Cuando
abrí este espacio no sé por qué lo hice. Supongo, como ya he dicho más veces,
que me aburría y se me ocurrió que era un buen lugar donde volcar pensamientos,
experiencias y lecturas, sin más objetivo que dejarlas juntas en alguna parte.
Sin ánimo de que nadie más las leyera, excepto mi prima Mari Carmen, que
siempre andaba preguntándome cuál podría ser su siguiente lectura.
Sin
embargo, poco a poco este mundo se fue expandiendo, abriéndose por sí mismo y
dando cabida en él a personas que como yo se movían en este mundo virtual. Hoy
voy a recordar a algunas de ellas, por lo que han impactado en mí, por lo que
han cambiado mi mundo más cercano.
Fue un
muy grato descubrir, con el paso del tiempo, que había personas que conocía a
las que no había asociado con su actividad real. Fue el caso de Blanca Miosi, de
la que sabía porque de vez en cuando comentaba pero que de la que no fui
consciente de que era escritora hasta mucho después. Creía que era una amiga de
Armando Rodera, un escritor al que conocí al tropezar con su blog por
casualidad y que ha pasado a engrosar mi lista de amigos. Ambos han supuesto un
enorme soporte en mi ánimo al enfrentarme a la decisión de publicar en amazon tres de mis libros,
porque su experiencia, que he ido viviendo día a día, ha sido inspiradora.
Desde que los encontré y los ubiqué correctamente, he seguido de cerca sus
pasos, aprendiendo con ellos y escribiendo con su ayuda renglones de mi propia
biografía.
Otras
personas aparecieron aquí tras haber reseñado sus novelas, como Eloy Moreno,
Pedro de Paz o Care Santos, por poner tres ejemplos, algo jamás soñado. ¿Cuándo, antes de existir este
camino, podría haber pensado poder compartir en primera persona impresiones con
los autores de los libros que leo? Hasta entonces, creo que nunca. Eso inspiró
una entrada en el blog, La relación autor-lector, que es la que más visitas
acumula hasta ahora, justo detrás de otra que se llama Carnaval, y que contiene
una foto de la clase de infantil de mi hija disfrazados de payasos. Algo que
supongo tiene que ver con los peculiares criterios de los buscadores de
internet a la hora de localizar lo que los usuarios demandan y no con el
objetivo general de este espacio.
Hubo
quien, viendo mi afición lectora, se puso en contacto conmigo para pedirme que
reseñase sus libros que acababan de ver la luz de una manera novedosa,
autoeditados, y que supusieron verdaderos descubrimientos, no sólo como autores
sino como amigos: Emilio Casado, Enrique Osuna o Ángels Om. Desde entonces el
contacto con ellos, a través de comentarios se multiplicó también en correos
que nos mantienen aún hoy cerca a pesar de la distancia que nos separa en el
mundo real. Creo que es de las experiencias más enriquecedoras que se pueden
conseguir a través de algo tan etéreo como es esto de internet. Entre esas
circunstancias excepcionales también conocí a Óscar Arteaga, tras ganar un
concurso se quedó conmigo y hemos compartido, junto a Emilio, el honor de ser
apadrinados por distintos clubs de lectura. Esto es lo que yo llamo enredar el alma,
a través de unos hilos invisibles…
También
El espejo… ha supuesto conocer a blogueros con las que comparto inquietudes y
sueños, libros y charlas, como Marga de Libros, exposiciones y excursiones (con
la que además compartí unas vacaciones) o Tatty, de El universo de los libros, que aunque vive lejos de mí,
sabemos cómo encontrar momentos para vernos y pasear entre libros, que son los
objetos que más nos gustan a ambas. No son las únicas. A pesar de los miles de
kilómetros, sé que tengo a Kyra, de Hojeando Mundos y más lejos, tan lejos que
no sé dónde ubicarla, está Barby, a quien extraño todavía a pesar del tiempo
que hace que se fue (creo que lo haré siempre) que se ganó que le dedicase El medallón de la magia con el permiso de los que tenía más cerca. Ella es
inmortal, en mi libro y en mi corazón. Y Margari, y Koncha, y Luis Miguel, y
Dácil y también Inés, Mónica y Pilar, Jesús y… uf, esto sí que es complicado, son
tantas personas que seguro que me dejaré a muchos. ¡Mil perdones!
Este
blog es mi ventana al mundo, una ventana, o un espejo al que me asomo cada día.
Espero
que os quedéis conmigo para siempre.