martes, 24 de mayo de 2022
CALMA...
jueves, 19 de mayo de 2022
LA MUERTE DE UN ESCRITOR
domingo, 15 de mayo de 2022
UNA ESTRELLA EN LA PIEL
lunes, 9 de mayo de 2022
LAS FÁBRICAS DE LUZ
Es como se llamó a las primeras centrales eléctricas que se instalaron en nuestro país a finales del siglo XIX. Normalmente las ubicaban aprovechando antiguos molinos a los que añadían maquinas de vapor, dinamos y calderas para incrementar la productividad.
No eran capaces de suministrar luz a lugares demasiado alejados de su ubicación y la forma de cobro a sus clientes era por bombilla instalada. Eso hizo que en algunos hogares se hiciera un agujero en el suelo para poder pasar la bombilla de una planta a otra.
Solo se encendían por la noche, al igual que el alumbrado de las ciudades.
Todo esto lo he aprendido hoy escribiendo un pequeño relato que ya va por las 25 páginas. Solo es un divertimento mientras hago de lectora cero de otras novelas y termino este curso que está siendo tan extraño.
También estoy leyendo el ensayo de Brandon Sanderson, Curso de escritura creativa. No me puedo permitir un curso de verdad, presencial, con alguien de su talla (incluso tampoco más bajito), así que me conformo con aprender de lo que leo. Hasta ahora me gusta lo que estoy encontrando. Incluso algunas verdades incómodas sobre esto de escribir que a veces nos negamos a nosotros mismos, pero que ahí están.
Pero no me quiero dispersar. Fábricas de luz. Me ha gustado tanto el término que uno de mis personajes se ha convertido en el dueño de una de ellas.
A veces escribir es pura magia. Sobre todo cuando lo haces sin pensar en nadie más que en ti mismo.
jueves, 5 de mayo de 2022
MÁS DE DOS MIL PALABRAS
No debería ser motivo de reflexión que alguien que escribe a diario escriba un día más de dos mil palabras, pero en mi caso supone algo tan extraordinario que necesito contarlo aquí, en este diario literario que abrí hace ya catorce años.
Llevo mucho tiempo arrastrando a un cuerpo al que le ha dado por volverse lento y en ese esfuerzo ha habido que dejar de lado algunas cosas.
Por ejemplo, escribir novelas.
Esto no significa que no escriba.
Escribo a diario.
En redes, en cuadernos, ejercicios de todo tipo, corrijo y en todo ese proceso las palabras son necesarias... Pero hacía tiempo que no lograba avanzar en una novela, que cada momento de escritura se convertía en una cuesta arriba en la que he tenido que luchar.
Me sentía como cuando te arrastra la corriente y, por más que braceas, lo único que haces es cansarte más y más sin lograr llegar a ninguna parte.
Ayer me enfadé conmigo misma.
Este bloqueo tiene nombre y sé las causas, me conozco lo suficiente como para identificar mis males sin necesidad de que nadie me dé un diagnóstico. Estaba braceando, peleando en una lucha desigual en la que tengo todas las de perder y lo peor es que en esa batalla me estaba perdiendo a mí misma.
He dejado de luchar.
Quien quiera, que se quede.
Quien quiera, que se vaya.
Esto también sirve para las novelas que no fluyen.
Ayer decidí empezar algo nuevo, una historia bonita y sin pretensiones, una que no tenga mil tramas que se entrecrucen y esté en un momento histórico tan complicado como lejano.
Una en la que no tenga que lidiar con idiotas.
Como hice con la que escribí a mi madre, voy a disfrutar. Y si se queda en el cajón, pues no estará sola porque allí viven aún unas pocas historias.
Y si sale, pues ya veremos qué pasa.
Y esta entrada la estoy escribiendo mal a propósito, con trazas de copywriter, porque me hace mucha gracia que esto sea lo que se premie en estos momentos de la historia.
Ah, y he abierto un canal de Twitch.
No sé para qué, pero lo he hecho.