martes, 11 de febrero de 2020

AUNQUE TE CUESTE LA VIDA

He hablado muchísimas veces de esta novela. Es la del no, esa que cada vez que sale del cajón vuelve a él, porque no es conveniente. Todo el mundo espera de mí luz a raudales, una sonrisa en los labios mientras realizan la lectura.

Aunque te cueste habla de un tiempo de oscuridad.

No es la historia, he dicho muchas veces que lo que contamos no es tan importante como ese cómo. Son las palabras. En esta novela, su aparente sencillez las muestra desnudas, descarnadas. Las emociones que reproducen son dañinas incluso para el lector, porque tienen la virtud de convertirse en espejos rotos. Reflejan y hacen arañazos en el alma.

Es una novela de verdades.

No sé definirla de otro modo. Está tan llena de verdad que a veces abruma, que hay ratos que te gustaría que las cosas sucedieran de otro modo más dulce, porque ahoga, pero es que la vida es muy puta a veces y te machaca sin compasión. Y esta novela no la tiene. Incluso cuando empieza a entrar un poco de luz, esta es tan fuerte, tan cegadora, tan poderosa, que también hace daño y mi protagonista quiere cerrar los ojos. No sea que vea que la vida tiene colores, que lo crea otra vez, y se encuentre de nuevo viviendo en un margen de grises sucios.

Estar no es tan duro como regresar después de haber conseguido salir de ahí.

No soy clara, no se puede entender nada de la novela leyendo esto, pero quizá sí puedas sentirlo.

Quizá puedas sentir las agujas perforando la piel.

Quizá, si un día, dejo que la leas.