Una vez
leí en un hilo de Facebook que algunos autores escriben el texto seguido,
capítulo tras capítulo. Bueno, yo lo intento pero no lo consigo siempre. En
este caso, menos que en ninguno. Ni escribí el principio lo primero, ni el
final ha sido lo último. Y en la parte central, más de lo mismo. Pero al final,
la paciencia funciona y la historia fluye, como si hubiera salido de mi cabeza
en orden.
Hace un
año decidí publicarla, pero poco antes de hacerlo me lo pensé mejor y abandoné.
Había algo que no me convencía del todo en esta historia. Se perfectamente que
el argumento parte de una situación disparatada pero para mí una novela siempre
tiene que empezar en un momento de ruptura de la normalidad y devolverla a lo
largo de las páginas. En ese sentido, cabe cualquier cosa. En medio, entre lo
que cuentas, irán las palabras y tu responsabilidad es usarlas con eficiencia.
Aprendí hace mucho que da lo mismo lo que cuentes lo que importa sobre todo es cómo lo cuentes.
Preferí centrarme en ello, darme tiempo.
Y algo
más.
Revisando
el texto, de pronto tuve una idea.
¿Por
qué no aprovechar que iba a ser una novela digital para hacerla interactiva?
¿Cómo? Pues era más sencillo de lo que parecía. En algunas novelas he visto
enlaces que te llevan a la bibliografía, al correo del autor, a su página web o
a su blog, pero siempre de una manera muy seria. ¿Qué tal si aportábamos
imaginación, si jugábamos con esto? Se me ocurrió que esto mismo se puede hacer
dentro del texto de la novela, insertado en la acción. De este modo, el lector
puede decidir si sigue leyendo como si no hubiera visto el enlace o se puede
entretener mirando la información adicional. Me sugerían que puede ser que los
enlaces caduquen, pero es un texto digital, así que esto siempre sería
revisable.
No os
voy a desvelar exactamente qué he puesto en Detrás del cristal, quiero que lo
encontréis vosotros, pero sí que os hablaré ahora del camino que esto abre.
Creo
que a partir de ahora las novelas pueden enlazarse con la música que escuchan los personajes, se podrá acceder a los escenarios donde sucede la acción,
incluso podremos conocer la receta
del menú que degustan, las bodegas
donde se produce el vino que beben, los libros
que leen, los conciertos a los que
asisten… y eso sin contar con la posibilidad de que el autor deje una entrevista colgada en la nube, por
poner más ejemplos.
Pero no
queda ahí. Siguen surgiendo ideas a partir de este tímido intento de dotar al
libro digital de una entidad que lo diferencie definitivamente del papel.
Porque esto, realmente, el libro en papel no podrá dárnoslo. Podemos aludir al
tacto de sus hojas o su olor, eso siempre.
Me sugirieron
una idea que es para tener tiempo: que exista la posibilidad de preguntar directamente
a los personajes. Si la novela tiene un éxito relativo, puede ser hasta
divertido, pero con un éxito rotundo, agotador para el autor. Se me ocurren
unos cuantos personajes de los libros que he leído a los que me gustaría poder
preguntar algunas cosas.
Otra
más. Finales alternativos. La posibilidad de vender en una plataforma como
Amazon, que permite tanta flexibilidad, me sugirió una idea: una novela con dos
finales. El principio de la novela se colgaría de manera gratuita y, llegados a
un punto, el autor podría enlazar dos caminos, lo que realmente sería la
compra: final 1 y final 2, a elección del lector. Se compraría el que quisiera,
o los dos… Quizá para esto sea un poco pronto aún.
Ideas,
ideas… es que esto es infinito…
El
camino está abierto, ahora toca que los demás lo exploren. Sé que hay que
investigar, se me ocurre que podemos chocar de frente con la pared que suponen
los derechos de autor. Por eso en mi novela, no es la música lo que está
enlazado y tengo permiso para hacer lo que he hecho. Lo pedí antes de meterme
en un problema y eso hace que los enlaces sean sólo tres.
¿Se os ocurre
algo más? Me parece que esto es el principio de algo que dentro de muy poco
será habitual.
Detrás
del cristal ha sido el principio. ¿Te animas tú a ser uno de sus primeros
lectores?