que trabajó muchísimo para que nosotros, como lectores, tengamos la sensación de estar viviendo la historia en primera persona. Yo, además, he aprendido cosas que no sabía. Por ejemplo, no tenía el placer de conocer a la señora Nightingale, y ahora sé que la llamaban "la dama de la lámpara" por la costumbre que tenía de realizar rondas nocturnas para atender a sus pacientes, y que fue quien sentó las bases de la enfermería moderna. Aprendí que en la guerra de Crimea se trasladó con un grupo de enfermeras hasta el frente para atender allí a los heridos, algo que no se había hecho hasta el momento.
Sin embargo, toda esta documentación no abruma, como pasa en otras novelas. Meg la inserta en el contexto, lanza las pinceladas justas para que el lector se sienta allí sin aturullarlo. Y yo, al menos, eso lo agradezco. Hace un par de años leí una novela de mucho éxito que usaba páginas y páginas de historia que interrumpían la trama de tal modo que a mí me estaban sacando de la narración principal todo el tiempo. Esto en Heridas de amor y guerra no pasa. La historia de la protagonista, Anna St. James fluye, su historia de amor imposible con Álex, el oficial ruso, siempre se mantiene en un plano por encima de la ambientación y a mí así me convencen las historias mucho más.
A lo largo de la novela veremos una evolución en los personajes y conoceremos a Anna, una mujer de armas tomar, valiente, decidida y con muchísimo carácter y una fortaleza inquebrantable. La idea de lo absurdo de la guerra sobrevuela durante toda la narración, el pensamiento de por qué las personas tienen que ser enemigas dependiendo del lugar donde hayan nacido cuando los conflictos, la mayoría de las veces, ni siquiera son capaces de entenderlos. Que los que los plantean se apoltronan en sus despachos mientras que son otros los que tienen que dejarse la vida entre el barro del campo de batalla.
Meg Ferrero sabe crear química entre sus personajes y la vamos a ver entre Álex y Anna a lo largo del relato, con escenas sensuales que tienen su sello (siempre le digo que la reconocería escribiendo aunque no me dijera que el texto es suyo). Y, además, hace un guiño a otra de sus novelas, El Pecado, que no me esperaba en absoluto. Si no has leído esa novela quizá no te des cuenta, tampoco pasa nada, pero para los que la hemos leído me resultó muy interesante.
Con esta novela, Meg se convierte en otra de las autoras de HQÑ. Autoras españolas y sudamericanas que os digo desde ya que no tienen nada que envidiar a las de otros países.
Quiero darle las gracias a Esther (Meg), por ese cariño en los agradecimientos que se olvidó de poner en el libro (lo del despiste va por barrios, jajaja). Yo también a ti.