domingo, 27 de diciembre de 2015

UNA MADRE DE ALEJANDRO PALOMAS



Sinopsis:

El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la mirada única de una mujer maravillosa en un momento extraordinario. Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su cometido. Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que aclara los porqués de una vida entera; Una madre no es solo el retrato de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y mostrar cuando ahonda en su mejor versión.

Mis impresiones:

Este libro lo he tenido pendiente mucho tiempo y eso que Mari, de La isla de las Mil Palabras, repetía constantemente que lo tenía que leer, que no me iba a arrepentir en absoluto. Hace unos días me lo volvió a decir y decidí que era el momento preciso para hacerle caso. Debo decir que llevaba toda la razón, que es un libro que encaja perfectamente conmigo. Una pequeña gran historia que refleja fragmentos del mundo cotidiano que nos rodea. Con sus luces y sus sombras, y con la particular visión de un autor, Alejandro Palomas, que además hace magia con las palabras.

Una madre arranca en Nochevieja, así que ha sido una interesante coincidencia que sea mi último libro “oficial” de 2015. Igual que la trama del libro cierra un año, yo cerraré con él otro, el que ha reflejado mi espejo.´

No sé por dónde empezar y eso, aunque pueda parecer lo contrario, es muy buena señal. Cuando los libros me desbordan me aturullo y no sé cómo arrancar para hablar de ellos. Suelo embarullar la narración y de ella solo acaba quedando una idea clara, que en realidad es la que quiero transmitir a quien, por casualidad, tropiece con mis palabras: léela.

Cuando sea, cuando te apetezca, cuando sea su momento, pero léela.

Pero algo tendré que escribir, además de la sinopsis, así que allá voy. No me pidas que destripe, que llene esto de spoilers o que te cuente la trama. Nunca lo hago, pero es que esta vez no voy a ser capaz. La base de la historia, una cena de Nochevieja, no explica ni de lejos lo que te vas a encontrar cuando te sientes a la mesa de esta familia. Si quieres, te hablo de lo que he sentido. Dame la mano y confía en mí.

Cierro los ojos y me concentro en las sensaciones que me ha dejado la novela. Dejo que pasen los segundos y me descubro sonriendo, recordando alguna de las locas ocurrencias de Amalia; sigo buscando dentro de mí y la sonrisa se vuelve emoción cuando la imagino con la barbilla apoyada en el cuello de Emma, balanceándose con ella. Sonrío de nuevo cuando visualizo la botella de vino, o la de agua, o la de Coca Cola, peligrando a su lado por su manía de expresarse tanto con las manos. Incluso veo a Olga que la caza al vuelo. Y escucho la voz de Fer contándome la historia, y siento a Silvia disimulando lo que le pasa, ocultando su inquietud tras el humo del cigarro que apenas apaga en la novela. Y a la abuela Ester, con esas frases tan sabias que me ha dado por ir compartiendo en Twitter. Y a Olga con su eterno “correcto” en los labios e incluso, si me esfuerzo, puedo imaginar cómo hablaría el padre que nunca está más allá de los recuerdos, no demasiado amables, de toda esta familia con la que he compartido esa última noche del año.  Los perros ladran y corretean por mi lado y cuando abro los ojos y descubro que no están en realidad sé que no es cierto. Esta familia está en un lugar privilegiado: en el de las historias que se quedan contigo por mucho tiempo que pase.

He leído en alguna parte que la familia que aparece retratada en Una madre es una familia normal y corriente. Yo no lo he sentido así. No, porque Amalia tiene una historia particular que ha hecho que viva en segundo plano y es ahora, cuando se ve libre de su marido, cuando hace lo que le da la gana, pareciendo una niña pequeña en muchas ocasiones. Una inocencia que contrasta con la enorme sabiduría que es capaz de encontrar dentro de sí misma para gestionar los sentimientos de sus hijos cuando se rompen por los reveses que les va dando la vida.

No sé qué destacar, qué decir que me ha gustado más. Todo. Los momentos en los que me he descubierto soltando una carcajada o esos en los que las emociones había que contenerlas para que no se desbordasen. Me ha parecido precioso el detalle de los tablones de corcho en el baño y ahora que leo lo que he escrito me estoy dando cuenta de que Amalia se ha hecho dueña de mí porque esto es un caos. Igual que su cabeza en muchos momentos, esto no es una reseña, sino una serie de datos inconexos que parece que se han contagiado de su espítitu.

Puede que no entiendas nada, pero da lo mismo, la tienes que leer tú. Ya me entenderás.

Una madre es una novela para quienes buscan disfrutar leyendo. Si buscas acción, déjalo. Si quieres algo que no te haga pensar, pasa del libro. Si no te entusiasman las historias de personajes, no es tu novela. Pero si eres de los que son capaces de meterse en la piel de seres que solo existen en la imaginación del autor, adelante. La vas a disfrutar. Y si eres como yo, una loca de anotar frases en una libreta, tenla a mano porque son unas cuantas las que te llamarán la atención. No pienses de ella que es una historia lacrimógena. No es para nada eso, es de las que te emocionan porque lo tiene todo: amor, añoranza, cólera, curiosidad, nostalgia, felicidad, cariño, ternura, optimismo, esperanza…


Que la leas. Eso es todo lo que quería decir.

Merece la pena y mucho.

MIL HISTORIAS


Estamos hechos de mil historias. 
De calor. 
De amor.
De pasos adelante o de oportunidades que se fueron quedando en el camino. 
De palabras que hirieron porque eran grandes verdades o enormes mentiras. 
De sueños cumplidos y aquellos que rodaron escaleras abajo dejándonos con la miel en los labios. 
De amores acabados, otros que jamás empezaron y hasta alguno que salió bien. 
De noches memorables que terminaron en amaneceres naranjas. 
De sonrisas. 
De decepciones.
De mentiras que aceptamos con una sonrisa porque son menos frías que la verdad.
De un día único en el que fuimos completamente felices.
De hoy.
De ayer.
De mañana.